Casamientos reducidos: la moda de invitar sin parejas
Para bajar costos, muchos eligen esta opción, que, pese a ser cada vez más común, puede herir susceptibilidades
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"¡Me caso! Va a ser algo chico, queremos una ceremonia no muy grande", le contaba su amiga de la primaria a Paula C., de 30 años. El speech seguía: "La idea es hacer algo íntimo, con no muchos invitados…", hasta que Paula y el resto de las amigas del grupo rompieron el hielo y fueron al grano para confirmar lo que venían sospechando: "¿Es sin parejas?". "Y... sí", fue la respuesta.
Catering, salón, ambientación, DJ, fotógrafo, vestido y la lista sigue. Casarse sale carísimo y probablemente éste sea el motivo por el cual las parejas que deciden dar el sí opten cada vez más por invitar sólo a la gente que les importa, aunque eso implique dejar afuera a parejas de amigos cercanos, que conviven desde hace años, casadas o incluso con bebes.
Si bien esto empieza a ser aceptado por haberse vuelto bastante habitual en casamientos jóvenes, no siempre es bien recibido por los invitados y menos por las parejas que quedan afuera. Así lo entiende Federico L., de 33: "Me parece de mal gusto que me inviten después de las 12 o sin pareja. O me invitás bien o no me invitás", sentencia.
Algo parecido sostiene Lucrecia R., de 32: "A mi novio lo invitó un amigo de la secundaria al cual yo no conocía. Yo me indigné, vivimos juntos hace varios años, me sentí ninguneada. Además sus otros amigos lo terminaron resolviendo todos de otra manera: uno llevó a la novia de prepo, cosa que yo no hubiera aceptado. Y otro, a último momento, dijo que estaba enfermo, es obvio que la novia no lo dejó ir. Y para peor, un mes después hicimos un asado en casa y esa pareja vino y yo tenia que atenderlos, traerles algo para tomar y hacerlos sentir cómodos. Le prohibí que los vuelva a traer a casa", relata.
Sin embargo, las parejas de los compañeros de oficina y de amigos lejanos son los primeros candidatos a quedar afuera de la lista. Así lo explica la reconocida wedding planner Bárbara Diez: "Esto se ve en bodas donde el presupuesto no abunda y hay que cuidar cada lugar, entonces limitan la invitación solamente a la persona allegada y en general dejan de invitar a las parejas de compañeros de trabajo, o a parejas que los novios no conocen, como compañeros de colegio que hace tiempo que no ven pero que les gustaría que vayan a la boda. Arman por ejemplo dos mesas del colegio y a veces no pueden incluir a las parejas", sostiene.
Dentro de esta nueva modalidad en la que los protocolos se aflojan y las reglas se flexibilizan, los novios pueden incluso dejar de invitar a parejas de íntimos, para que la fiesta esté integrada netamente por amigos, o adoptar criterios a veces arbitrarios que determinen si el tiempo de duración de la relación amorosa del invitado es suficiente como para justificar la erogación de un cubierto adicional (a grandes rasgos, relaciones de más de un año son las que catalogan).
Teniendo en cuenta que un cubierto medio oscila hoy entre ochocientos y mil pesos, invitar a diez compañeros de trabajo con sus parejas representaría alrededor de veinte mil pesos. Tomando solamente el gasto de cubierto por persona, con los regalos –que suelen ser plata en una cuenta o para un viaje– sólo se recupera algo así como el 60 por ciento, según Maximiliano Berra, de PM eventos.
"Los que vienen solos a veces se acercan con el regalo al precio del cubierto, pero los que vienen con pareja en raras ocasiones llegan a cubrir el de ambos. Y ni hablemos cuando se hacen vaquitas de amigos. Si son diez amigos y van los diez en pareja no llegás ni loco", calcula Berra.
Mejor, ser claros
Ante esta situación, probablemente el mejor camino sea comunicar la decisión de invitar sin parejas del modo más claro posible. Porque muchas veces es justamente el hecho de no hacerlo lo que incomoda a los invitados, como cuenta Paula C: "Yo de acá a fin de año tengo tres casamientos y a dos me invitaron sin pareja. Pero la forma de decirlo es rara, porque si bien cuando te cuentan que se van a casar te dicen que van a tratar de hacer una ceremonia no muy grande, nadie te dice abiertamente ‘es sin parejas’, y eso se presta a la confusión, y tiene que ser uno el que pregunta, es bastante incómodo".
Precisamente para que esto no ocurra, Pablo Arcagni, socio y dueño de Orygami Invitaciones, reconoce que existe la inquietud en sus clientes de intentar determinar exactamente quiénes están incluidos en la invitación.
"Por protocolo el nombre de quienes uno invita debe ir en el sobre, y además acompañar adentro junto con la tarjeta, dentro de lo que sería la participación, tantas tarjetitas personales como personas estén invitadas".
Sin embargo, puede haber muchas otras formas de comunicarlo eficazmente para que no haya ni invitados sorpresa ni gente deseada que se quede afuera: "Hay clientes que me piden poner en la tarjeta ‘válido para’ y poner ellos un número a mano de cuántas son las personas que están invitando. En otros casos me han hecho hacer dos tipos de invitaciones, una que diga «te esperamos tal día a tal hora» y otra que diga «los esperamos», una en plural y otra en singular para que los invitados que tengan un poco de cintura se den cuenta".
Algo parecido le ocurre a Melisa Arilla, de Arilla Invitaciones: "A veces la gente nos pide aclarar expresamente que la invitación es para una sola persona, y se buscan formas para no causar una mala impresión en el invitado. Utilizan por ejemplo un texto que diga «Queremos que sea una fiesta muy íntima y por eso reservamos un lugar en la mesa para vos» o algo más atrevido como «Dale la noche libre a tu pareja y vení a celebrar con nosotros»".
Tatiana Goldman tiene 30 años y se casó en febrero. Decidió mandar dos tipos de invitaciones, las que decían "Invitados:2" y otra variante que decía "Invitados:1". Esta última fue la opción que eligió para la gente de su trabajo, aunque tuvo en cuenta cada situación particular: "Me parecía divertido desde el lado de ellas, que eran todas mujeres, que fueran sin sus novios y no intentaran estar tratando de que los novios pegaran onda. Me parecía mejor plan para ellas que se subieran todas al auto, re divertido, iban a Chascomús, vivían el casamiento, volvían".
El hecho de no conocer a nadie y tampoco tener ganas de hacer el esfuerzo por incluirse por unas pocas horas en un grupo de amigos que no volverán a ver, es la razón de que muchas parejas se sientan hasta aliviadas de no ser invitadas. Jimena Cartechini es un claro ejemplo de eso: "Mi grupo de la facultad es bastante cerrado: grupo mixto, salimos sin parejas y hasta nos fuimos un fin de semana afuera. Uno de ellos se casó y no participó a las parejas, a todos nos pareció bien, no daba que fuéramos con novios y novias que no conocían nuestros códigos. Cuando tenés un grupo de amigos creo que a veces desentonan las parejas, rompe con el vínculo –explica–. A mí me encanta ir a fiestas con mi pareja porque soy sociable y siento que él no tiene que estar al lado mío integrándome, pero a veces me molesta llevarlo a él a fiestas porque no la pasa bien y yo tampoco".
Cada pareja es un mundo
Evidentemente, en cada pareja (que es un mundo en sí misma) caerá diferente esta costumbre cada vez más extendida de invitar individualmente. Y lo ideal, de ser posible, sería evaluar cada caso en particular, para que las personas no se sientan incómodas o destratadas, como propone Tatiana Goldman: "Para mí depende mucho de la relación que tengas con ese invitado y del grupo que vos compartas con la persona también. Por ejemplo: si son cinco amigas que se conocen de pilates, pero se hicieron íntimas, por ahí no tiene mucho sentido invitar a las parejas, ¿no?".
Sin embargo, en ocasiones, la gente puede sentir que su situación no es suficientemente considerada, como ocurrió en el grupo de Paula. C: "En mi grupo una de las chicas acaba de tener un hijo, y ella dice: «¿Cómo voy a ir con el bebe de un mes sola? Tampoco puedo dejarlo con mi pareja, no le podría dar la teta». Finalmente decidió ir sólo por dos horas, pero sintió que la que se casaba no había tenido mucho registro de su situación, de su maternidad tan reciente".
En definitiva, todo parece indicar que lo menos conflictivo es tener en cuenta cada caso, comunicarlo de forma clara, e intentar hacer malabares para no herir susceptibilidades. Aunque si estamos hablando de fiestas de alrededor de 200 invitados, probable y lamentablemente, la opción termine siendo elegir qué susceptibilidad se verá menos afectada.
Cómo decirlo en las tarjetas
Para pocos
"Queremos que sea una fiesta muy íntima y por eso reservamos un lugar en la mesa para vos"
En plan divertido
"¡Dejale la noche libre a tu pareja y vení a celebrar con nosotros!"
Bien concretos
"Invitados: 2; Invitados: 1" es una opción. Otra variable posible es poner "Válido para" y el número de personas que están invitadas a la fiesta
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