Bajó 100 kilos después de divorciarse por culpa de la obesidad
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Stephen Ringo tiene 38 años, vive en Tennessee, Estados Unidos, y es ingeniero informático. Tiene un cuerpo atlético, musculoso, característico de una persona dedicada al entrenamiento físico. Pero no siempre fue así.
Según relató al medio SWNS TV, cuando era adolescente tenía una figura similar a la actual, pero luego se descarriló. Su fanatismo por la comida rápida creció a a tal punto que, hace dos años, sus almuerzos consistían en dos hamburguesas, dos porciones de papas fritas, dos gaseosas y 20 nuggets de pollo. A la hora de la cena, el menú se componía de dos pizzas medianas.

Así llegó a pesar 184 kilos (mide 1,84 metros) y afrontar una crisis que terminaría en un divorcio: "Mi relación se deterioraba a medida que yo aumentaba de peso. Estaba deprimido. Mi peso determinó que mi vida sexual estuviera por el suelo", explicó a The Sun. De acuerdo a sus palabras, su esposa lo dejó porque su obesidad no les permitía tener relaciones sexuales.

A fines de 2016, después de la debacle amorosa, Ringo hizo el click. Volvió al levantamiento de pesas, una disciplina que lo había apasionado cuando era más joven. Además, empezó a controlar su adicción a la comida rápida y llegó a hacer ayunos intermitentes, en una dieta estricta que, en ciertos días, implicaba sólo consumir alimentos entre las 17 y las 21 horas, sin grasas ni carbohidratos.

Como resultado, perdió más de 100 kilos en dos años. Hoy, la balanza marca 79 kilos, pero la mayor transformación la sufrió en su personalidad: "Perder peso cambió mi vida. Algo tan simple como poder ponerme las medias hace la diferencia", dijo a The Sun. Todavía tiene piel sobrante que piensa operarse en el futuro, pero no es su prioridad. Tampoco está listo para salir con gente nueva, pero asegura que va a ser un mejor compañero de lo que fue para su ex esposa.
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