Cómo identificar las malas energías en tu hogar y cuáles son los rituales para ahuyentarlas
La forma en la que te sentís en tu casa no es una casualidad, sino un reflejo de su estado energético; con simples rituales, podrás restaurar el equilibrio
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En ocasiones, el hogar deja de sentirse como un refugio. El ambiente se percibe pesado, los ánimos decaen sin razón aparente y hasta las metas cotidianas parecen estancarse. Según expertos en armonización de espacios, estas señales pueden estar relacionadas con lo que popularmente se conoce como "malas energías“.

Señales de un hogar cargado
Las primeras alertas suelen reflejarse en lo más frágil del entorno. Plantas que se marchitan a pesar de recibir cuidado, mascotas que se muestran inquietas o cambios de humor repentinos en los habitantes son síntomas frecuentes de un ambiente con una energía pesada.
Incluso, enfermedades sin explicación médica o discusiones recurrentes entre los miembros de la familia se relacionan con esta energía. El desorden también actúa como un reflejo del estado emocional.
La acumulación de objetos rotos o en desuso, así como la suciedad persistente, son expresiones de una pesadez interior que termina impregnando el lugar. De acuerdo con especialistas en bienestar, no se trata únicamente de hábitos descuidados, sino de bloqueos emocionales que generan apatía y cansancio.
Formas de limpiar y renovar la energía
Identificar las señales es apenas el primer paso. Existen rituales sencillos y efectivos para devolverle la vitalidad a los espacios. Uno de los más recomendados es abrir las ventanas a diario para permitir la entrada de aire fresco y luz natural, recursos básicos para oxigenar y revitalizar el hogar.
La limpieza profunda también es esencial. Se sugiere prestar especial atención a rincones y esquinas, lugares donde suele estancarse la energía. Al mismo tiempo, eliminar lo que ya no cumple una función libera espacio y simboliza desprenderse de cargas innecesarias.

A estas prácticas se suman técnicas ancestrales que perduran en el tiempo. El sahumerio, con hierbas como ruda, romero o palo santo, es utilizado para movilizar la energía bloqueada. El uso de la sal, por su parte, se asocia con la purificación: puede añadirse al agua de limpieza o colocarse en pequeños recipientes en distintos puntos de la casa.
La armonización también puede lograrse a través de recursos más sutiles. Poner música alegre, incorporar flores frescas o ubicar cristales como cuarzo y amatista en lugares estratégicos ayuda a transformar la atmósfera.
Algunos expertos recomiendan acompañar estas acciones con un ejercicio de visualización: imaginar cómo una luz brillante recorre cada rincón del hogar, disolviendo la pesadez acumulada.
El objetivo final es recuperar el equilibrio del hogar, para que vuelva a ser un espacio de descanso, conexión y bienestar. Con hábitos simples y constantes, es posible transformar lo invisible en un lugar seguro para el crecimiento personal y familiar.
Los especialistas en armonización de espacios sugieren que estos rituales no deben verse como actos aislados, sino como parte de una rutina que combine orden, intención y cuidado emocional. Estas prácticas, más allá de lo simbólico, invitan a tomar consciencia de que el ambiente también influye en la salud física y mental.
De esta manera, incorporar en el día a día pequeños gestos, como encender una vela con propósito, dedicar unos minutos al silencio o mantener objetos significativos en sitios visibles, ayudan a reforzar el vínculo con el lugar habitado.
Recuperar la armonía, entonces, implica un ejercicio de introspección y cuidado, donde el entorno se entiende como una extensión del propio estado interior. Un espacio bien cuidado se convierte en un aliado silencioso para alcanzar metas y mantener relaciones más sanas.
Por María Paula Lozano
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