
Expectativas de género
El problema del género es que prescribe cómo tenemos que ser, en vez de reconocer cómo somos realmente. Imagínense lo felices que seríamos, lo libres que seríamos siendo quienes somos en realidad, sin sufrir la carga de las expectativas de género.
El ensayo de Chimamanda Ngozi Adichie llega a mis manos en el momento justo de mi vida. En realidad, es una charla TED que mutó al papel porque palabras como estas deberían vivir en todos los soportes posibles. Chimamanda es una autora nigeriana que vive en los Estados Unidos y sostiene que no importa el lugar donde nacimos o vivimos, a las mujeres se nos enseña a cumplir con ciertas expectativas de género.
Ser femenina, bella, atractiva, casarnos, tener hijos, acompañar a nuestro hombre, tener una familia unida, ser fuertes, ser compasivas, ser perfectas, destacarnos entre y de todas. Desde pequeños todos somos socializados en mayor o menor medida en esta forma de pensarnos y, por tanto, querernos. Absorbemos estas categorías y nos las imponemos como nuestros objetivos y valores. Y, peor aún, se las imponemos a otros y construimos desde allí verdades para medir a todos.
Este último mes tres mujeres dijeron basta y gritaron su inconformidad con el “deber ser perfecta”. Tina Fey le dijo basta a tener que llevar vestidos elegantes para “verse atractiva”. Jennifer Aniston le dijo basta a que le inventen embarazos para “ser una mujer completa”. Alicia Keys le dijo basta a tener que estar siempre maquillada “para verse bella”.
Expectativas que se repiten y se legitiman con la cosificación de la mujer por parte de los medios de comunicación y la opinión pública a veces anónima desde las redes sociales. Terreno fértil para la frustración, la vergüenza corporal y la degradación de la autoestima.
Nunca podremos conformar a nadie, es real. Pero ¿por qué tener que hacerlo? Como dice Adichie, la cultura no hace a la gente. ¡La gente hace a la cultura!
La autora es socióloga y blogger de moda