Su población se estima en más de 2000 millones de ejemplares; la piel del anfibio libera veneno y mata de un ataque al corazón a los animales que entran en contacto con ella
Hay pocos animales más despreciados en Australia que el ibis blanco. Se ganó el apodo de “pollo de la basura” por su propensión a buscar comida donde puede, como en basureros o, incluso, quitándole comida a la gente de las manos. Pero, al parecer, este pájaro encontró una manera de mejorar su reputación.
Los sapos de caña fueron introducidos en Australia en la década de 1930 y, como no tenían depredadores naturales en el país, causaron estragos en las poblaciones de animales nativos. La piel del sapo libera veneno cuando se siente amenazado, y mata de un ataque al corazón a la mayoría de animales que entran en contacto con ellos.
De ahí la sorpresa de Emily Vincent cuando comenzaron a llegarle fotos y videos de ibis blancos “jugando” con estos anfibios venenosos. Vincent, que dirige los programas de especies invasoras en la organización benéfica ambiental Watergum, dijo que este comportamiento fue reportado en toda la costa este de Australia. “Un ibis le dio vueltas a los sapos, tirándolos en el aire, y la gente simplemente se preguntaba qué diablos hacían”, señaló a la BBC.
“Después de esto, siempre limpiaban los sapos en la hierba mojada o bajaban a una fuente de agua cercana y enjuagaban los sapos”, agregó. Ella creyó que era evidencia de un método de “estresar, lavar y repetir” que las aves desarrollaron para librar a los sapos de sus toxinas antes de tragarlos enteros. “Realmente es bastante divertido”, apuntó.
Aves inteligentes
No fue la primera vez que se vio a las aves comiendo sapos de caña, le dijo a la BBC el profesor de la Universidad de Macquarie, Rick Shine. Parecen ser menos susceptibles al veneno que otros animales, como lo son las serpientes, los mamíferos o los cocodrilos. Pero pueden morir si los consumen en exceso. Además tiene un sabor “horrible”, destacó el profesor Shine.
A medida que estos sapos se extendieron por Australia, aves como los halcones y los cuervos descubrieron rápidamente cómo comérselos alrededor de las glándulas venenosas que tienen en los hombros. Ponían a los sapos de espalda y les sacaban los intestinos, sin tocar las glándulas.
Pero esta es la primera vez que el profesor Shine, que estudió sapos durante 20 años, escuchó hablar de pájaros que usan un un método como ese para comérselos enteros. “Los ibis tienen una reputación injusta... [pero] esto demuestra que son pájaros inteligentes”, dijo, por su parte, Vincent. “De hecho, obligaron al sapo de caña a deshacerse de la toxina en sí, no tuvieron que mutilarlo de ninguna manera. El sapo de caña les hace todo el trabajo”, adhirió.
Controlando la población
Tanto Shine como Vincent vieron como una señal prometedora que los animales nativos aprendan a adaptarse a los sapos, cuya población se estima en más de 2000 millones de ejemplares. Algunas especies reconocieron lentamente a esta plaga como “una muy mala elección para el almuerzo” y hubo indicios de que otras experimentaron cambios genéticos que las hacen menos susceptibles al veneno. Y luego están los animales como el ibis, que descubrieron cómo comer sapos de manera segura, lo que podría ayudar a controlar a su población.
“Tienen una capacidad de reproducción increíble... por lo que con cada sapo de caña hembra que se elimina del medio ambiente, se previenen hasta 70.000 nuevos sapos de caña cada año”, dijo Vincent. La mayor parte del trabajo pesado lo hacen animales que a Australia le encanta odiar, como el ibis, los roedores o las hormigas, señaló el profesor Shine.
“Todos esos animales hacen un trabajo maravilloso, como un ejército invisible que reduce la cantidad de sapos de caña cada año”, agregó. Y concluyó: “Así que, realmente, deberíamos estar agradecidos por algunos de estos poco queridos australianos”.
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