
El fotógrafo moderno
La mirada de Horacio Coppola marca casi 70 años de arte argentino
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Horacio Coppola es una de esas personalidades que tuvieron el privilegio -y la intención- de vivir rodeada de artistas e intelectuales en un momento brillante de la cultura mundial. De ese cruce de talentos y disciplinas se nutrió una obra fotográfica que resume toda una época y marcó un capítulo fundamental de nuestra fotografía.
Cada obra que presenta en estos días el Foto Club Argentino remite a un momento de esa historia, abundante en viajes y encuentros fructíferos. La muestra, aunque modesta -son poco más de treinta copias-, recorre distintos momentos de la trayectoria del fotógrafo, y aporta una mirada de más de 60 años, entre los años 20 y los 80.
La vida y la obra de Coppola (Buenos Aires, 1906), llevan la marca de la generación del 30, años revueltos, de crisis en todos los frentes: institucional, económico, social, cultural. Pero es en esos años cuando su vocación de cazaimágenes se asienta definitivamente.
Aunque vivió a pleno la década del 20, como fervoroso admirador de los martinfierristas, los Amigos del Arte, la asociación Wagneriana y la Facultad de Filosofía y Letras, todavía su formación autodidacta lo mantiene alerta a todo tipo de estímulos.
Pero en los años 30, sin perder su avidez de conocimiento -favorecida desde la cuna por una familia de inmigrantes italianos de refinada cultura-, diversas circunstancias terminan por definir su vocación fotográfica: el debut en papel impreso, con imágenes que acompañan la primera edición de Evaristo Carriego , de Borges; las colaboraciones iniciales en la revista Sur, tituladas, significativamente, Siete temas de Buenos Aires ; los viajes a Europa, que lo ponen en contacto directo con siglos de arte; el encuentro con Grete Stern, futura esposa, y Le Corbusier, cuyo pensamiento había dejado huella en el artista desde 1929, fecha de la conferencia Acerca de la mirada de Le Corbusier sobre las casas tradicionales de Buenos Aires como formas abstractas ; los retratos en París de Joan Miró y Marc Chagall; la colaboración con Christian Zervos para el libro L´Art de la Mesopotamie , presentado en Londres, con ilimitado entusiasmo, por Henry Moore; la exposición con Stern en Sur -puntal de la fotografía argentina moderna-;y finalmente, la publicación de Buenos Aires 1936 , primer registro oficial de la nueva ciudad, encargado por el intendente Mariano de Vedia y Mitre y prologado por Alberto Prebisch.
Sus rincones porteños, tan cercanos por momentos al Fervor de Buenos Aires borgiano; los ensayos en la Bauhaus -escuela que, según confiesa Coppola, no tuvo una significación especial en su carrera-; sus visiones de los pordioseros londinenses y el paisaje rural del Vivarais, en Francia, así como las representaciones escénicas hechas con muñecas y los experimentos visuales con cubiertos deformados por el agua contenida en un vaso, todo refleja la concepción humanista del autor: la realidad, captada siempre en forma parcial, es diálogo permanente con el ojo del artista. El mundo exterior nutriendo el interior, en ida y vuelta. q
Horacio Coppola. Fotografías. Hasta el 25 del actual, en el Foto Club Argentino. Perón 1606/8. Tel. 382-8026. Lunes a viernes, de 11 a 21. Gratis.






