El Walt Disney criollo. El inmigrante italiano que inventó los dibujos animados y fundó la primera isla nudista en el Tigre
Quirino Cristiani llegó al país con cuatro años, se formó como dibujante, trabajó como caricaturista político y creó el primer largometraje animado del mundo
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En 1917, diez años antes de que naciera el famoso ratón Mickey, un inmigrante italiano inventó en la Argentina los dibujos animados.
“Siento que mi misión es divulgar la historia de mi abuelo, Quirino Cristiani. No solo los chicos la desconocen, sino que también personas grandes e incluso profesores de cine desconocen su historia. Se sabe más de él en el exterior que acá, pero bueno... nadie es profeta en su tierra”, dice Héctor Cristiani, su nieto, que agradece a Dios haberlo conocido y compartido cuatro décadas a su lado.
Vegetarianismo y nudismo: “Un adelantado para su época”
Quirino Cristiani nació en Santa Giuletta, una localidad italiana de la provincia de Pavía, a mitad de camino entre Génova y Milán. En 1900 se embarcó junto a su familia rumbo al “nuevo mundo”. Como muchos emigrantes, buscaban un futuro mejor en América, un continente que parecía lleno de oportunidades. Se instalaron en la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Almagro. Quirino tenía entonces solo cuatro años.
Aunque sus padres anhelaban que estudiara Medicina, su fascinación por el dibujo era evidente. “Contaban que él dibujaba en todos lados, incluso en las paredes del dormitorio de la casa que tenían en Almagro. En la adolescencia, hizo un paso fugaz por Academia Nacional de Bellas Artes, pero las clases de dibujo lo aburrían porque decía que solo retrataban naturaleza muerta. Por eso solía ir con una libreta al zoológico a dibujar a los animales, principalmente los monos. Él quería capturar el movimiento”, cuenta su nieto.
Rápidamente, la destreza de Quirino con el lápiz le hizo un lugar en los principales diarios y revistas de la época. Se formó como caricaturista y demostró una gran capacidad para satirizar a los políticos del momento. Pero sus dibujos, tan originales, eran un reflejo de su personalidad. “Mi abuelo era distinto, un adelantado para su época”, sintetiza su nieto. Y para dimensionarlo destaca: “Ya en 1915 era naturista y vegetariano. Esto que ahora está muy de moda, hace cien años era extrañísimo. Él era una rara avis. Imaginate que en 1920, junto con unos amigos, fundó en el Delta del Tigre la primera isla nudista, como la playa Franca de Moria pero un siglo antes”, cuenta Héctor.
“El cine es movimiento”
Hubo dos momentos importantes que marcaron a fuego la carrera de Cristiani. En 1916 realizó el primer corto animado llamado “La intervención a la provincia de Buenos Aires”.
“En esa época no se hacían dibujos para niños, todos eran dibujos políticos. El gobierno central de Hipólito Yrigoyen había intervenido la provincia de Buenos Aires, a raíz de un problema con el gobernador Marcelino Ugarte. El corto duraba alrededor de un minuto. Ugarte era un hombre muy bajito, de un metro cincuenta de altura y siempre iba vestido con levita, una galera muy alta y tacones para parecer más alto. Mi abuelo lo dibujo así. En la película está Ugarte y, de pronto, aparece una mano con un martillo de madera y un cartel que decía “Intervención a la provincia de Buenos Aires” que le pega un golpe en la galera y la galera se hunde hasta el pescuezo. Eso, tan corto, se pasaba en los cines varias veces. Era la primera vez que se veía una animación”, explica Héctor.
El trabajo de Crisitiani rápidamente llamó la atención de otro inmigrante, Federico Valle un empresario y productor cinematográfico italiano que tenía un estudio de cine en Buenos Aires. Valle no dudo en contactarse con Quirino y pedirle que dibujara algunas de sus caricaturas para incluirlas en las películas e informativos que se proyectaban en las salas de cine de aquel entonces.
“Un día Valle le dijo a mi abuelo que el cine era movimiento y que quería que el dibujo se moviera”, cuenta. Fue entonces cuando un pequeño corto de menos de 30 segundos de un dibujante francés, Émile Cohl, lo inspiró.
Cohl había realizado una animación con unos escarbadientes, lo que hoy se conoce como el stop motion, el método que simula el movimiento de objetos a través de una serie de imágenes fijas sucesivas. “Mi abuelo se dio cuenta que el secreto estaba en la forma de filmar sus dibujos para que tuvieran un movimiento natural, creíble. E inventa ‘la troquelación’. Dibujaba y recortaba sus personajes por partes. Primero hacía el torso y luego todas sus extremidades: manos, dedos y piernas. Después los unía con un hilo, como si fueran marionetas. El personaje se ponía sobre una superficie plana y mi abuelo lo iba moviendo mientras una cámara tomaba fotografías desde arriba. Así creaba el movimiento, cuadro por cuadro”, explica.
En 1917, como resultado de un trabajo muy artesanal y minucioso Cristiani realizó el primer largometraje de dibujos animados del mundo. Se llamó “El apóstol”, una película de animación muda que duraba más de 60 minutos y para la cual se utilizaron más 1700 metros de película que contenía 58.000 dibujos realizados por Quirino en 35 mm (a razón de 14 cuadros por segundo). La película tuvo mucho éxito y estuvo casi un año en la cartelera de los cines.
El film era una sátira política que contaba la historia de un personaje llamado “el peludo”, inspirado en el entonces presidente Hipólito Yrigoyen (quien justamente era apodado de esa manera). El personaje moría e iba al cielo y desde allí quería limpiar a Buenos Aires de la corrupción. Con unos rayos, “el peludo” incendió la ciudad que terminó reducida a cenizas debiendo comenzar su reconstrucción. Sin embargo, al final del film despierta y descubre que todo lo ocurrido anteriormente había sido un sueño y no le quedaba más remedio que enfrentar la dura realidad.
Si bien la película original se perdió en un incendio ocurrido 1926 y hasta el momento no se han encontrado copias, el nieto de Cristiani no pierde las esperanzas de que aparezca una reproducción del largometraje.
-Héctor, con la película “El Apóstol” su abuelo se convirtió en pionero en el mundo de la animación, incluso antes que el mismísimo Walt Disney.
-Fue el principio del cine. Esa técnica de animación mi abuelo la patentó y el registro duró diez años, hasta 1927, que fue justamente el año en el que Walt Disney salió con su ratón Mickey.
En 1931, Crisitiani nuevamente aventajó al empresario estadounidense con la primera película animada sonora: “Peludópolis, la ciudad del peludo”, nuevamente una sátira política referida a Hipólito Yrigoyen.
A la par, el caricaturista fundó Cristiani Studios, en el centro porteño, que funcionó hasta los años 60. “Había muchas salas de cine y lo ellos se encargaban de hacer las copias y el subtitulado de las películas que venían del exterior. Llegaban películas de todo el mundo. En el país había solo dos laboratorios que se dedicaban a eso y uno era el de mi abuelo”, cuenta Héctor.
Según el nieto de Cristiani, su abuelo fue parte de la época de oro del cine argentino. “En el laboratorio había un microcine y me acuerdo que de chico yo veía a Mirtha Legrand que venía al laboratorio a ver sus películas antes de que se estrenen en el cine”, añade.
-En septiembre de 1941, Walt Disney vino de visita al país para el estreno Fantasía y conoció a su abuelo ¿Cómo fue ese encuentro?
-Sí, Disney vio un acto de Peludópolis y pidió conocer a Quirino. Disney quería hacer películas sobre gauchos y lo invitó a mi abuelo para que formara parte del staff. Le propuso que viajase a los Estados Unidos, pero mi abuelo ya tenía acá el laboratorio y prefirió no ir. Pero le recomendó a otro dibujante, Florencio Molina Campos, conocido por sus típicos dibujos de Alpargatas. Molina Campos aceptó e hicieron una película, pero como imaginó mi abuelo, no funcionó por los gauchos: en Estados Unidos no entendieron qué eran, no sabía si eran mexicanos, españoles o Tribilin disfrazado...
La mayor parte del trabajo de Cristiani no fue conservado. Además de dos incendios en la década del ‘60, el nitrato de plata, material con el que se realizaban las copias, era muy utilizado para la fabricación de peines: muchas películas viejas se fundieron para transformarse en peines.
“De a poco, van apareciendo algunas películas. Quedó solamente ‘El mono relojero’, un cuento de Constancio Vigil que fue una producción para editorial Atlántida. Hace dos meses apareció el corto ‘Entre pitos y flautas’, uno de los últimos que hizo mi abuelo. Estaba en una feria y lo compró una familia. Era el corto en 16 milímetros. Fue un hallazgo. Por suerte se pudo rescatar y se transformó a 35 milímetros, que era como yo lo había visto a mis siete años en el laboratorio de mi abuelo”, dice Héctor.
Quirino Cristiani, el Walt Disney criollo, se casó con Celina Cordara y tuvieron dos hijos, Luis y Atilio, el padre de Héctor. Falleció en 1984 a los 88 años en su casa de Bernal, la misma en la que hoy habita Héctor y su familia.
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