Claudia Villafañe: la fuerza del cariño
Esta es la historia de una mujer sencilla que aprendió a acompañar, en las buenas y en las malas, a uno de los hombres más famosos del mundo. En medio de una constante exposición pública, empezó a reconstruir su propia vida, sin dejar de ser jamás el soporte emocional de Diego Maradona y de sus hijas
Claudia tiene su vida, armó su vida, su negocio. Claudia se merece todo lo bueno que le pasa. Se lo merece; yo todavía no terminé la relación; ella la terminó con justa razón. Yo creo que mi único amor fue Claudia, decía Diego Armando Maradona en una entrevista que se emitió por Canal 9 el martes 24 de agosto último.
Cuando Maradona habla de Claudia, ¿a qué Claudia se refiere?, ¿a la chica de barrio que le decía a todo que sí? Los años han pasado y esa mujer, hoy, es muy diferente. La Claudia del sí era Claudia Roxana Villafañe, de 16 años, que vivía en el departamento de adelante del PH de Villa del Parque al que la familia Maradona se había mudado en 1976. Aquella piba miraba pasar a Pelusa apenas espiándolo por la ventana. Se ponía brillo en los labios, hebillitas en el pelo y cada vez que salía para el colegio esperaba ver el Fiat 125 rojo, el de Pelusa, a la salida.
Bailó con él el 28 de junio de 1977, durante una fiesta en el Club Social y Deportivo Parque. Llevaba una minifalda negra y la remera ajustada. Cuando sonaron los lentos, a las dos de la mañana, le dijo que sí con la cabeza cuando él la sacó a bailar Yo € te propongo, de Roberto Carlos.
Al principio, Claudia se emocionaba cuando salían notas sobre Maradona en diarios y revistas, como aquella de La Nacion en la que él la nombró cuando el periodista le preguntó cómo era un día en su vida: “Un día normal supone entrenar por la mañana y regresar a mi casa para almorzar. Por la tarde, buscar a mi novia, llevarla al cine, venir con ella a comer con mis padres y hermanos. A eso de las 11 de la noche llevo a mi novia a su casa”. “¿Su nombre?”, preguntó el periodista. “Claudia Roxana”, respondió el 10.
Otra Claudia
Cuando Maradona habla de Claudia, ¿se refiere a la mujer que se tuvo que acostumbrar a las concentraciones, a los viajes, a estar de novia pero casi siempre sola?
Cuentan que Claudia vivía rodeada de la familia Maradona, de doña Tota, don Diego y los hermanos. Y que un día, en el pasillo de la casa de la calle Argerich 2746, la enfrentó el papá de su noviecito y, hablándole a los gritos, le dijo: “Vos no podés hacerlo acostar tan tarde al nene; lo tenés que cuidar un poco más; él tiene que ir al entrenamiento”. Aquella Claudia apretó los dientes y no dijo ni mu... Esa noche se había acostado temprano y Maradona se había ido por ahí. En ese momento entendió que su vida iba a ser diferente, que cada vez que hubiera un problema le iban a ir a reclamar a ella. Y también aprendió que Maradona no siempre estaría sólo para ella.
Claudia Villafañe se fue a vivir con Maradona en 1982, y se bancó en Barcelona la hepatitis, la depresión y la bronca del marido. El siempre protestaba: el 10 no podía comer nada de lo que le gustaba. Hasta que llegó doña Tota y le alivió un poco la tarea. A pesar de que la casa parecía un palacio, con sus tres pisos, sus diez habitaciones, su pileta y su cancha de tenis, no fueron días maravillosos.
Cuando Maradona, hoy, habla de Claudia, ¿será de aquella que fue al programa de Susana Giménez a contar cómo es tener un marido infiel que siempre vuelve a casa, al que le aparecen continuamente hijos con otras mujeres? Esa misma Claudia es la que vio en las tapas de las revistas a Diego Maradona abrazado a una joven cubana a la que presentaba como su novia.
Pero Claudia, con tantos años de sufrimiento, perdió la ingenuidad. Y así como el nacimiento de sus hijas fue el momento más feliz de su vida, ahora espera que el más triste ya haya pasado. Para eso también trabaja. Tiene sus códigos y los defiende. Si Susana Giménez la aprecia, tiene que demostrarlo: en noviembre de 2003, el diario Il Matino, de Italia, publicó un artículo en el que aseguraba que Claudia Villafañe había impedido la realización de una entrevista con Diego Armando Junior en el programa de Susana Giménez. El diario comentó que la conductora había explicado la decisión a los espectadores diciendo: “Quiero mucho a Claudia y no quiero que piense que les puedo causar un daño a sus hijas”.
En el día y la hora en que se emitía la entrevista televisiva del 24 de agosto último, Claudia estaba con una amiga, cómodamente instalada en la platea, viendo un desfile de ropa interior y deportiva de Class Life.
Muchas Claudias
Hay una Claudia que todas las mamás del colegio de sus hijas recuerdan con mucho cariño. “Era un placer cuando Dalma invitaba a una compañerita. Claudia te la devolvía con la ropa lavada, planchada, y a la nena bañada y con el pelo impecable”, rememora una de ellas. Los cumpleaños eran una superproducción; cada detalle estaba cuidadosamente pensado: el cotillón, los souvenirs, los animadores, los vasitos haciendo juego con las servilletitas. Y no se quedaron atrás, cuando fueron más grandes, con los pijama-parties organizados en su casa. Pero nada le dio tanto trabajo, además de su marido, como organizar el cumpleaños de quince de Dalma Nerea, en abril de 2002.
Fue en la Bombonera y hubo 300 invitados (130 chicas y 150 adultos). Claudia supervisó todos los detalles. Marcelo, del staff de Miguel Romano, las peinó a ella y a sus dos hijas, y las maquilló Juan Carlos López, el mismo que maquilla todos los días a Susana para su programa. La diseñadora Ivana Picallo se encargó de vestir a las tres mujeres y Ricky Sarkany, de calzarlas. Claudia eligió un vestido en azul; en ese momento estaba muy delgada. Maradona se vistió en Matices. Tito Samelnik, su dueño, también se ocupó de hacerle, en menos de cuatro horas, el traje y la camisa. En el centro de la cancha se montó una gran carpa blanca que fue ambientada especialmente por Armando Casón con alfombras, antorchas y velones blancos. Famosos como Ricardo Darín, con Florencia Bas y sus hijos; Luciano Pereyra, Sergio Goycochea y el elenco de Cebollitas acudieron a la cita. No faltó la pantalla gigante en la que pasaron el video con la historia de la homenajeada. Hubo fuegos artificiales y emoción. El catering estuvo a cargo de Eat, y no faltó nada, desde sushi hasta los más exquisitos manjares dulces. Porque Claudia se pierde con los dulces. Tocaron Los Piojos su clásico Maradó, Los Auténticos Decadentes y Luciano Pereyra. El souvenir consistía en una coqueta caja con una muestra del perfume de la cumpleañera: Eau de Parfum Dalma Maradona fue la fragancia creada para la ocasión.
Mamá y amiga
Claudia siempre llevó a las chicas al colegio. Siempre. Tanto cuando iban al Dailan Kifki como después, cuando fueron al primario y al secundario en Pueblo Blanco. Hoy Dalma está en 5º año, y hace poco hizo su viaje de egresados a Bariloche, con sus compañeras del St. Edward’s, al que concurre desde hace dos años. Y Gianinna está en 3er. año del colegio de siempre.
Claudia llega puntual a las reuniones de padres. Antes y ahora. Discute con los demás, les replica a las maestras. Y todos saben que colabora más que nadie. Para el viaje de egresados de la primaria de Gianinna fueron a Córdoba, y Claudia consiguió precios especiales para toda la clase de su hija menor. Cada vez que se organiza un asado en el colegio, ofrece la carne que a ella le regalan. Es más, comparte las ventajas de llamarse Maradona. Más de una vez les ofreció a las mamás los descuentos que le hacen en las tiendas de ropa. Siempre seguida por las cámaras, a las que detesta. Se desespera todavía hoy cuando la esperan los camarógrafos frente al colegio. Le da vergüenza molestar a los demás padres.
También está la Claudia que se rodea de sus amigas, que le arman un séquito infranqueable: María Inés, Flora, Masu, Silvana y Lili, que la acompañó en su viaje a España para la entrevista que dio en el programa Salsa rosa, por el canal español Telecinco, el 26 de junio último.
“La decisión de internarlo fue tomada conjuntamente por la familia, ya que si no hacíamos una internación seria, Diego se moría, como nos habían advertido los médicos”, dijo entonces. “Diego fue trasladado sin saber adónde iba. El momento más difícil fue cuando le hicimos la primera visita, su hermana y yo. Cuando me iba, me rogó que no lo dejara allí, que quería marcharse (...) Ahora sólo quiere ver a sus hijas y a mí.”
Y terminó confesando: “Mientras lo pueda ayudar, seguiré visitándolo, pero eso no quiere decir que siga enamorada y que quiera volver con él”.
También en esa entrevista habló por primera vez de su enfrentamiento histórico con Guillermo Coppola. “Diego descubrió, a finales del año pasado, que su fortuna no existía, no por su enfermedad, sino por la mala administración de su apoderado, Guillermo Coppola”, dijo Claudia. “Diego nunca había desconfiado de Guillermo, pese a que yo le mostré pruebas de que algo iba mal, pero las explicaciones que pidió llegaron tarde”, aclaró.
La relación de Claudia Villafañe con Coppola siempre fue complicada. Tuvo épocas en las que se llevaban más o menos bien. Y otras en las que ella sospechaba del íntimo amigo y manager de su marido. Le parecía que los negocios no eran claros, que lo llevaba por mal camino, que juntos salían mucho y hasta muy tarde por los boliches. Que practicaba el “sí-dieguismo” y no les ponía límites a sus adicciones. Todo empeoró cuando Coppola conoció a su novia, Analía Franchini, la única mujer que influye sobre Guillermo.
También está la Claudia más sexy. La que admira a Susana Giménez. Con la ropa de Versace o la última cartera Louis Vuitton. Siempre rubia, como Susana. Siempre un poquito ajustada, como la diva. Tiene una peluquera particular que la peina y la tiñe en su casa. No es complicada para hablar de sus cirugías; contó su operación de várices y comparte nombres de dietistas, porque, como todas las argentinas, siempre está a régimen. Claudia adora las pastas caseras y muere por los dulces. Cuando su vida queda expuesta, no puede tener una caja de bombones ni una bandeja con brownies cerca. Entrena en el Vilas Club, en Palermo, lunes, miércoles y viernes. Cuando lo hace, desayuna mate con clara de huevo. Cuando no, prefiere una tostada con queso.
Ella y sus amigas siempre están al tanto de lo último en cuestiones de moda y en cirugía plástica. Cuando se operó las lolas y la nariz no fue un secreto. Las lucía y recomendaba a López Carlone, el mismo que operó a Susana Giménez... Cada vez que Claudia se ponía más linda, Maradona se ponía más celoso. Todavía hoy, ya separados, el 10 se vuelve loco cuando alguien se anima a decirle un piropo. Se sabe que alguna vez llegó a contratar detectives para seguirla. Porque Maradona no está tan dispuesto a que Claudia se tome las mismas libertades de las que ha disfrutado él. Bueno es recordar cuando Claudia fue a Sábado bus, el programa de Nicolás Repetto, en junio de 2001. Maradona justo estaba en Buenos Aires y armó un escándalo. Alguien le contó que Repetto le hizo “dar la vueltita” a Claudia para que mostrara su físico, su ropa, y que la halagó.
Cuando Maradona habla ahora de Claudia, ¿recordará que ella se internó en la Clínica del Sol, sin él, pero con Coco y Ana María Villafañe, para tener a sus dos hijas? Su ginecóloga de siempre, Susana D’Elía, la ayudó ese 2 de abril de 1987, cuando nació Dalma Nerea, por parto natural, y pesó 4,300 kg. Y € lo mismo pasó el 16 de mayo de 1989, cuando nació Gianinna Dinorah, su segunda hija.
Cuando Maradona hoy habla de Claudia, ¿recordará a la que se casó con él el 7 de noviembre de 1989, que entró en el Luna Park del brazo de su padre con el modelo que le creó Elsa Serrano? Para el casamiento vinieron 1100 invitados, que fueron ubicados en 84 mesas; hubo 144 metros cuadrados de pista de baile, 80 chicas en minifalda como comité de bienvenida, 120 mozos, muchos langostinos, una torta de 150 kilos. A bordo de un Dodge Brother 37 –beige, descapotable–, el matrimonio fue seguido por un raid de periodistas, fanáticos y curiosos durante todo ese martes en Buenos Aires. Del registro civil al Sheraton, del Sheraton a la fiesta (pasando por Güerrin ¡para comer una porción de mozzarella!). Entre otros regalos, Maradona recibió un Mercedes Cabriolet y un reloj de diamantes.
El casamiento, cuya invitación decía: “Dalma Nerea - Gianinna Dinorah junto a sus abuelos Diego Maradona - Dalma Salvadora Franco de Maradona y Roque Nicolás Villafañe - Ana María Elía de Villafañe participan a Usted el casamiento de sus padres”, alegró mucho a los padres de Claudia, que querían que se casara con papeles de una vez por todas.
Pero los papeles no evitaron que él olvidara nombrarla en su partido homenaje, el 10 de noviembre de 2001, cuando ella lo miraba desde el palco.
Después le pidió disculpas. Pero el dolor ya era insoportable. A ese Diego ella le teme. Porque, en realidad, Claudia Roxana Villafañe, de 43 años, acuariana, recién ahora está pudiendo hacer su vida, después de 26 años de relación con Diego Maradona.
Un día en su vida
Claudia se levanta todos los días, como siempre, a las 7 de la mañana. Vive en su tríplex en Villa Devoto con sus hijas, Dalma y Gianinna. Después de dejar a las chicas en el colegio, se instala en el Vilas Club y sigue una rutina que le indican los profesores. Sube a la camioneta Montero plateada y vuelve a la casa para almorzar. A la tarde, se va al taller de confección que maneja con dos amigas. Hacen ropa interior, remeras y pijamas para distintas marcas. Y les va bien.
Porque Claudia es muy rigurosa. Se toma muy en serio cada cosa que hace. También se ocupa de Angeles Producciones, que ya puso en cartel El último de los amantes ardientes, Parecen ángeles y Pijamas. En esta última obra conoció al actor Claudio Taiana y le adjudicaron un romance. Ella no dio lugar ni siquiera a una desmentida.
A las cinco de la tarde vuelve a su casa para estar cuando las chicas llegan del colegio. Paga los impuestos, hace las compras en el supermercado. En su agenda no hay ningún turno con un psicoanalista; Claudia jamás hizo terapia. Ni siquiera cuando hace un año presentó la demanda de divorcio. No confía en nadie.
Hoy el enemigo número uno de Claudia y de la familia es Alfredo Cahe, el médico de Maradona, porque no le pone límites y ejerce el “sí-dieguismo”.
Y así se lo hizo saber al vocero presidencial, Miguel Núñez, cuando la llamó para consultarla sobre la entrevista que Maradona había pedido con el presidente Néstor Kirchner.
Por eso, no le parece la mejor solución que el 10 viaje con su médico de cabecera. Muchos no saben diferenciar entre la obsecuencia y el miedo. Claudia desconfía porque hay muy poca gente que se le acerca sin doble intención, y esta situación la deja en un lugar de soledad profunda.
Ella no cree en la obsecuencia; la detecta enseguida. Ya sabe los estragos que provoca.
Por Any Ventura
Para saber más
ww.diegomaradona.com/noti cias/29-06-04.html
Ella es...
- Claudia Roxana Villafañe nació el 22 de enero de 1962, en Floresta. Hija de Ana María Elía, ama de casa, y de Roque Nicolás Villafañe, colectivero.
- Estudió en el colegio para niñas San Rafael, en la Capital Federal, donde se recibió de perito mercantil.
- En 2001, en una encuesta de la Revista, dijo que lo único que le daba miedo era que a sus hijas les pasara algo. "Que me pase cualquier cosa a mí, pero que a ellas nunca les suceda nada.”
En forma
Claudia Maradona es una mujer coqueta. Le gusta salir de noche, pero mantiene siempre su perfil bajo. Uno de los restaurantes que elige es Santino, en Las Cañitas, donde respetan su intimidad. Entre sus actividades predilectas está la danza: toma clases de salsa junto a sus amigas y, cada fin de semana amenaza a sus hijas con acompañarlas en sus salidas. Es muy compinche con ellas, con las que habla de todo: sexo, drogas, novios.
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