El hombre más buscado muestra su vida en el cine
Ante el esperado estreno internacional del film sobre Edward Snowden, un biógrafo y un abogado cuentan cómo se contactan con el “traidor número uno de los EE. UU.”
El hombre no-narco, no-terrorista más buscado en el mundo por los Estados Unidos ya tiene película propia. Se estrena en los EE.UU. el 16 de septiembre y Edward Snowden, traidor número uno de la administración política norteamericana desde que denunció por espionaje ilegal internacional a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), se prepara para vivir el evento desde el exilio, administrando su ruido mediático como un rock star en reposo, corpóreo pero inalcanzable en algún punto secreto de su guarida rusa de 17 millones de kilómetros cuadrados.
Tan promisorio parece ser Snowden, el film, que su director Oliver Stone no dudó en postergar el lanzamiento más de cuatro meses para darle la oportunidad de competir por los Oscar en febrero de 2017. Los detalles de su producción, que podrían escalar a la categoría de mito, tal vez ayuden en ese ambicioso derrotero. En 2013, Edward Snowden se fugó de su trabajo en la sede de la NSA en Hawái con un drive explosivo bajo el brazo que revelaba cómo el gobierno norteamericano interfiere millones de conversaciones de monarcas, políticos, famosos y vecinos de barrio de la ciudad más intrascendente del mundo moderno. A su delación casi suicida la ampara la IV enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que garantiza el derecho a la privacidad y prohíbe las invasiones arbitrarias a la persona y sus documentos. Aun así tiene hermanados a figuras como Hillary Clinton y Donald Trump en las ganas que tienen de comérselo crudo. Sabiendo que los pormenores de la filmación serían atractivos para piratas informáticos dentro y fuera de la NSA y la CIA, las medidas de seguridad fueron las más extremas tomadas alguna vez por el equipo del premiado director: cerraron los sistemas, trabajaron fuera de línea, usaron mensajeros de a pie que hacían entregas en mano, cifraron la mayor cantidad de documentos y se movieron en terreno analógico tanto como les fue posible.
En Snowden, Stone puso su mirada personal hacia la que define como una de las figuras más atrayentes del siglo XXI y el responsable de la mayor fisura en la seguridad en la historia de la inteligencia en los Estados Unidos. “Tomó muy en serio sus deberes como ciudadano estadounidense y les pidió a los demás que tomen en serio sus deberes cívicos. Pero ¿reconoció el costo de sus actos antes de tomar la decisión? Quise explorar qué cosas pasaron dentro de su mente”, dijo.
De negociar los detalles del film que protagoniza Joseph Gordon Levitt –3rd Rock from the Sun, That 70’s Show– se encargó la defensa de Snowden que maniobra en los Estados Unidos. Gracias al especialista en casos de abuso a las libertades civiles Ben Wizner es que Snowden y Stone se encontraron varias veces en Moscú para avanzar con el guión y la producción. El director de Pelotón y Nacido el 4 de Julio compró los derechos de dos libros para hacer su película: La hora del pulpo, que Snowden escribió junto con su abogado ruso Anatoli Kucherena, y The Snowden Files, de Luke Harding. Periodista de The Guardian, ex corresponsal en Moscú, colaborador en investigaciones internacionales como Wikileaks y Panamá Papers, Harding fue uno de los primeros en acceder al material filtrado por el exanalista. Recuerda ese momento para La Nación revista: “Estábamos en el cuarto piso de un hotel con vista al Regent’s Canal. La seguridad era extrema. Ninguna laptop estaba conectada con la red, se prohibió el servicio de habitación y pronto todo se transformó en un chiquero de tazas de café apilándose”. Habla por Skype desde su casa de Londres, en donde escribió el libro, de modo offline y archivando cada capítulo en una carpeta virtual True Cript accesible sólo a través de una larga sucesión de complicadas contraseñas. Remite a ciencia ficción, cómo probarlo, pero el periodista sostiene que en un momento, mientras trabajaba en la compu, los párrafos empezaron a borrarse solos. Las palabras se desvanecían, de derecha a izquierda una tras otra. Indignado, dejaba notas: “Lector secreto: no me molesta que leas lo que escribo, pero te agradecería que no lo borres. Gracias”.
¿No es absurdo que Snowden esté viviendo en Rusia?
Es una situación difícil. Nunca fue su intención irse a vivir a Rusia. Su plan original era viajar a Hong Kong, darle este material al periodismo y quedarse allí. Glenn Greenwald, colega en The Guardian, creyó que podría ser detenido y se lo dijo. Entonces decidió entregar este magnífico material. Luego eligió Moscú. Creo, debo admitir, que Snowden tenía un gran interés en el Kremlin. No es un espía internacional, no es un espía ruso, no podría estar mejor en ningún otro lugar que allí por el momento.
¿Tengo que estar paranoica y pensar que la NSA vigila mis correos por haberlo contactado con usted?
Nadie debería vivir con paranoia. Todos deberíamos vivir con libertad y tranquilidad. Lo que Snowden hizo fue mostrarnos estas técnicas extraordinarias, fuera de serie, que tienen los norteamericanos. Es muy fácil usar herramientas para espiar. Sin ir más lejos, a través de las cámaras que se ponen en las tablets. Eso no quiere decir que nos espían a todos, pero demuestra que si quieren tienen esa capacidad. Uno tiene que seguir hablando y escribiéndose y encontrándose, no podemos mantener reuniones dentro de una heladera. Ya sabemos que nos pueden vigilar los norteamericanos, los rusos y probablemente los argentinos. Si uno lleva una vida normal, tiene que vivir con eso y simplemente dejarlo ir. Cuando estaba en Rusia le hacía siempre la misma broma a mi jefe del Reino Unido: en medio de la conversación le hacía un ruido, crujjjshshchujjj, como de comunicación interceptada. ¿Qué más podíamos hacer? Los rusos tienen un ejército de gente, básicamente mujeres, sentadas en una estación de Moscú escuchando llamadas. No es que lo hagan todo el tiempo, pero si justo quieren escuchar tu comunicación lo pueden hacer.
Usted dejó Rusia tras revelar las famosas instancias que llevaron al envenenamiento y muerte por Polonio 210 del fugitivo de la KGB Alexander Litvinenko. ¿Vive con miedo?
No necesariamente. El Kremlin no me quiere, eso es cierto. Me dieron una patada y me echaron del país en 2011. Pero los verdaderos héroes están en Rusia: políticos, periodistas, trabajadores por los derechos civiles y gente muy valiente. Los criminales tienen una regla para los extranjeros y creen que todos los periodistas somos espías. Pero tienen reglas muy diferentes para los traidores.
¿Qué pasará finalmente con Snowden?
Mi impresión es que deberá quedarse en Rusia una larga temporada, no menos de 10 o 15 años. No porque él lo quiera, sino porque ninguna de las dos administraciones que vaya a entrar le perdonará lo que ha hecho. Más allá de artilugios, la pregunta es si filtró o no filtró esa información y la respuesta es sí, con lo que se enfrenta a una pena no menor a 150 años de cárcel. Mientras tanto, para los rusos es bueno que esté ahí. Es un personaje interesante, un pensador y una figura positiva comparada con muchos americanos. Saben cuánto enoja a los Estados Unidos Snowden en Rusia, o sea que no dejará el país fácilmente.
Obligados por las circunstancias, Edward Snowden y su entorno entienden complacidos el juego promocional al que se deben a propósito del film. Es su abogado, el chileno radicado en Madrid Gonzalo Boyé, quien habla por el joven activista cibernético para La Nación revista. Boyé es uno de los seis profesionales que tienen la espinosa misión de salvarle el pellejo. Lobo listo, despierta curiosidad: estuvo seis años preso acusado de colaborar con ETA en el secuestro del empresario español Emiliano Revilla; estudió Derecho entre rejas; el Colegio de Abogados de Madrid entonces le negó el título, pero hoy da clases en esa institución; los mismos colegas que lo denunciaron luego compartieron defensas con él; lideró una querella contra George Bush... Es eléctrico, vehemente, tiene documental propio y se mueve como tiburón por las aguas más revueltas del derecho penal mundial. Atiende desde Malasia, adonde viajó por cuestiones vinculadas con la Federación Palestina de Fútbol a propósito del affaire FIFA.
¿Por qué defender a un hombre que se enfrenta al mayor sistema político del planeta?
La pregunta la haría al revés: ¿cuántos abogados pagarían por tener esta oportunidad? Para mí, ser parte de este equipo es un desafío. No tardé ni dos segundos en decir que estaba de acuerdo. Es la defensa más complicada que uno se pueda imaginar y probablemente la de más mérito. Trabajo con este grupo de abogados desde hace mucho tiempo, en distintos lugares del mundo. Nos reunimos, planteamos el tema y todos los que estuvimos en ese momento dijimos que sí.
¿Cada uno trabaja un área específica de la defensa?
Es un equipo. Nos coordinamos, debatimos mucho y estudiamos muchas aristas entre todos. Evidentemente, lo que se pretende es encontrar la mejor defensa posible porque es la persona más buscada del mundo. Pues la persona más buscada del mundo necesita la mejor defensa del mundo, sobre todo porque es inocente.
Usted ya no contesta preguntas por e-mail.
El formato electrónico también incluye este Skype. Con formato electrónico me refiero a cualquier cosa que vaya por vía de mensaje. Es decir, las únicas conversaciones más o menos seguras hoy en día son las que se hacen en persona. Con este sistema de vigilancia masivo lo que ellos hacen es acumular datos y después utilizarlos conforme a sus necesidades. Evidentemente, nosotros somos conscientes de esto, y la parte contraria es consciente de que nunca vamos a poner nada de información en formato electrónico.
¿Podría alguien, en este momento, estar rastreando esta charla?
Cuidado, sí y no. Todos estamos metidos en la gran bolsa de espionaje y seguimiento si ese es el problema. Te pongo un ejemplo: sólo en un mes en España, en determinado período, se interceptaron 60 millones de comunicaciones. Y tienen 40 millones de habitantes. Estamos hablando de un atentado a la intimidad de todos los ciudadanos. Lo que pasa es que de pronto determinadas personas se vuelven de interés y por lo tanto sus comunicaciones son escrutadas con mayor control o dedicación. Eso no significa que esta conversación sea escrutada. Pero nos han escuchado a todos.
¿Snowden es un soplón o héroe 3.0?
Yo creo que es un ser humano con unos principios muy sólidos, que ha arriesgado su vida y su carrera por esos principios. Los norteamericanos sostienen que ha traicionado a su propia gente. No. Quienes han traicionado a su gente a través de seguimiento y espionaje masivo han sido las autoridades norteamericanas. Para revelar lo que descubrió en su trabajo Snowden se sacrificó.
A salvo hoy en Rusia, ¿qué busca?: ¿laureles, fama o solamente seguir vivo?
Si persiguiese premios, no se habría ido. Si persiguiera fama, sería absurdo hipotecar a cambio su vida. Podemos entonces ir descartando cosas. Lo que sí está claro es que él considera que uno tiene derecho a la privacidad y que las autoridades bajo la excusa de la seguridad nacional no pueden traspasar determinados límites. Los norteamericanos y otros países que colaboraron activamente con ellos traspasaron esos límites.
¿Se siente seguro o vive con el miedo a que lo maten en la primer esquina?
Que esté tranquilo y seguro es trabajo de sus abogados. Tiene recaudos, pero no es un cobarde que viva con miedo. Hoy hay que tratar de garantizarle un espacio de libertad donde pueda desarrollar su vida personal y profesional. Se mueve con calma. Los rusos han tenido la amabilidad de darle protección y residencia, pero evidentemente nosotros miramos otros horizontes: que pueda viajar, ir a distintos países, una existencia normal. ¿Puede que eso tarde muchos años en suceder? Puede. Puede también que en algún momento los Estados Unidos madure y se dé cuenta de que lo que Edward Snowden hizo fue rescatar los valores intrínsecos de la gesta fundacional de la nación.
¿Aquellos que lo quieren ver incluso ahorcado tienen contacto formal con usted?
Prefiero no expresar nada de eso, porque podría afectar a su defensa.
¿Y con usted él se encuentra normalmente?
Sí. Lo que no vamos a hacer, evidentemente, es trabajar con él por una vía que sea rastreable. Pero cuando tenemos algo que hablar nos trasladamos a hablarlo personalmente.
¿Cómo hace estando en Malasia para arreglar una cita con él?
Básicamente eso es lo que quiere saber todo el mundo [risas].
Fue una pregunta bastante tonta.
Nosotros no podemos entrar en esos detalles. Somos hombres de Letras. Edward tiene una confianza plena en su equipo y sabe que las decisiones las tomamos entre todos. Pero cuando son cosas delicadas se las consultamos, sí.
¿Merece ser uno de los hombres más buscados por los EE.UU.? ¿No se está perdiendo un tiempo ridículo en él?
Se está perdiendo un tiempo ridículo, se están perdiendo unos recursos tremendos y sobre todo se está perdiendo la vergüenza, porque lo que él ha hecho ha sido denunciar prácticas ilegales. Y lo que ocurrió es que los denunciados se transformaron en sus perseguidores. Cuando uno grita “ahí va el ladrón”, lo normal es que todo el mundo mire al ladrón, no al que gritó.
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