
David Fincher, el manipulador
Le gusta lo provocador y lo violento, aunque "sin generar incomodidad". De El club de la pelea a House of Cards y Perdida, encuentro cara a cara con un director oscuro
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LOS ÁNGELES.– Nada es lo que parece en el universo de David Fincher. "Soy un gran manipulador", confiesa con la certeza de quien declara un prematuro jaque mate. Arquitecto de atmósferas, de certidumbres expuestas y de dualidades que derrumban realidades fingidas, Fincher es el pervertido mental que Hollywood aún necesita. "Lo he sido por más de veinte años. Soy el director oscuro, que coquetea con lo supuestamente siniestro de la mente humana." Lo dice como si estuviera repitiendo el eslogan de un producto a vender. La puesta en juego es más que clara. Fincher necesita medir a quien tiene enfrente y con la complicidad del haz de luz natural que lo alumbra, como si estuviera a punto de ser abducido de su propia oficina en Los Ángeles, contraataca: "¿Vos qué pensás?"
Veinte cuadras separan el Paseo de la Fama, donde miles de estrellas de cinco puntas revisten el suelo del Hollywood Boulevard, de la oficina del hombre que fue capaz de quitarnos el sueño con el juego macabro propuesto por Jon Doe, en Pecados capitales; de develar la autodestrucción como un modo de vida en el cuerpo de Tyler Durden, en El club de la pelea, y de sumergirnos en la manipuladora ejecución de Frank Underwood en House of Cards, la serie que produce para Netflix.
De fachada sobria, con una pequeña torre que hace la diferencia y descubre el encanto de la arquitectura dispuesta por John B. y Donald D. Parkinson a comienzos de los años 20 (también sirvió de escenario a la memorable Los Ángeles al desnudo), se alzan las paredes que resguardan el centro operativo de Fincher. La Nación revista cruzó el umbral donde este director intimaba los detalles de su último film: Perdida, que se estrenó el jueves último.

Anotaciones hechas en post it de colores varios y fotos de alguna que otra escena cubren por completo la mesa del cuarto que está pegado al microcine. Antes del encuentro con el director, se pautó un footage (exhibición del film sin el corte final). Cómodos sillones de color crema acompañados por pequeñas mesitas en negro y una amplia pantalla de alta definición generan la envidia de quienes sueñan con tener su propio cine en casa. Las luces se apagan. Las imágenes comienzan a sucederse ante una única espectadora. Los interrogantes se abren.
Minutos después, sale al encuentro el hombre nacido en Denver, que con jeans y zapatillas está más cerca de lucir como un profesor universitario que de un pervertido mental. Ubicados en su amplia oficina se arroja en unos de los dos sillones que bordean una extensa mesa ratona cargada de libros de arte, entre los que sobresale uno dedicado al pintor estadounidense John Curry, conocido por representar en sus pinturas el estilo de vida de Kansas.
"¿Qué te pareció?", pregunta en el mismo instante que entrelaza las manos detrás de la cabeza y apoya los pies en el borde la mesa. Atento escucha la respuesta y degusta el placer de saberlo todo, ante los interrogantes de una espectadora que necesita resolver el misterio del film inspirado en el libro homónimo de Gillian Flynn, y del que Stephen King afirmó: "Un retrato hilarantemente aterrador del matrimonio, que hará reflexionar al lector sobre quién es en realidad la persona que duerme al otro lado de la cama".
A diferencia de otras adaptaciones llevadas al cine, Perdida cuenta con un final totalmente diferente al de la novela, con el plus de que la misma Flynn fue la encargada de hacer borrón y cuenta nueva y, de yapa, oficiar de guionista.
Imagino que no habrá sido nada fácil convencer a Gillian Flynn de hacer un final nuevo.
No hubo que derrumbarlo todo. Gillian entendió el espíritu del film y se embarcó en la propuesta laberíntica y de giros inesperados que contiene la historia. Obviamente mantuvimos situaciones intactas de la novela, pero mi búsqueda era la de explorar aún más en los personajes, en las relaciones entre ellos.

Coincidiendo con su quinto aniversario de casados, Nick Dunne (Ben Affleck) comunica que su esposa, Amy (Rosamund Pike), desapareció. Tras la presión de la policía y el revuelo mediático, el retrato de la feliz unión comienza a tambalearse.
"Siempre me interesó indagar y profundizar en las relaciones y por sobre todo en las reacciones que se generan. En La chica del dragón tatuado (su película anterior, inspirada en Millenium, la trilogía escrita por el fallecido Stieg Larsson), de fondo estaba el misterio del asesino en serie, pero lo que más me tocó fue el lazo que unió a personajes tan diferentes, como los de Daniel Craig y Rooney Mara."
Y en Perdida, ¿qué une a Affleck y a Pike?
Toda la historia está atravesada por la manipulación, ése es el eje, como un cuidado juego de ajedrez. Es curioso ver hasta dónde se puede llegar a empujar a otros a situaciones extremas. Creo que lo más interesante, y de hecho es algo que siempre me ha movido, es ver cómo creemos que somos, cómo otros nos ven y cómo creen que somos.
Hablando de manipulación, ¿cómo traza la reacción del público?
No pienso en términos de manipular a la audiencia. Jamás lo hice. Quiero que mis películas le den la chance a la gente de sentir y pensar por sí misma. Quiero provocar en el espectador una catarsis emocional, ése es el tipo de cine que me interesa, el que deja cicatrices, pero para lograrlo no lo hago a través de la manipulación, sí lo forjo desde lo excesos.
¿Trabajar desde los excesos e ir a los extremos forma parte de su estilo?
Puede ser. La provocación me mueve, pero sin incomodar.
¿Existe un estilo Fincher?
Hmm... ¿Vos qué crees? Espero que sí, pero no trabajo de manera intencional para definir un estilo; tampoco me veo a mí mismo como un autor, sino como un colaborador, como parte de un equipo.

¿Y la violencia es parte de su sello? (más allá del paréntesis de El curioso caso de Benjamin Button y Red social, su filmografía incluye un alto grado de violencia).
Intento que el espectador no quede indiferente ante una escena de violencia, pero necesito que sí sea un aporte al desarrollo o la comprensión de la historia. Todo lo demás me resulta innecesario.
En Perdida, ¿la violencia está presente en diversas formas?
Todo el tiempo. Hablamos de manipulación y esa violencia atraviesa toda la película.
El hombre, que es uno de los directores más admirados del cine norteamericano de las últimas dos décadas y que ha incursionado en todo tipo de géneros y temas, hace una pausa. Detiene el tiempo y lejos de plasmar esas atmósferas apocalípticas que empujan a sus personajes urbanos a una violencia extrema, vuelve a hacer referencia a su estilo. "Me parece que lo que me hace reconocible es mi forma de trabajar. Soy muy abierto –reconoce–. Soy de los que opinan y escucha. Me gustan las contrapropuestas, rodearme de gente talentosa y de amigos."
Uno de los que encabeza la lista de amigos es Brad Pitt, a quien dirigió en Pecados capitales, El club de la pelea y El curioso caso de Benjamin Button.
Las actuaciones en sus films suelen ser destacadas. Hay quienes destacan su talento como director de actores.
No creo eso. La verdad es que siempre conté con muy buenos actores, dispuestos a ir más allá. Me gusta el actor que es capaz de arriesgarlo todo, de pedir más de lo que uno le exige, de cruzar los límites. Soy de los que apoyan a los actores para que se sientan libres de darlo todo.
Muchos de los actores que lo arriesgaron todo se transformaron después en superhéroes. Están los Hulks que hicieron Edward Norton (El club de la pelea) y Mark Ruffalo (Zodíaco); el arácnido Andrew Garfield (Red social), el indiscutible Iron Man, compuesto por Robert Downey Jr. (Zodíaco), y ahora Ben Affleck, que será el nuevo Batman.
No lo había pensado. Bueno, también dirigí a James Bond [hace referencia a Daniel Craig en La chica del dragón tatuado].
¿Se imagina haciendo una película de superhéroes? Debería ser un personaje bastante oscuro.
No es algo que esté en mis planes, no lo sé. Debería tener una buena historia, quizás un relato que me permita indagar en lo más oscuro de la mente humana [deja abierta la respuesta].
Diecinueve años tenía David cuando dio sus primeros pasos en el cine, lo hizo en Industrial Light & Magic (ILM). Decidido y sin pasar por ninguna universidad, en 1983 dejó ILM y se lanzó como realizador en el mundo publicitario (trabajó para Adidas, Coca-Cola y Nike). Pronto llamó la atención con un comercial de la Sociedad Americana del Cáncer, en la que mostraba un feto fumando un cigarrillo. Las puertas no tardaron en abrirse. Tras dirigir el documental The beat of the live drum, con Rick Springfield, en 1985, Fincher se afianzó como realizador de videos musicales para artistas de la talla de Madonna, Aerosmith y los Rolling Stones, hasta llegar a su primera película, Alien 3, en 1995.
¿Siempre soñó con ser director de cine?
Desde los 8 años.
¿Es cierto que la decisión la tomó tras ver el documental sobre la realización de Dos hombres y un destino [Butch Cassidy and the Sundance Kid], la película con Robert Redford y Paul Newman?
Fue como descubrir el último truco de magia. ¿Cuántas otras cosas podían sorprenderme?
Dice que la pasión por el cine se la debe a su padre, Howard Kelly Fincher, periodista y publicista de la revista Life. Juntos compartieron inolvidables matinés. Aquellas clásicas funciones cambiarían su vida para siempre.
¿El cine sigue sorprendiéndolo?
No de la misma manera que cuando tenía 12 años, cuando era capaz de ver infinidad de veces una misma película y no dejaba de sorprenderme. Por suerte, aún hoy hay quienes todavía tienen algo bueno que decir y encuentran la manera de contarlo. Uno ya no se sorprende de la misma forma, pero hay momentos, escenas, que sí son capaces de hacerlo.
Como buen buceador en el alma de la naturaleza humana, desde la comodidad de su sillón, Fincher arremete con cierta malicia: "Qué más puede sorprenderte que el hombre mismo."
YENDO DEL CINE A LA TELE. De House of Cards a Utopía, su nueva apuesta
Fue con House of Cards, la celebrada serie de Net-flix, que Fincher se aventuró en el universo televisivo. Lo hizo como productor ejecutivo y director de los dos primeros episodios. La respuesta fue excelente y consolidó la tendencia que tiene como protagonistas a directores de cine haciendo de las suyas en otros soportes, como la televisión.
Ya no hablamos de excepciones, sino de una riquísima migración, ya sea como directores o productores, que tiene entre sus filas a Steven Soderbergh (The Knick), M. Night Shyamalan (Wayward Pines), Guillermo del Toro (The Strain), Alfonso Cuarón (Believe), Sam Mendes (Penny Dreadful), Steven Spielberg (Falling Skies), los hermanos Coen (Fargo) y Martin Scorsese (Boardwalk Empire), entre otros.
Su amigo y colega Steven Soderbergh cree que la revolución cultural pasa por la televisión. ¿Cree que es así?
Es muy probable que si hoy pensamos en un icono, éste provenga de la televisión, podemos referirnos a Tony Soprano (Los Sopranos), Walter White (Breaking Bad) y Francis Underwood (House of Cards). La televisión ofrece otros tiempos de desarrollo y, sin duda, permite indagar y explorar aún más en los personajes. Las historias se construyen y se desarrollan de otra manera.Los personajes tienen más tiempo de pensar.
¿A qué se refiere?
En una serie, Luke Skywalker tendría el tiempo necesario para analizar cada acción, reflexionar sobre su pasado, su futuro y quizá no se sorprendería ante la sorpresiva confesión de su padre. En cambio, en el cine debe mantenerse el drama, la acción inmediata, la sorpresa; no tengo el tiempo para hacerle saber a la audiencia por qué hace lo que hace.
Tras Perdida volverá a trabajar con la escritora Gillian Flynn en la versión norteamericana de la serie inglesa Utopía, que se verá por HBO a fines de 2015. "Es muy interesante la propuesta. Se centra en teorías conspirativas que surgen de una novela gráfica. Es verdaderamente inquietante", dice de la producción que se consolidó como la gran sorpresa de la televisión británica.
Según rumores que lo tienen como protagonista, Fincher no descarta la posibilidad de trabajar con el escritor y guionista James Ellroy en un policial ambientado en los años 50, en Los Ángeles. Parece ser que también pondrá manos a la obra a un viejo proyecto con Charlize Theron, sobre la investigación de asesinatos en serie.
¿Volverá a dirigir algún capítulo de House of Cards?
Ya no pude hacerlo en la segunda temporada, porque estuve metido con Perdida, y en la tercera sólo estaré presente como productor ejecutivo.
MUY PERSONAL. Un cineasta meticuloso, obsesivo y autodidacta
David Fincher nació en Denver, Colorado, el 28 de agosto de 1962. Hijo de Claire Mae, una enfermera de salud mental, y Howard Kelly Fincher, periodista y publicista que trabajó para la revista Life.
A los dos años se mudó al condado de Marin. En esa zona vio junto a sus amigos a George Lucas filmar American Graffiti (1973).
Mientras cursaba el secundario trabajó como proyeccionista en un cine local. Finalizada la escuela, trabajó para Korty Films, donde participó en la película de animación Twice Upon a Time (1983). Después se unió a la empresa de efectos especiales de Lucas, Industrial Light and Magic, donde trabajó en Stars Wars, el regreso del Jedi (1983) e Indiana Jones y el templo maldito (1984).
Luego hizo publicidades. Una de las más recordadas es la que hizo para la Sociedad Americana del Cáncer, donde mostraba a un feto fumando.
A mediados de los 80 cofundó la productora Films Propaganda. Al tiempo se destacaría como realizador de videoclips (Love is Strong, de los Rolling Stones; Express Yourself, Vogue y Oh Father, de Madonna; Janie's Got a Gun, de Aerosmith, y recientemente Suit & Tie, de Justin Timberlake y Jaz-Z).
Como realizador debuta en 1992, con Alien 3. Luego le seguirían Al filo de la muerte (The Game, 1997), El club de la pelea (1999), La habitación del pánico (2002), Zodíaco (2007), El curioso caso de Benjamin Button (2008), Red social (2010), La chica del dragón tatuado (2011) y Perdida (2014).
En televisión dirigió los dos primeros episodios de House of Cards, serie de la que es productor ejecutivo.






