Cualquier persona de los años 90 recordará a Marta Ballina, y si era muy chico pero hoy va a un cotillón a comprar insumos para hacer tortas a sus hijos, encontrará la pasta para forrar tortas "Ballina". "Es que la cocinera y conductora armó un gran negocio, decir que estudiaste el Sistema Ballina Sugarcraft te da prestigio", asegura, con un nudo en la garganta, una de sus discípulas, Adriana Moretto.
Adriana es uruguaya, pero hace 35 años que vive en Argentina y tiene su taller donde enseña decoración de tortas. "Empecé esto como un hobby, antes, cuando uno era más chico te hacían estudiar una carrera por decreto familiar y un hobby o un deporte. Yo como hobby elegí la decoración de tortas y como carrera la arquitectura. Pero con el tiempo uno se va inclinando a lo que más le gusta más allá de los decretos familiares", recuerda Adriana que estudiaba en su ciudad natal lo que llamaban "Arte en azúcar" pero ella soñaba con venir a Argentina y hacer un curso con Marta Ballina que era su ídola. Así que cruzaba a nuestro país para hacer algunos cursos hasta que se casó a los 20 años con Jorge y se vino a vivir a Acasusso, en Zona Norte. Enseguida tuvieron a Valeria y luego a Valentín. Sus padres también se vinieron y pusieron una peluquería donde Adriana, tenía su espacio para sus clases y dividía su tiempo entre el trabajo en la peluquería, los viajes a Uruguay para rendir exámenes y terminar con la carrera de arquitectura, y la crianza de sus hijos. Un gran esfuerzo.
La decoración de tortas como profesión
"Me acuerdo una charla con mi papá que me dijo ‘Haciendo tortitas a dónde vas a llegar’, y yo siendo muy jovencita le dije ‘a donde yo sea feliz’. Y bueno, él me lo respetó pero siempre muy enojado, hasta que un profesor que tuve me propuso exponer en el Hotel Alvear y mi papá un tiempito antes de fallecer me dijo ‘Wow, la decoración de tortas es algo más interesante que hacer tortitas", cuenta Adriana que considera la decoración de tortas una profesión que recién ahora los empresarios del rubro están apoyando y dándole la importancia que tiene, que como ella define, "es crear obras de arte comestibles"
Su taller, ubicado en Martínez, está abierto todos los días de la semana, incluso sábados con algunos seminarios, los domingos con intensivos. Mientras viaja y coordina escuelas en Salta, Jujuy, Córdoba Capital, Villa Carlos Paz, Montevideo y este año se vendrán nuevas aperturas en el sur del país. "Para mí no es una escuela sino un taller de arte y se llama Alas porque creo que todas tenemos alas y hay que animarse a volar, como lo hice yo hace 30 años y fui feliz, quizá económicamente al principio cuesta y es muy difícil, pero yo soy feliz haciendo lo que me apasiona, eso sí, hay que apasionarse", aconseja Adriana.
"Mi marido trabajó toda su vida en farmacia, pero a medida que vas creciendo necesitás una mano derecha y con quien apoyarte, porque todo no se puede abarcar, desde la administración, la organización, y bueno, él decidió apoyarme a mí, es mi mano derecha y trabajamos juntos hace seis años", y se le llenan los ojos de lágrimas, se le hace un nudo en la garganta propio de quien habla de la persona que más ama en el mundo, del compañero que apostó a su felicidad, "viste que normalmente dicen que las parejas no pueden trabajar juntas, yo creo que cuando la otra persona ve que estás feliz, entonces el otro relega un poco lo suyo, yo creo que él tomó el papel de relegar lo suyo para verme feliz, apoyarme y tener yo con quien apoyarme, es fundamental".
Lo que Marta Ballina le dejó
"Admiro profundamente su sistema de enseñanza porque en el tiempo es lo que perdura y es lo que a la gente le da técnicas de trabajo. Todas las cosas que nosotros vemos ahora que están de moda, si no tenés una buena técnica no las podés hacer. Este sistema que creó junto con Nelly, su mamá, para mí es fundamental, y todas las de mi generación salimos de la escuela de Marta Balllina. Algunas seguimos con la tradición de su sistema y enseñanzas pero modifcándolo un poquito para ir actualizando y modernizando", explica Adriana, que revaloriza un sistema que con el tiempo se fue despretigiando porque la gente decía que era antiguo, pero sin tener en cuenta que las profesoras podían ir evolucionando. "Su muerte, muy joven, fue muy dura y sigue siendo dura para todas las que la conocimos. La pérdida fue muy importante no solo para nosotras, sino para todas las amas de casa, los mensajes que llegaban a la escuela eran terribles, por un tiempo fue una muerte muy sentida general porque Marta estaba metida en las casas de las familias", lo recuerda Adriana como si no hubiese pasado el tiempo.
La torta del nieto de Maradona y los hijos de Simeone
Entre sus clientes está la torta del primer año de Benjamín Agüero, los hijos de Simeone y muchísimos futbolistas, es que Adriana trabajó mucho para organizadores de eventos "está bueno cuando uno empieza con empresas organizadoras de eventos porque te entrenás para el estrés que genera esa responsabilidad y está bueno. A veces nuestro trabajo pasa un poco por el anonimato porque somos uno más de los que completamos el evento, y después ves tus tortas en las revistas y solo vos sabés que la hiciste, hasta que trabajando te vas haciendo tu propio nombre", aconseja Adriana para las que están empezando en el rubro.
Las tortas que más disfrutó hacer son las de sus hijos, que quizás no eran las más prolijas porque ellos la ayudaban, pero eran la que más la reconfortaban, y hoy lo son las de sus nietos.
En las tortas más raras recuerda una para una fiesta de Aerolíneas Argentinas donde tenía que hacer un avión lo más parecido al real y que esté en el aire, era una época donde no se trabaja tanto con estructuras y aquí le sirvió aquel título de arquitectura que había guardado en el cajón. También lo fue su primera torta para un casamiento igualitario 30 años atrás, o hacer los caballos de la torta para un club hípico.
Recuerda una torta que hizo para el faena, "de los autos locos que medía casi un metro de altura y 90cm de ancho, era toda la montaña con todos los autos. Fue muy divertida de hacer y muy estresante de trasladar porque uno con el tiempo va corrigiendo las cosas, pero cuando empezás no calculás las medidas de las puertas por ejemplo".
El detrás de una torta bien hecha
"Hacer una buena torta te lleva una semana. Por ejemplo un lunes la horneás, un martes rellenás, dejás que los sabores se integren, un miércoles cubrís y mientras va pasando todo esto tenés que ir haciendo los adornos para que se vayan secando. No es fácil hacer una torta bien hecha, tiene todo su funcionamiento. No hay nada más lindo que te encarguen una torta uno o dos meses antes y te sientes con el cliente, la imaginen y la creen juntos. Si vos trabajás de un día para el otro el resultado va a ser desastroso", explica Adriana. Es que la decoración de tortas se puso de moda, hoy todas las mamás quieren hacer la mejor torta para sus hijos, o regalar una temática para el aniversario de los abuelos, y como pasa con todo lo que se pone de moda, saltan los errores. "Hace poco empezó un programa que para mí es muy polémico, y como yo amo esta profesión me parece que es una falta de respeto. Y esto sé que me puede jugar en contra pero no me importa. Este programa se hace en todo el mundo y es bellísimo, si vos ves el de Estados Unidos, Inglaterra, México, Colombia, la gente en su casa aprende y los resultados de las cosas que hacen son maravillosas, te quedas con la boca abierta. No entiendo por qué en Argentina el comentario tenga que ser qué feo que salió, que torcido, y por qué no podemos comentar ‘viste que maravilloso lo que hizo’", es la opinión de una mujer que dedica su vida a las tortas, que viaja mucho a exposiciones de otros países y se llena de orgullo cuando ve lo bien nivelados que estamos, que tenemos profesionales excelentes que están al nivel de cualquier decorador del mundo, solo falta valorarlos un poco más.