Abre la puerta con una gran sonrisa, invita a pasar y ofrece una variedad de delicias con las que espera a ¡HOLA! Argentina. Acostumbrado a vestir a las mujeres más elegantes con sus diseños de alta costura, Gabriel Lage (54) acaba de cerrar un 2019 inmejorable: creó el traje de novia más esperado y fotografiado de 2019, el de Pampita Ardohain, y también el de la influencer Angie Landaburu, cuya boda con Tomás Eurnekian clasificó como uno de los grandes acontecimientos sociales del año. Con la misma pasión que habla de sus musas, recorre su historia, por momentos muy dura, sueña con instalar su moda al otro lado del Atlántico y se revela como un auténtico aficionado a la decoración.
El departamento estaba destruido, pero apenas lo vi sentí que era mi lugar. Lo voy ambientando despacio, buscando cada objeto
HOGAR, DULCE HOGAR
–¿Cómo encontraste este departamento?
–Surgió después de una separación. Yo vivía en San Isidro, y venía de una relación de más de veinte años. Nos separamos perfecto, de hecho, con Eduardo [Ramírez] seguimos siendo socios, pero vendimos la casa y cada uno buscó su lugar. Después de venir del verde fue difícil encontrar algo que me encantara. Pero apenas entré acá, supe que era mi lugar. El departamento estaba destruido, pero los techos altos y el verde que se cuela por las ventanas me conquistaron a primera vista. Igualmente, yo soy medio nómade, no me arraigo mucho. En la casa que te mencionaba estuvimos años porque era muy especial, recibíamos muchísimos amigos y hacíamos fiestas en las que yo oficiaba de DJ, algo que hice mucho en mi juventud. De hecho, tengo varias bandejas profesionales, incluso una de edición limitada de David Guetta.
–¿Cuánto te involucraste en la decoración?
–Mucho. Me ayudó Guillermo Arca Sieiro, un amigo arquitecto que vive en España y se ocupa, además, de renovar mi atelier por lo menos cada dos años. Pido ayuda, me dejo llevar, pero soy terco con algunas cosas y, aunque sólo me gusten a mí, las pongo igual. Soy de los que les gusta ir a remates, a anticuarios y todo lo que tenga que ver con la decoración. Ahora me metí más con el arte.
–Hablabas de tu pasión por la música. De no haberte dedicado a la moda, ¿hubiese sido una opción?
–Sí, seguramente como productor musical. De chico tenía facilidad para movilizar gente, así que, a pedido de unos amigos, empecé armando fiestas. Mi padre, Mario Delfín Otero Lage, cuando cumplí 18 años me dio una plata que había cobrado de una pensión. Pensó que compraría un departamentito, pero preferí una discoteca en Belgrano. Por ese entonces ya trabajaba en una casa de ropa. Pero a los veintipico me instalé en Mar del Plata para abrir otra disco. Y me quedé.
–¿Y la moda?
–Papá, que era sastre, al igual que mi abuelo, me enseñó el oficio. Aprendí de muy chiquito, cuando me fui a vivir con él, al morir mamá de cáncer. Ellos se habían separado en muy malos términos a mis 3 años. Papá era un gallego muy difícil, muy duro, y mamá, Martha, era maestra y profesora de inglés. Cuando se separaron, el colegio Ward, donde ella trabajaba, en Ramos Mejía, nos dio una casa, ya que ahí mismo tenían tres para maestros. Y hubo un tiempo, cuando ella enfermó, que quedé pupilo. No le hice la vida fácil a nadie, lo reconozco. Después, viví un tiempo con mi abuela, que era un tiro al aire y me dejaba hacer cualquier cosa, así que papá, a pesar de la poca relación que teníamos, me llevó con él y me enseñó a hacer un traje de hombre en su totalidad. Los bieses del traje de novia de Pampita eran dificilísimos, pero nosotros sabemos bien la técnica porque salen de la doble solapa.
–¿Qué tal resultó la convivencia con tu padre?
–Difícil durante mucho tiempo. Él murió a mis 19 y lo lamenté porque dos años antes habíamos empezado a entendernos. Yo había bajado la rebeldía y él, seguramente, se dio cuenta de que no tenía sentido seguir chocando. Papá tuvo varias operaciones de corazón y durante más de un año no pudo trabajar. Eso resintió mucho su economía y finalmente se suicidó. Pude entenderlo con el tiempo. [Piensa]. Era un sastre increíble. Él me cargó mucho de su España natal, por eso hoy voy y me siento en casa. Hace tres años fui a Lugo, buscando mis raíces y mi familia española. Fui a Taboada, el pueblo de papá, y todos lo recordaban a él y a mi abuelo como los sastres del pueblo. Fue muy lindo.
A la hora de decorar, pido ayuda y me dejo llevar, pero soy terco con algunas cosas y, aunque sólo me gusten a mí, las pongo igual
Juliana Awada es fabulosa en su estilo, sabe qué ponerse, pero también confía. Venía al atelier y traía hasta los zapatos que pensaba usar
DE HADAS MADRINAS Y MODA
"Siempre fui inquieto, entonces empecé por hobbie con la ropa. En el 90, estando ya instalado en Mar del Plata, abrí con un socio un local diminuto en el que vendíamos prêt-à-porter de marcas de Buenos Aires y lo nuestro. Empezamos a crecer de a poco. En el 95, cambié y me asocié con Eduardo, que era nuestro contador, y decidimos venir a Buenos Aires envalentonados con que mucha gente de acá nos compraba", dice Lage.
–¿Quiénes fueron tus hadas madrinas?
–Vidal Rivas fue como un hada madrina, me ayudó mucho.Y Mirtha [Legrand]. Ella siempre fue muy generosa, una mujer increíble, para respetar. Después hicimos el vestido de novia de Catherine Fulop. Días después del casamiento, aterricé en España y en un kiosco del aeropuerto la vi a Cathy con su traje en la tapa de ¡HOLA! Casi me muero. Después, de aquel entonces, Marta González, Analia Gadé, Pinky...
–Y este año te tocó el traje de novia más esperado, el de Pampita…
–Este creo que fue mi año más mediático. Caro es amiga, la conocí por Vidal Rivas, que me insistió para llevarla a París la primera vez que presentamos allá nuestra colección. Desde entonces tuvimos una gran relación, no nos vemos seguido, pero cuando nos encontramos, nos contamos todo.
–¿Cómo te pidió que le hicieras el traje?
–Me mandó un mensaje con dos vestidos y me preguntó, sin decirme para qué era, si me animaba a hacer esa línea. Eran con falda de tul, que a mí no me convence. A los tres días vino con su hermano y me lo contó. Nosotros habíamos hecho una falda con picos del estilo hace tiempo, y los escotes con picos son muy típicos nuestros. Trabajamos un mes y medio, con dos personas dedicadas exclusivamente al traje. Al mismo tiempo, yo estaba con el traje de Angie [Landaburu], que también es amiga. Nos llevó un año entero de trabajo. Era un género divino que lo fuimos recortando, y antes del casamiento adelgazó dos kilos, así que tuvimos que desarmarlo prácticamente en su totalidad.
–¿Cómo te cayeron las críticas que hablaban de plagio?
–Yo no había ni visto el de la chica de Glee. Los comentarios fueron hechos con mucha maldad. El vestido tenía como un lejos, pero si lo veías bien, eran muy diferentes. Igualmente, imaginábamos que por algún lado iba a venir la crítica. Sin embargo, la reacción de la gente en las redes, sacando uno o dos, fue espectacular. Y Pampita estaba divina y feliz.
–¿Hay diseños a los que les guardás especial cariño?
–Sí, muchos de los que hice para los Martín Fierro porque ahí la moda se luce, como el que llevó Carla Peterson el año pasado. O los de Mariana [Fabbiani], a quien vestirla siempre fue fantástico. Ella es una estrella, un encanto. Los de Juliana [Awada] cuando vino Obama, o cuando visitó a los reyes de España. Ella es una mujer fabulosa en su estilo, y con un carácter muy alegre. Sabe de moda pero también se deja llevar. Venía al atelier y traía los zapatos que pensaba que irían bien con su look. Así como usó trajes nuestros, también se vistió con muchos diseñadores argentinos, y eso fue buenísimo para todos. También hubo trajes que usó Valeria Mazza, el de Araceli González para los Platino, que fue un exitazo, o los que suele llevar Flavia [Palmiero] a Cannes… Todos son únicos, como ellas.
–¿Qué proyectos tenés para 2020?
–Estoy viajando mucho a España porque mis diseños están en un showroom de los hijos de Naty Abascal, estrella máxima de la moda española. En este momento tramito los papeles porque en breve viajo para buscar un atelier propio. Quiero celebrar con todo los 30 años que cumplo en la moda.
Ya puse un pie en España con mi moda en un showroom de diseño de los hijos de Naty Abascal, pero muy pronto viajo para buscar un atelier propio