La mayoría fueron propuestas por la revista Gente desde Punta del Este... pero duraron poco más que un suspiro.
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El nombre “cola-less” es una creación nacional. No existe en ninguna otra parte del mundo. Es una palabra inventada en la redacción de la revista Gente para definir un estilo, una forma de llevar el traje de baño. En su momento fue un neologismo. Hoy es un cronolecto: una variedad lingüística que delata la edad de quienes la utilizan. Surgió de un razonamiento básico pero errado: “Si no usar top se llama topless, mostrar la cola tiene que ser cola-less”, concluyó una editora experimentada. Fue utilizada por primera vez en el verano de 1984 junto a la imagen de una modelo hasta entonces desconocida: María Josefina Papina Fabbri.
La historia fue contada por su protagonista en las páginas de la revista ¡HOLA! Argentina: “Todos creen que mi primer retrato en cola-less fue para Gente, pero no es así. Ellos inventaron el término cola-less y me instalaron como personaje, pero la primera foto salió publicada en Para Ti. Me la sacó un fotógrafo, que enloqueció cuando me vio caminando hacia la orilla con la bombacha metida adentro del traste”, recordó la ex mannequin.
–¿Y cómo se te ocurrió usarlo así?, le preguntaron.
–Más que una ocurrencia, fue una cuestión del azar. Ese día hacía mucho frío en la playa y me puse a bailar para entrar en calor. Como el traje de baño era finito, se cavó. La temporada ya había empezado en Uruguay y el equipo de revista Gente, que eran de la misma editorial, me llamó para hacer nuevas fotos en la playa. Yo ni sabía que iba a ser tapa.
El país habló de Papina Fabbri y su cola. Fue uno de los primeros reflejos del destape argentino en las revistas. Ese mismo verano se realizaron otras producciones con otras modelos que hicieron creer que el “cola-less” realmente existía y estaba de moda.
En 1985 las playas de Punta del Este se llenaron de “cola-less” espontáneos. Los Abuelos de la Nada grabaron su quinto álbum, “Cosas Mías”, y en el track siete incluyeron la canción “Tu cola-less”. Efectivamente, se había convertido en tendencia. Los enviados especiales de revista Gente redoblaron la apuesta: fueron con una modelo a la misma playa donde Papina Fabbri había patentado el primer “cola-less” y la retrataron haciendo topless. En todas las fotos aparecía de espaldas, sugiriendo, jamás mostrando. Así, intentaron generar una guerra de tendencias: “Cola-less versus topless”, titularon. Pretendían hacer creer que la gente iba sin corpiño a la playa. Todo sucedía en Montoya, que definían como “la playa más audaz de Punta del Este”. El topless no prendió: 32 años después, en Necochea, veinte policías expulsaron a tres mujeres de la playa por tomar sol sin corpiño.
Uno de los intentos más absurdos por imponer una tendencia fue el “cola-flúo”. Solo queda registro en los archivos papel, en las colecciones de las revistas de 1986. Surgió, también, en la redacción de la revista Gente, con la intención de generar una fiebre similar al “cola-less”. ¿Qué fue el “cola-flúo”? La moda, que nunca llegó a instalarse, pretendía que las chicas que ya practicaban “cola-less” se pintasen los cachetes de la cola con bronceadores flúo. Corazones, dibujitos, símbolos de cualquier tipo. Se hicieron un par de producciones con modelos, pero nunca contagiaron al público.
En el verano de 1987, los enviados especiales de la revista a Mar del Plata -ciudad que había quedado relegada en todo lo que refiere a moda y tendencias- quisieron revivir el “cola-flúo” con una nota que buscaba generar polémica: juntaron a cuatro modelos locales, las fotografiaron de espaldas, y le imprimieron encima el título “En Mar del Plata no nos pintamos la cola”. El debate, como el “cola-flúo”, pasó sin pena ni gloria.
Sin embargo, lo más revelador de la temporada fueron los “top stickers”. Eran calcos importados que pretendían reemplazar los corpiños de las bikinis. Si bien nunca llegaron a la playa, sirvieron para ilustrar las tapas de las revistas: Susana Traverso posó con ellos para La Semana, mientras que Adriana Brodsky y Merlina Licht se animaron a lucirlos en Gente.
Después de los “top sticker”, al año siguiente, llegó el “cola-sticker”: una bombacha sin cintas, que se adhería a la piel con pegamento. La propuesta, inviable, sólo se usó en producciones de moda, con modelos profesionales.
En 1990, Gente trajo una nueva propuesta: el “look int”, que consistía en bajar a la playa con ropa interior en lugar de traje de baño. Recuerda Pancho Dotto: “Esto empieza en Solanas. Estaba con Inés Rivero, Elizabeth Márquez y Vicky Noceti. Las chicas se iban a cambiar, a poner la bikini, pero finalmente resolvieron meterse al mar en ropa interior. Un periodista nos vio, quedó fascinado con el look y nos propuso hacer una producción de moda. Yo estaba encantado, me venía bien porque uno de mis sponsors era Caro Cuore. Las fotos las hicimos en Montoya con seis modelos mías: Valeria Mazza, Vicky Noceti, Sofía Pereyra, Julieta Kemble, Araceli González, Solange Bosch y Andrea Bursten, todas vestidas por Caro Cuore”.
Como la mayoría de las tendencias que lo precedieron, el “look-int” tampoco prosperó.
Quizá la tendencia más absurda e inusable fueron los “hot jeans”. “Llegaron para quedarse”, anunciaba Gente en el 2000. Eran vaqueros rotos, a los que les faltaba casi todo. Ponérselos suponía un desafío titánico. Las chicas que los lucieron en tapa fueron Julieta Prandi y Susana Sadej. El copete de tapa sugería que se trataba de una tendencia importada: “Es la moda que irrumpió en septiembre en las pasarelas de Nueva York y que hará furor en nuestro verano. Su creadora es Betsey Johnson, una diseñadora norteamericana famosa por provocar”.
Antes, después y en el medio de las tendencias recién mencionadas, siempre en verano, se colaron los “microbikinis” (mínima expresión en cada una de las dos piezas), las “trikinis” (bikinis con las dos piezas unidas, pero sin llegar a ser una enteriza), las transparencias... El 26 de diciembre de 2000, en sus “Ondas del verano”, Gente trajo una nueva sugerencia: las bikinis con breteles y tiras de siliconas transparentes. No le puso nombre. Lo más revelador de la propuesta fue la modelo: una joven llamada Carolina Ardohain, que hacía su primera aparición en tapa y que pronto se convertiría en Pampita, un verdadero fenómeno.
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