Marella Caracciolo di Castagneto tenía 26 años cuando se casó con Gianni Agnelli, el hombre más rico y poderoso de Italia. Aunque pertenecía a una de las familias más aristocráticas del país y había sido educada entre Florencia, Roma y París, no estaba preparada para ser la mujer del emperador de Fiat.
En 1953, poco después de casarse, acudió a la condesa Volpi para que le diera consejos sobre la vida marital. La veterana aristócrata veneciana, una de las mejores anfitrionas de la alta sociedad, le dijo una frase que nunca olvidaría: "Una mujer sólo necesita una alcoba para conseguir un marido, pero precisa toda una casa para no perderlo".
Marella se tomó al pie de la letra aquella recomendación y dedicó el resto de su vida a crear los hogares más bellos del mundo para su marido y su familia, decorados con obras maestras y los muebles más exquisitos. Turín, Milán, Roma, la Riviera Francesa, Saint-Moritz, Nueva York, París, Córcega, Marrakech…, no hay sitio en el planeta donde los Agnelli no tengan una casa.
UNA FAMILIA ROTA
Ahora que Marella ha muerto, con 91 años, muchos se preguntan qué pasará con su inmenso patrimonio inmobiliario y artístico. La familia está dividida. Su única hija, Margherita, con quien tenía una relación fría, y su nieto mayor, John Elkann, al que adoraba y consideraba su heredero, llevan años enfrentados. Las desavenencias se remontan a 2004, poco después de la muerte de Gianni Agnelli. Tras un breve período de vacío de poder, John, nieto mayor de "L’Avvocato" e hijo de Margherita.
Agnelli, tomó las riendas del primer grupo económico de Italia, con participaciones en las automotrices Fiat y Ferrari, el club de fútbol Juventus y el periódico La Stampa. Margherita se sintió desplazada, ya que los hijos que tuvo con su segundo marido, el conde ruso Sergio de Pahlen, no fueron tenidos en cuenta en la sucesión. Pero, en 2004, llegó a un acuerdo con su madre y su hijo mayor: renunciaba a sus derechos sucesorios por una compensación económica. Tras la muerte de su madre, también recibiría propiedades y obras de arte de un valor incalculable.
La paz duró poco. En 2007, Margherita anunció que acudiría a los Tribunales para saber a cuánto ascendía la fortuna de su padre. Declaró que le habían ocultado parte del patrimonio y que, por lo tanto, el acuerdo de 2004 no era justo. Demandó a su propia madre, algo que sus hijos mayores –John, Ginevra y Lapo– no le perdonaron. La declaración de guerra se publicó en The Wall Street Journal, que tituló: "La casa Agnelli, dividida". Ese mismo día, John Elkann respondió: "Estoy muy dolido. Era una cuestión zanjada, en el acuerdo de todos, en 2004".
Margherita perdió la batalla en los Tribunales, pero ahora, según varios medios italianos, podría reclamar las casas en las que vivía su madre, incluida "Villa Frescot", en Turín, donde reside su hijo John junto a su mujer, Lavinia Borromeo. Se dice también que podría exigir un centenar de pinturas de la colección de su madre, entre las que hay obras de Picasso, Goya, Klee y Klimt.
La pugna de los Agnelli, lo más parecido a una familia real que tiene Italia, mantiene en vilo a todos. ¿Continuará la paz armada o habrá guerra?