La historia de Charles Brooks, el primer condenado en recibir la inyección letal
Las ejecuciones de prisioneros es una práctica a la cual es imposible ponerle una fecha de inicio, estuvo presente a lo largo de toda la historia. Actualmente, 53 países del mundo contemplan la pena de muerte dentro de sus leyes.
Desde la silla eléctrica hasta los pelotones de fusilamiento, también son incontables los métodos que se utilizaron para llevar a cabo esta historia. Pero hay uno de ellos que sobrevivió y se utiliza hoy en día: la inyección letal. A diferencia de las otras formas, con la inyección se inhiben las funciones cerebrales, lo que provoca que el preso entre en un estado conocido como "hipnosis anestésica", que deriva en una muerte sin dolor.
Si bien hoy en día varios países utilizan éste método, el primer caso por ésta vía fue en Estados Unidos, cuando el 7 de diciembre de 1982 ejecutaron a Charles Brooks.
Brooks, un afroamericano de 40 años de Forth Worth, en Texas, fue condenado con la pena de muerte por homicidio. El 14 de diciembre de 1976, se dirigió con un cómplice a una concesionaria de autos usados. Los dos hombres pidieron probar un auto, pero cuando se estaban por subir metieron al empleado del local adentro del baúl. Después, fueron hasta un hotel cercano, donde escondieron al empleado en una habitación después de amordazarlo y atarlo.
Días después, la policía llegó a la habitación y encontró el cuerpo del empleado con un disparo en la cabeza. Los agentes lograron atrapar a los dos culpables, pero ninguno de los dos declaró quién fue el que efectuó el disparo. Finalmente, el cómplice se quebró y en su testimonio confesó que fue Brooks quien lo mató. El cómplice fue condenado a 40 años de prisión, mientras que a Brooks, quien tenía antecedentes por portación ilegal de armas de fuego, lo condenaron a muerte.
Tras la sentencia, el Tribunal Supremo de Estados Unidos falló en contra de la medida, y pidió que el recluso no sea ejecutado. Después de una larga batalla judicial y tras la insistencia de la junta de Indultos y Libertad Condicional, la condena inicial de Brooks fue ratificada y llevada a cabo 6 años después del asesinato.
A Brooks le ofrecieron una última cena ese martes 14 de diciembre de 1982. Después, lo llevaron a la sala de ejecución. Ahí le permitieron llevar a cabo una última plegaria junto a un imán musulmán, religión a la cual el recluso se había convertido dentro de la cárcel. Durante la ejecución estuvieron presentes varios familiares de Brooks. Sus últimas palabras fueron "Te amo", dirigidas a su esposa.
Mientras tanto, en las afueras de la cárcel un grupo de manifestantes protestaba en contra de la medida. Si bien estaban a favor de la pena de muerte, creían que la inyección era un alivio para el criminal, ya que no sentiría dolor.
Atado de pies y manos, recostado en una camilla, un médico le colocó la inyección letal y Brooks murió en cuestión de minutos. "Nunca vi a una persona morir tan pacíficamente" dijo el imán, según consta en el diario The Daily Record de esa fecha.
Charles Brooks fue la primer persona en ser ejecutada mediante una inyección letal, y la sexta persona ejecutada el país después de que se aboliera la prohibición sobre ésta práctica, en 1977.
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