Benavidez. La fiambrería que conquistó a los vecinos con el sabor de sus picadas
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Hace más de 36 años, cuando todavía no había florecido el Boulevard Cerviño con su variedad de emprendimientos gastronómicos, la familia Scallan se animó a instalar en el barrio un pequeño almacén con venta de galletitas, conservas y fiambres. Con los años la fiambrería "Benavidez", ubicada en la esquina de República Árabe Siria y Juan María Gutiérrez, ganó fama por su variedad de picadas y se transformó en un clásico para los vecinos.
De las noticias a las galletitas
Corría el año 1983 y Ricardo Scallan, quien trabajaba en el rubro editorial, había lanzado su propia revista de turismo (una especie de manual para agentes de viajes con horarios del movimiento aéreo y tarifas). Por aquel entonces, el país económicamente no estaba en su mejor momento y como la principal fuente de ingresos de la revista era la publicidad hubo un momento en que para Ricardo fue inviable poder mantenerla. Él no se quedó de brazos cruzados: apostó a empezar de cero y cambiar de rubro.

Con la indemnización y unos pocos ahorros alquiló un pequeño local sobre la calle Árabe Siria al 3100 (antiguamente llamada Malabia) e instaló su propio almacén junto a su mujer. Al principio el fuerte eran las galletitas (que estaban exhibidas en sus características latas y se vendían al peso), conservas y algunos fiambres. "No tenía experiencia, pero estaba convencido de que quería ofrecerles a los vecinos del barrio productos de buena calidad. Por eso, fui en busca de los mejores proveedores", recuerda Ricardo Scallan a LA NACIÓN.
Los sabores de la infancia
Desde pequeño él siempre iba junto a su familia a comprar fiambres alemanes caseros a un frigorífico ubicado en Benavídez y cuando abrió las puertas de su negocio decidió continuar con aquella tradición. En honor a la localidad dónde se producen los fiambres y embutidos, bautizó así a su local. De allí llega la panceta, bondiola, el Leberwurst y el lomo cocido ahumado, entre otros. A la lista de productos también sumó quesos de Tandil, Trenque Lauquen, Suipacha y General Rodríguez.

A los pocos meses, con el boca a boca, el almacén se volvió un referente en materia de picadas. A su vez, los clientes podían encontrar cervezas de varias provincias y vinos, hasta pan artesanal alemán. Al tiempo Ignacio, uno de sus hijos quien estaba estudiando administración de empresas, comenzó a ayudarlo. También se incorporó Héctor, un empleado que trabajó durante más de veinte años con la familia hasta jubilarse.
En 1990 la economía familiar empezó a repuntar y con las ganancias pudieron comprarse un pequeño local en una esquina, a pocas cuadras del original, en República Árabe Siria 3002. Ese mismo año apostaron a dedicarse de lleno a la fiambrería y quesería de especialidad. Del antiguo almacén aún conservan un pequeño reloj con más de cien años y la misma estética de madera. Al poco tiempo, Federico, otro de sus hijos, empezó a interiorizarse en el emprendimiento y desde entonces padre e hijos trabajan codo a codo.

El "Papá Noel de Benavidez"
Ricardo es todo un personaje del barrio. Cuando anda por la zona todos los vecinos lo conocen y saludan. Por su distintiva barba tupida y canosa, los niños lo apodaron "El Papá Noel de Benavidez". Quizás también sea porque los consiente y les suele dar de probar sus fiambres. En el 2012, se jubiló y decidió dejarle el legado de la fiambrería a sus hijos, pero, como ya es una costumbre, suele pasar a darse una vuelta por el local y supervisar que todo esté en orden. "Papá está en la estética y los detalles. Siempre nos explicó como era el funcionamiento del negocio y la importancia del cliente", admite Ignacio. Federico, quien está a su lado cortando queso Brie para una de sus clientas, agrega: "Es nuestra pasión y siempre fue algo que quedó en familia. La picada nunca puede faltar y une. La fiambrería ya es un clásico. Es un punto del barrio. Todo el mundo pasa, te saluda y pregunta por papá".
Cuando cumplieron 35 años en el barrio decidieron cambiar los colores del logo (que antes era rojo y blanco) por negro y blanco y modernizaron un poco la estética. Y a manera de homenaje volvieron a utilizar papel kraft para envolver los fiambres, como en los viejos tiempos.

Las dos heladeras exhibidoras están repletas de fiambres y quesos. Los Scallan saben dónde está ubicado cada producto a la perfección y a pedido de cada cliente los cortan en el momento. Hay jamón cocido de pura pata de cerdo, sin harinas ni aditivos, lomos al pimentón, ahumados al mejor estilo alemán, bondiola cocida ahumada, jamón crudo, leberwurst, etc. Y quesos como Camembert, Brie, de campo con hierbas y pimientas, burrata, cremoso, Danbo, Gruyere, Gouda, entre muchos más.

Durante la cuarentena modificaron sus horarios. Atienden todos los días de 10.30 a 18.30hs y sumaron delivery de productos y picadas listas para disfrutar en casa. "Es un barrio muy rotativo y dinámico. A los clientes de siempre se sumaron varios nuevos", admite Ignacio. De las picadas armadas, la que más sale es la "Express" con variedades de fiambres y quesos especialmente seleccionados. Para acompañarlas, un clásico de la casa es el paté casero de hígado de pollo con hongos al champagne. Según explican los hermanos, "se trata de una receta familiar bien guardada que la preparaban siempre en su casa". Además, tienen conservas y encurtidos, como el chucrut, pepinos agridulces, aceitunas riojanas y morrones.
"Deme 100 gramos de jamón cocido, 200 de queso feta, un Leberwurst y un potecito del clásico paté", dice una señora que acaba de ingresar al local. En la tradicional fiambrería del barrio siempre están listos para preparar una sabrosa picada

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