La isla que fue un hospital psiquiátrico y hoy es un museo único en el mundo
Llegar no es sencillo. Hay vaporettos específicos en horarios limitados. Para acceder hay que querer ir. No se llega de casualidad.
En San Servolo se encuentra el único museo de las instituciones psiquiátricas del mundo. El primer asentamiento se remonta a finales del siglo XVII, cuando un grupo de monjes benedictinos se refugió en la isla, que era entonces estrecha y pantanosa. A partir de 1647 se ofreció el complejo a un grupo de monjas benedictinas, dominicanas y franciscanas de la isla de Candia. Más tarde, el Senado de la República decidió usar también la isla de San Servolo para acomodar a los numerosos heridos que llegaron a Venecia desde los lugares de enfrentamientos con los turcos. La función médica fue delegada a los Padres del Hospital de San Juan de Dios, hoy Fatebenefratelli.
El personaje inaugural
¿Quién era Servolo? La hipótesis más probable es que fue un joven mártir de Trieste, que vivió en el siglo III dC. La leyenda dice que se encontró con una serpiente gigantesca con una apariencia horrorosa que bloqueaba el camino: Servolo cruzó el signo de la cruz, la serpiente se partió en dos y murió instantáneamente.
El primer asentamiento de monjas benedictinas fue en febrero de 1109. El hospital psiquiátrico se inició en 1725, con la admisión del primer paciente, bajo la dirección de los religiosos hospitalarios de San Juan de Dios llamados Fatebenefratelli.
La especialización adquirida en los tratamientos, aunque en ocasiones resultan inaplicables hoy, fueron vanguardia en su época. Para 1901, frente a sucesivas denuncias, un relevamiento certificó el estado deplorable de atención, escándalo que llevó a la promulgación de la Ley Orgánica de los Manicomios de Italia en febrero de 1904. En 1935 la administración del hospital pasó a la provincia de Venecia. Se convirtió en el verdadero hospital psiquiátrico moderno: para ambos sexos, con departamento de observación, fichas de investigación y adelantadas tareas de laborterapia. La colonia agrícola y el instituto médico-pedagógico también se ampliaron.
En la década de 1930, las terapias convulsivas comenzaron a realizarse sobre la base teórica, defendidas por el doctor húngaro Ladislas von Meduna quien pensó en curar la esquizofrenia induciendo ataques epilépticos. En 1939 en San Servolo se comienza a utilizar la terapia de electroshock. En 1952 se introdujo el primer psicofármaco: el barbitúrico "Largactil". En 1968 se introduce la admisión voluntaria.
Allí se diagnosticó y trató por primera vez un raro tipo de demencia denominado pelagra que es consecuencia, entre otras cuestiones, de una dieta a base de maíz. Los enfermos arribaban en estado de desnutrición y con patologías psiquiátricas que se evaporaban al poco tiempo de mejorar su dieta, aunque recrudecían cuando los sujetos volvían a su lugar de origen. Fue en este centro donde se logró identificar y elaborar un protocolo de tratamiento para la dolencia.
El patrimonio
La restauración de esta isla es una de las intervenciones más complejas y exigentes llevadas a cabo por la administración de Venecia, ahora Ciudad Metropolitana de Venecia. Se deseaba, sobre todo, trabajar sobre el patrimonio histórico único con registros clínicos, documentación administrativa, historia de la medicina psiquiátrica desde el amanecer hasta la nuestros días. El archivo también contiene un notable patrimonio fotográfico incluyendo 2 álbumes con fotos de pacientes desde 1874 en adelante y otro par de fotos de los hospitales psiquiátricos que datan de los primeros del 900. Todos materiales inhallables en el mundo, con el detalle y cuidado con que aquí se conservan.
Para comienzos de este siglo se reconvirtieron sus instalaciones y se dio vida, a partir del acervo allí reunido, al primer museo del hospital psiquiátrico que guarda farmacia y laboratorio original, reductos de tratamiento completos, sala anatómica (con cráneos y sus respectivos estudios sobre las malformaciones) y un registro fotográfico de la evolución de los enfermos.
El Museo ha sido curado por los profesores Diego Fontanari y Mario Galzigna y sus instalaciones fueron creadas por la arquitecta Barbara Accordi.
La farmacia nació en 1719. Para ella se utilizaron hierbas medicinales cultivadas en una pequeña parcela de tierra. Se convierte en el sitio de provisión de medicamentos para la milicia, con preparaciones avaladas por el Colegio de Filósofos y Médicos de Padua y por el cirujano del equipo naval de Serenissima. Continuó activa hasta el cierre del hospital, pero hoy puede visitarse con todas sus instalaciones originales recuperadas.
El complejo recuperado cuenta con una iglesia que data del siglo XIX y el parque, uno de los más grandes de Venecia. Alberga en pabellones modernos instalaciones de la Universidad Local.
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