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Es una de las princesas del rock. Anita Álvarez de Toledo (44) no sólo compartió escenario, estudio de grabación, afecto y confesiones con los músicos argentinos más importantes de los últimos cincuenta años, como Gustavo Cerati, Charly García y Fito Páez, sino que también fue corista de Gloria Gaynor y puso su voz en algunos temas de las bandas que marcan el pulso de la música en castellano. Dueña de un estilo potente y transgresor, desinhibida y audaz, Anita se anima a todo, en la música como en la vida: puede lucirse como DJ, cantar en vivo con una banda rock o animar una fiesta en plena temporada esteña, como volar a Canadá detrás de una love story que –matrimonio mediante– no duró, instalarse sola en México para cicatrizar sus heridas o jugarse por el amor más genuino que sintió nunca y, contra sus principios, lanzarse a la aventura de la maternidad. En pareja con Alejandro "Aleto" Álvarez (34), cantante de la banda Barco, la chica que supo vivir en el corazón del rock se estrenó como mamá de Ella Bluebird hace casi un año y, en ese preciso instante, supo que había una dimensión de la plenitud y la felicidad que jamás había experimentado, y que bien valía la pena.
–¿En qué cambió tu vida el nacimiento de Ella?
–Me cambió absolutamente todo. Yo era una persona que había elegido no tener hijos y, desde que decidí ser madre a que me quedé embarazada pasó muy poco tiempo, así que el cambio además de radical fue rápido. Siempre tuve un discurso muy antimadre, veía a las mujeres que querían ser mamás como muy diferentes de mí, que no tenían sueños propios. No sé por qué pensaba así, la verdad. Pero menos mal que llegó Ale y me insistió para que esto se diera, y me convenció. Antes de Ella yo vivía el aquí y ahora: de un día para el otro decidía irme a vivir a otro lugar del mundo y me iba, sin pensarlo. Ahora no me mandaría de cabeza a hacer algo así con una beba. Pero sobre todo me cambió el amor, descubrir que tengo una capacidad de amar que ignoraba. Me dio un propósito: el de amar y cuidar con toda mi alma a Ella.
–¿Cómo se acoplaron ustedes como pareja a la llegada de la beba?
–Justo nos tocó el año de la pandemia, entonces ninguno de los dos tuvo que salir a trabajar. Y eso ayudó. Yo tenía una gira con Fito [Páez] y en mi cabeza pensaba hacerla llevándome a la beba de viaje, lo que también era un disparate. Ale me iba a acompañar cada vez que pudiera. Todo eso en la teoría, no. Pero para bien nos tocó el año de pandemia y pudimos disfrutarla al cien. Y para la adaptación también nos ayudó, porque las tareas se reparten cincuenta y cincuenta, y también se reparte el disfrute.
–¿Nunca más trabajaste?
–El otro día tuve que ir a grabar a Montevideo con la banda No te va a gustar, y ese fue mi primer trabajo desde que nació mi hija. Fui con Ella y con Ale, porque la beba todavía toma teta, y la verdad es que resultó una experiencia bárbara. Ella estaba chocha con el ambiente, el estudio, la gente. Porque claro, es un bebé de pandemia, y la pobre ha crecido pensando que el mundo somos solo nosotros tres. Vio gente y flasheó (risas).
–¿A Ale lo conociste en Uruguay?
–No, nos conocimos cantando con Poncho. Yo grabé un par de canciones para la banda, después los chicos me invitaron a cantar, Ale también había hecho lo mismo, y así nos hicimos amigos. Pero en ese momento yo todavía estaba casada y él estaba en pareja. Después, pasaron cuatro años, yo estaba instalada en México, y él me manda un mensaje para decirme que iba a ir a México con su banda, que por qué no nos veíamos. Y dije: "Dale, buenísimo". Y ahí nos reencontramos y surgió el otro tipo de amor, el romántico. Nos recontra metimos en México y no nos separamos más. Tiempo más tarde, cuando yo tenía que empezar a hacer unos shows con Fito, nos vinimos a Uruguay y quedé embarazada. Por eso decidimos quedarnos y tener a la beba en Uruguay.
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–¿Te habías planteado la posibilidad de ser madre antes o fue un deseo que nació a partir de la relación con él?
–Fue cien por cien a partir de él. Alguna vez fantaseé con la idea, pero el deseo surgió estando con él, porque de hecho yo estuve casada y nunca quise dejar de cuidarme. Fue como que Ale me dio valor. Yo tenía dudas de si podía quedar embarazada, por la edad. Pensá que quedé embarazada a los 43. Pero bueno, cuando lo decidimos pensamos: "si pasa, pasa". Y nos relajamos y pasó. Por eso quizás no estaba preparada mentalmente ni organizada para atravesar el embarazo.
–¿Cómo hiciste?
–Empecé a hacer terapia. Es que ser mamá es algo muy fuerte, y más cuando no fue un proyecto de toda tu vida. De repente empezás a preguntarte un montón de cosas.
–¿Cómo tomaron la noticia en tu entorno?
–Nadie me creía. A cada uno que le contaba que estaba embarazada, creía que era una broma. Quién me iba a creer si yo toda la vida había tenido un discurso antimadre. No hubo nadie que me creyera de una. Si hubiera filmado las reacciones de la gente, hoy tendría un corto genial [risas].
–¿Querías una mujer o un varón?
–Estaba re segura que era varón. Como verás, intuición cero. Después supe que era mujer y me tomó por sorpresa, porque para mí era una certeza que iba a ser madre de un varón.
–¿Cómo eligieron el nombre?
–Teníamos una lista con posibles nombres, bastante delirantes todos, hay que decirlo. Y sí, ¿qué nombre le iba a poner a mi hija? ¿Catalina? Yo había pensado que el nombre me iba a caer en algún momento especial, casi como una revelación. Y así me pasó con Ella. Estaba de gira con Fito (porque hice giras hasta los cuatro meses y medio sin decirle a nadie que estaba embarazada) en Colombia, me estaba quedando dormida, y de golpe dije: "Ella", por Ella Fitzgerald, y fue como: "Ay, dios mío, es ese". Y le dije a Ale y le encantó. Y el segundo nombre salió también así, de pura emoción, por la canción de Paul McCartney. Durante el embarazo, Ale le cantaba Bluebird a la panza y la beba se recontra movía, por eso lo elegimos. Fue muy verdadero y eso me gusta. Siento que no forzamos nada.
–Ella nació con una cardiopatía y hubo que operarla muy chiquita. ¿Cómo vivieron ese proceso?
–Supimos que tenía una cardiopatía congénita durante el embarazo. Y fue cortar clavos varios meses: estudios, estudios y más estudios… Era una cardiopatía que podríamos definir como "media", ni leve ni grave. Y nos dijeron que no era necesario operarla apenas naciera, pero que había que operarla. Qué en algunos casos, cuando los bebés crecen, las cardiopatías se corrigen solas, pero qué en el caso de Ella, por cómo era y dónde estaba ubicada, no se iba a corregir. A los seis meses le hicieron la cirugía.
–¿La operaron en Uruguay?
–Sí, la operaron acá, uno de los mejores cirujanos cardiológicos infantiles de Uruguay. Fue una operación a corazón abierto y duró ocho horas.
–Las peores ocho horas de tu vida.
–Todo lo que aprendí en mi vida de diferentes tipos de corrientes espirituales, lo apliqué ahí. Todo. La previa es muy difícil y, en el momento en el que se la llevaron al quirófano, fue como que me bajó todo, como que me desintegré. Pero después, me salió fuerza de no sé dónde, y aguanté. Tenía la certeza de que iba a estar todo bien. Me repetía como un mantra y le repetía a Ale todo el tiempo: "se la llevaron porque le van a arreglar el corazón". Y esa energía de los dos fue fundamental. Siempre pensando lo mejor, escuchando música para relajarnos. Menos mal que nos salió así, porque si no caes en el otro extremo, que es arrastrarte por el piso. A mí misma me sorprendió la entereza con la que lo enfrenté. Fueron ocho horas que pasaron muy rápido. No sé, fue como entrar en una especia de vórtice en el tiempo. Rarísimo.
–¿Cómo fue la recuperación? ¿Qué tipo de controles siguieron a la cirugía?
–La recuperación fue muy rápida: la capacidad de recuperación de los bebés es asombrosa. Pensábamos que íbamos a estar un mes internados y a los cuatro días ya estábamos en casa. ¡Y le habían abierto el pecho! Después que salimos del sanatorio, había que chequearla una vez por mes durante los primeros seis meses, que era el tiempo de espera para saber si iba a estar todo bien. Ese es el tiempo que tiene que pasar para que los médicos estén seguros de que el arreglo "no se va a soltar", por decirlo de alguna manera. Y el sábado pasado fuimos a hacerle el control que le tocaba este mes y fue una maravilla porque después que la chequearon toda nos dijeron: "Bueno, nos vemos en seis meses". No lo podíamos creer, se nos caían las lágrimas. Y también nos dijeron que después las consultas van a ser una vez por año.
–Después de los momentos tristes que viviste con la muerte de Gustavo Cerati y de tu hermano Ezequiel (Nota de la R: tuvo un accidente de auto fatal en 2011), la llegada de Ella tiene que haber sido sanadora…
–Sí, muy. Ella con su corazoncito me ayudó a sanar el mío. Fue y es totalmente sanador. Ya la relación con Ale me había puesto en un lugar de amor muy fuerte, diferente de lo que había vivido hasta entonces. Porque si estaba dispuesta a tener una hija con él, es que estaba abierta para entender el amor de otra manera. Pero la llegada de Ella cambió todo. Y para Ale también, porque él perdió a su papá a los 16 años. Pero para mí fue como volver a sentir que mi corazón latía, volver a amar con todas mis fuerzas, después de tanto dolor. Es que cuando te tocan pérdidas tan fuertes, uno se va poniendo como en guardia, se va volviendo de piedra, muy mental, cualquier cosa con tal de no volver a sufrir. Recién cuando Ella nació volví a sentir con esa intensidad que creí que ya nunca más experimentaría. Y pasó casi sin darme cuenta.
Maquillaje y peinado: Roberto Tajes @rdepelos Agradecimientos: Ro’s Garden y Lomas de San Vicente
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