La dibujante de los corazones sangrantes que fue censurada por Instagram
"El que quiere nacer tiene que romper un mundo", reflexiona Emil Sinclair, el personaje que relata en primera persona el paso de la niñez a la madurez en Demian, la emblemática novela de Hermann Hesse. Esta obra impactó tanto en la vida de esta ilustradora española que la llevó a adoptar como propio el apellido del escritor alemán. "Me pilló en una época de cambios. Acababa de entrar en la universidad, comenzaba una etapa nueva y descubría tantas cosas –recuerda María Hesse–. Tuve que romper con muchos mundos y no fue fácil. Demian llegó en el momento exacto. Luego de la universidad, he tenido que volver a romper muchos cascarones [hace referencia al pensamiento de Sinclair: El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo], porque la vida es cambio, y evolución. Sigue siendo mi frase de cabecera".
Sevillana por adopción, tal como se presenta la mujer que nació en Huelva en 1982, María cuenta que se convirtió en ilustradora a la tierna edad de 6 años. Dice que ella aún no lo sabía, pero su profesora y su madre sí. "No recuerdo una vida sin nunca haber dibujado –confiesa la artista que expone actualmente, en el museo ABC, de Madrid, su primera muestra individual–. Sí solía hacer cuentos, que mi madre guardó".
En la niñez, el dibujo es parte de nuestro medio de expresión. Cuando crecemos, lo dejamos de lado y nos detenemos más en la perfección que en la importancia de contar. ¿Qué significa para vos dibujar?
Llegué a dejar de exigirme la perfección y comencé a disfrutar de verdad. Mi trabajo muchas veces consiste en dibujar lo que otros escriben, pero tengo tiempo también para hacer trazos personales, esos que hablan de cómo me siento, que me ayudan a desahogarme. Y es muy bonito cuando alguien que no conoces te cuenta lo que le trasmite una imagen y comprendes que no estás sola, que hay emociones que nos unen.
Sus dibujos, esos que exploran el feminismo, los cuerpos, las emociones más íntimas y a los que colma de corazones ensangrentados, brotados de verdes salvajes y esperanzados, recorren el mundo a través de diversas publicaciones, revistas, campañas publicitarias y exposiciones. En Argentina, el sello Lumen publicó dos de sus obras más celebradas: Frida Kahlo. Una biografía, que ya lleva más de quince ediciones y Bowie. Una biografía, que firmó junto a Fran Ruiz.
"Frida adornaba las historias, Frida inventaba, Frida decía la verdad, Frida se contradecía –escribe Hesse en la introducción de la biografía dedicada a la artista mexicana–. Este libro no trata de su vida real, ni de la que Frida inventó. Es más bien una mezcla de ambas".
¿Qué significado tiene Kahlo en tu vida?
La pasión por las cosas, la honestidad de desnudar las emociones. Además, a Frida le debo mucho porque el libro significó un antes y un después en mi carrera.
¿Y Bowie?
La constancia, la lucha por conseguir lo que uno quiere.
¿Cómo fue el proceso de creación?
Fueron muy distintos. A Frida lo propuse yo. Tuve un pánico inicial muy potente, pero el personaje fue agarrándome por dentro y la idea inicial evolucionó a un libro hecho con mucho cariño y respeto, donde nació la necesidad de hablar de lo visceral. De imaginar cómo Frida se sentía en ciertos momentos de su vida. Bowie, en cambio, surgió desde la editorial. Me pareció muy interesante hacerlo pero, cuando empecé a investigar sobre él, sufrí un bloqueo enorme. Fue cuando decidí que entrara Fran (Ruiz, el escritor) al proyecto. Sabía que él iba a hacer que me reencontrara con el personaje y que lo iba a tratar como se merecía. Busqué destacar por sobre todo el lado humano de llos. Normalmente los miramos desde afuera, como si fueran una especie de semidioses, pero tienen luces y sombras.
Las mujeres ocupan un lugar de privilegio en tu obra. ¿Te interesa hacer foco en la reivindicación feminista?
He dibujado mujeres siempre sin un motivo concreto. Fue hace unos años cuando tomé consciencia de que sí tenía un discurso y algo que contar. Estoy cansada de que se cuente nuestra historia desde los ojos del hombre. Ahora tengo la necesidad de reivindicar y de cargar mi trabajo de connotaciones feministas.
En 2017, en la Casa de América de España, Hesse creó un mural de arte efímero sobre el libro Mujeres (1995), del uruguayo Eduardo Galeano, trabajo que continuó y puede verse en su página web. "Su visión de la mujer me fascina –se refiere a la obra del uruguayo–, creo que en Mujeres hace justicia a aquellas que han sido maltratadas. En su libro, todas somos importantes, las anónimas y las conocidas. Hay muchas personas que dicen que compraron el libro por mis ilustraciones, y me alegra inmensamente, porque se puede aprender mucho de él. A veces fantaseo con que se publique una edición con mis ilustraciones".
En el mundo, las mujeres alzaron la voz y las artistas se sumaron a este grito.
Considero que es fundamental que el arte sume su voz. Se nos ha invisibilizado durante demasiado tiempo. No se nos estudia en las escuelas. El modelo que tienden a seguir los niños y las niñas es el de los hombres, porque nosotras no aparecemos en los libros. Esto tiene que cambiar, nosotras también somos referentes.
El cuerpo desnudo está presente en tu obra, pero sin una intención sensual. ¿Cuál es tu búsqueda?
Es cierto, el cuerpo desnudo no tiene una intención sensual. Aparecen así cuando hablan de emociones y sentimientos, porque para mí, cuando hablo de estas cosas, es como desnudar el alma, y sobra todo tipo de vestimentas. El error está cuando quien lo mira, lo carga de sexualidad. Y la desnudez, dependiendo del contexto, es sexual o no.
Instagram censuró uno de tus dibujos. Era la imagen de una mujer masturbándose. ¿El placer sigue siendo tabú?
En estos casos la desnudez tiene otra connotación. Efectivamente, el placer sigue siendo tabú, y nuestra sexualidad, una gran desconocida. Para empezar, se nos encorseta siempre con la sensibilidad y la delicadeza. Mujeres hay de todo tipo, como momentos. Habrá momentos en que nos apetezca ser delicadas y otros en los que queramos ser salvajes. Ahora estamos luchando por romper esas etiquetas que ha creado el hombre para nosotras. En cuanto a la sexualidad, tenemos la referencia o bien del sexo romántico, sin preliminares, y con orgasmos sincronizados. O el de la industria del porno, que obviamente está diseñada para las fantasías del hombre.
Las flores, la vegetación silvestre, el verde, las frutas son un motivo imprescindible en tus ilustraciones. ¿Por qué?
Porque son bonitas y cargan de metáforas la iustración. Es un universo que fue naciendo poco a poco, casi sin darme cuenta. La margarita blanca silvestre. No la dibujo nunca, pero es mi favorita.
Otra constante en tu trabajo son los corazones, de los que brotan ramas y hojas. ¿Esos corazones son un sello que te identifica?
Ahora mismo es un sello Hesse, pero no sé si lo será siempre. Para mí significa mucho, porque soy una persona muy emocional y de impulsos. Estos corazones lo transmiten todo. Algunas veces florecen, pero otras están marchitos.
Tenés una relación muy activa en las redes sociales. Como artista, ¿cómo influye?
Me gusta mucho y me satura a ratos. A las redes sociales no hay que darles más importancia de la que tienen. Me parece muy bonito poder tener contacto directo con las personas que siguen mi trabajo, y he conocido a gente maravillosa gracias a ellas. Pero a veces siento que hay una obsesión brutal y que no hacemos buen uso. De nuevo, se nos olvida muchas veces que hay personas detrás de ellas que sienten y padecen.
Acaba de editarse El futuro es femenino (Nube de tinta), de la autora Sara Cano, que reúne a diferentes ilustradoras. ¿Qué fue lo que te atrajo?
Los cuentos son preciosos y la temática, muy necesaria. Además, admiro desde hace tiempo a las compañeras que participan.
¿En qué estás trabajando ahora?
En un proyecto muy personal del que no puedo contar nada. Pero sí puedo deciros que es el reto más bonito e importante para mí hasta ahora.
¿Hay algún personaje argentino que te gustaría ilustrar?
Virginia Bolten.