
Balance y proyecto
Cosa molesta y a la vez feliz de esta época, cada año, son los balances de lo vivido y una que otra proyección para el nuevo calendario.
De muy pequeños se nos imponía, en vísperas de las fiestas, hacer un listado de situaciones y de nombres que merecían un recuerdo generoso. Se nos permitía también la picardía de inventar grotescas tarjetas de salutación para ser dirigidas a personas que nunca las recibirían, pero que habían incurrido en el disgusto familiar. Estás últimas reflejaban por lo general faltas menores y los temas eran producto de sugerencias de adultos conspirativos que se adherían a las competencias infantiles. Cuanto más exagerados los textos o los dibujos, más llenaban la casa de esa risa chillona y plena que es la diversión sin malignidad de los niños, que sólo se silencia cuando el dolor en los ijares los distrae del jolgorio. Los dibujos eran confiscados por los mayores, cosa de que no llegaran a ninguna reunión familiar, y se procedía luego al tema fuerte, que era confeccionar dos listas. La primera, quizás inspirada por la cita "Y ahora elogiemos a hombres famosos", del Antiguo Testamento (Ecclesiasticus, capítulo 44 verso 1), requería un detalle de "buena gente". La segunda era una lista de proyectos "buenos" para el año que se iniciaba.
La costumbre de listar personajes u ocasiones ponderables es rescatable, no sólo como ejercicio para los más pequeños.
Al cabo de doce meses tiende a sonar un suspiro colectivo de alivio y una expresión de deseo de etapas mejores. Pero, ¿fue todo tan agobiante?
En mi lista de personas para celebrar figurará el escritor Héctor Tizón, creador genial, además de amigo, que ha logrado finalmente el reconocimiento en su propio país. Pasaré a incluir a médicos y científicos argentinos que han avanzado para beneficio de todos en el estudio del cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Como ocasión digna de recordar anotaré el sábado 30 de octubre, cuando el diputado socialista Norberto La Porta logró llenar el recinto de sesiones de la Legislatura con un centenar de poetas y escritores que ocuparon las bancas de legisladores al culminar un congreso literario. Fue una presencia refrescante en el ámbito político.
La lista que confeccionaré será diferente de la de otros, pero lo importante será hacerla. Algunos recordarán a las Abuelas de Plaza de Mayo y su búsqueda constante. Otros pensarán en Juan Carlos Blumberg, que a partir de su duelo movilizó a la sociedad civil en reclamo de seguridad.
Habrá algunos que, con el beneficio del secreto, sabrán ponderar a Roberto Lavagna, por ejemplo. Yo incluiré en mi lista al padre Pepe (José Di Paola), joven sacerdote de Nuestra Señora de Ca’acupé, por su labor en la Villa 21 de Barracas. Y también agregaré a colegas que merecen mi respeto.
Más allá de los nombres que incluyamos (u omitamos) en cada lista, el ejercicio de reconocer el mérito en las personas nos hará más sanos, y permitirá ver que hay mucho a nuestro alrededor que es excelente.
El autor es periodista y escritor