Nadie lo tomó en serio. Justamente eso, dice Mario Danneels, fue la clave de su éxito. ¿Quién podía imaginar que un adolescente fascinado por su reina iba a destapar uno de los secretos mejor guardados de palacio? Tenía apenas 16 años cuando se propuso escribir la biografía de Paola, la princesa italiana que tras su compromiso con el príncipe Alberto de Bélgica se convirtió en un ícono de moda y belleza. El aspirante a periodista atesoraba las revistas de moda que la llevaban en portada. A principios de los años 60, los editoriales más conservadores se preguntaban: "¿Realmente sus faldas tienen que ser tan cortas?". Entonces muchos expertos en temas reales la comparaban con Grace Kelly.
Mario escribió sobre aquellos años dorados, cuando el mundo se rendía a sus pies y el genial Salvatore Adamo, deslumbrado por tanta belleza, escribió su canción "Dolce Paola".
Danneels no estaba buscando un escándalo. Ni siquiera tenía idea de la relación entre Alberto II y Sybille de Selys Longchamps cuando empezó el trabajo de campo, recolectar testimonios. La mayoría de sus entrevistados lo recibió con ternura, creyendo que estaba escribiendo una tesis para la escuela. Durante esas charlas descubrió que alguna vez, en los agitados años 70, el Rey y la Reina estuvieron al borde del divorcio. Y se propuso descubrir el motivo. "Junté mucha información, pero nadie lo quería confirmar. Mis entrevistados reconocían una crisis pero ponían énfasis en que estaban reconciliados. Entonces yo pensaba: ‘Algo grande debe haber pasado’", recordaría Danneels. Recién sobre el final del proceso de investigación, su editor lo contactó con una fuente cercana a la realeza que no dio vueltas para develar semejante misterio: "Todos saben que Alberto tiene una hija con otra mujer", le dijo. La sorpresa de Mario fue mayúscula. Luego confirmó la información con otras fuentes, aunque sus contactos en palacio le advirtieron "vamos a negarlo". No paró hasta conocer la identidad de la hija bastarda.
En octubre de 1999, con apenas 18 años, Mario Danneels presentó Paola, de la dolce vita a la Corona. En una sola frase, bastante sutil aunque nada inocente, descargó lo más pesado de su investigación. Se refería a los hijos extramatrimoniales de otros monarcas belgas: "Las esposas de los tres Leopoldos y de Alberto I se resignaron a asumir a los hijos ilegítimos de sus maridos, pero Paola se negó rotundamente a aceptar a la medio hermana de sus hijos". Jamás escribió, en todo su trabajo, el nombre Delphine Boël. Los rumores hicieron eco en la espectacular boda de Felipe y Matilda, el 4 de diciembre de ese mismo año.
El escándalo fue absoluto. Mario terminó acusado de servir a "intereses oscuros que tienen como objetivo dañar a la Corona". Algunos meses más tarde, durante su discurso de Navidad, televisado, Alberto II sorprendió con una confesión que nadie le había pedido: "La Reina y yo recordamos momentos muy felices, pero también la crisis que atravesó nuestra pareja hace más de treinta años". Abría, de este modo, una campana de protección sobre su matrimonio. Sin embargo, no admitiría ser el padre biológico de Delphine.
Hoy Mario Danneels vive en Irlanda, donde trabaja como periodista. Hace días, luego de que la Corte le otorgase a Delphine Boël el título de princesa, concedió una entrevista a radio Bel RTL, programa Place Royal, conducido por Thomas de Bergeyck.
–¿Qué opinás de la noticia de que Delphine es ahora princesa de Bélgica?
–Estoy emocionado por ella. Es una victoria extraordinaria. Muy pocas personas, incluso expertos legales, creyeron en sus posibilidades cuando inició el proceso de paternidad hace siete años. Experimentó muchos obstáculos que tuvo que superar. Pero ella siempre perseveró. ¡Así que me quito el sombrero ante ella!
–¿Sentís que tenés responsabilidades en esta historia?
–Lo único por lo que me sentí un poco responsable y en ese momento culpable fue que el rey Alberto cortó su conexión con Delphine poco después de que mi libro saliera en el 99. En cuanto a su reconocimiento como hija del rey y ahora como princesa, es todo mérito de Delphine. La responsabilidad de esta triste saga que ha durado 21 años es culpa de Alberto, quien continuó negando a la princesa Delfina su identidad y su necesidad de verdad para cerrar esta historia.
–¿Te arrepentís o estás orgulloso de todo lo que ha sucedido?
–Estoy orgulloso de la biografía de Paola que escribí, de haber tenido el coraje de decir la verdad. No fue un libro de escándalo como se dijo en su momento. Si hubiera querido escribir un libro escandaloso, habría escrito un capítulo entero y no sólo una frase corta que ni siquiera mencionara su nombre. Mi libro sigue siendo un hermoso retrato de una mujer y una reina que a menudo son muy incomprendidas.
–¿Tenés un pensamiento para la reina Paola hoy?
–Siento compasión por ella. Delphine nunca pidió estar en esta situación, pero la reina Paola tampoco. Ambas sufrieron. Es una cicatriz dolorosa en la Reina, pero es una cicatriz que su marido dejó abierta durante demasiado tiempo.
–¿Todavía tenés contacto con Delphine Boël?
–Algunos años después de la publicación de mi libro me puse en contactos con ella. Quería pedirle perdón por haber dado vuelta su vida de esta manera. Nuestras conversaciones permanecerán en secreto, pero te puedo decir que es una persona magnífica y muy simpática. Me gustaría que el ejemplo ayude a otros niños en su situación y que sus dos hijos, Josephine y Oscar, prosperen sin el sofocante manto del secreto y el estigma con el que ella misma tuvo que vivir durante tanto tiempo.