Martín Varsavsky: Que no les pase lo que a mí
El empresario argentino que donó 11 millones para instrumentar el portal Educ.ar y llevar la computadora a la escuela dice que lo hizo para evitar que las nuevas generaciones de argentinos deban soportar una educación tan deplorable como la que le tocó a él en suerte
La primera impresión desconcierta. Se muestra, ambiguamente, hosco y afable. Martín Varsavsky encarna la extraña amalgama del porteño accesible, que invita inmediatamente al tuteo, con la rigidez y distancia que uno asume después de haber sido permeable a la cultura norteamericana.
Este hombre de flamantes 40 años, que a los 17 por razones políticas se estableció en Scarsdale, Nueva York, es un sabueso para los negocios, ávido por las nuevas tecnologías: la combinación perfecta para cosechar millones. Su gratitud por las oportunidades que le ofreció la economía de mercado es la filantropía, que en el Primer Mundo mueve millones, incentivada por los descuentos de las cargas impositivas.
"Acá la gente que puede no da, y tampoco entiende la filantropía. Esa es una clara muestra del atraso en la mentalidad argentina", sentencia Varsavsky en el sillón del living de su suite en el hotel Alvear con su minilaptop encendida, abierta en el programa de correo electrónico.
Varsavsky concibió la idea de Educ.ar y donó más de 11 millones de dólares para darles forma a los contenidos educativos del portal. Tiene un discurso monocorde, los ojos como recién abiertos, las manos cruzadas debajo de las axilas. Si no fuera porque su secretaria Molly dijo que él venía de un conference call interminable, uno pensaría que la demora para comenzar la entrevista -pautada indefectiblemente para las 8 am sharp- se debió a la eventualidad de unos minutos más de sueño.
Sencillo, no muestra ínfulas de millonario, aunque en un momento del diálogo suelta que las páginas de Forbes y otras revistas de negocios se ocupan de su persona... y de su fortuna. Según los vaivenes del Nasdaq -el índice bursátil que afecta a los emprendimientos informáticos-, oscila entre los 1100 y 2000 millones de dólares.
Martín Varsavsky, casado con una psicóloga argentina -Patricia Aizemberg-, padre de tres hijos, másters en la Universidad de Columbia en relaciones internacionales y administración de empresas, amasó su primer millón a principios de los años 80, transformando edificios abandonados de la periferia neoyorquina en lofts. Hoy empresario del área de las telecomunicaciones, con empresas que cotizan en Bolsa: Jazztel y Viatel, de cableado de fibra óptica, es dueño también del portal ya.com y precursor en el acceso de software para empresas a través de Internet (Einsteinet, con sede en Alemania).
Pero, ¿cómo llegó al seno del Ministerio de Educación? Fue nada menos que el hijo del Presidente, Fernando Aíto de la Rúa, el que lo instó a participar como asesor del Estado en temas de conectividad e Internet.
La historia se remonta a 1997 y comenzó en la oficina de Jazztel en Madrid, donde reside hace cinco años: Aíto de la Rúa conoció a Martín Varsavsky a través de su primo ingeniero en sistemas, Fabián de la Rúa, ex gerente de Viatel Brasil, cuando su padre todavía no era presidente, y él vislumbraba un futuro como emprendedor en Internet.
Aíto se reunió con Varsavsky en Madrid para tantear un futuro posible: "Tenía mucha curiosidad, quería armar su propia empresa de Internet, entonces, le conté lo que nosotros hacíamos en Europa", recuerda Varsavsky.
En la siguiente reunión, en diciembre último en el Museo Renault, el hijo del Presidente no se anduvo con preámbulos: "El Gobierno está muy preocupado por la brecha digital. La Argentina está muy rezagada en materia informática. ¿Qué idea se te ocurre para solucionarlo?", relata Varsavsky que le dijo el joven De la Rúa.
"La clave era hacer una razón ineludible, un sitio educativo, por la que uno tuviera que tener Internet. Y con esa cantidad de estudiantes también se podría hacer el sitio Web más grande del país. Porque yo sigo pensando, como entonces, que mucha gente no tiene Internet no sólo por costos, sino porque no encuentra una razón para tenerla. Ahí mismo, en una servilleta, Aíto empezó a tomar nota de un montón de datos que yo necesitaba para poder dar una estimación de cuánto saldría conectar a las escuelas, ya que en Europa mis empresas hacen eso... Cuando volví de Punta del Este, él ya se había puesto a trabajar, había averiguado todos los datos, y comentado con Llach la posibilidad de implementar un plan informático en las escuelas..."
-¿En qué área del Gobierno te dijo que se desempeñaba?
-No, me dijo: "Yo quiero ayudarlo a papá. Este es un país muy difícil, y cada uno de nosotros contribuye con lo que puede o sabe hacer. Y a mí me interesa Internet y la nueva economía". Me impresionó mucho que ellos (los hijos de De la Rúa) sientan que tienen responsabilidad también. Muy distinto del ejemplo que dieron los hijos de Menem...
-¿Qué lo mueve a un hombre de negocios que hace años no reside en el país a interesarse repentinamente en un proyecto del Gobierno?
-No veo ningún negocio personal en esto. La educación no es un negocio. Negocios son los que tengo en Europa: vender computación remota a la Chrysler... tender más de diez mil kilómetros de fibra óptica... Gente que gana plata con la educación hay muy poca. Incluso en los Estados Unidos, donde hay instituciones privadas, tampoco tienen fines de lucro.
-Pero, ¿qué te motivó?
-Que a los que estudien ahora les vaya mejor. Yo fui a colegios de m..., como el Castelli, el Angel Gallardo y el Nicolás Avellaneda, donde desaparecían chicos, como mi primo David Varsavsky que, a los 17 años, en 1976, los militares lo arrancaron de su cama a las 2 de la mañana y nunca más supimos de él. Y estoy convencido de que fue por un profundo espíritu antisemita... Viví y sufrí una educación pésima, que no me preparó para nada. Y cuando llegué a los Estados Unidos, tuve que matarme para alcanzar el nivel de los chicos americanos. Y si querés saber qué más es lo que más me motiva... (Por primera vez quiebra el gesto impasible y rompe el tono monocorde.)
-¿Qué?
-... en el Davosito (el foro económico de Río de Janeiro) tuve que hablar frente a Cardoso, sus ministros y otros economistas. En un receso salí a caminar solo por Copacabana al mediodía, pasé por un banco donde había seis chicos pobres, de la favela, de entre 10 y 12 años, y unos minutos después escuché dos tiros. Me di vuelta, vi a un señor de unos 55 años medio gordo, de pinta normal, que se estaba alejando del banco donde estaban los chicos y se metía una pistola atrás en la cintura del pantalón. Lo primero que pensé fue que este señor tiró unos tiros al aire para asustarlos. Pero me acerqué y vi a uno de los chicos baleado, muerto o muy grave, no lo sé porque no lo toqué... Yo había pasado por ahí 15 segundos antes, no había razón para que alguien le disparara... Y nadie, gritando horrorizado, o corriendo detrás de este señor... Entonces, me quedó esa imagen: Educar o Brasil. O los chicos se educan con nuevas tecnologías para acceder a un trabajo o están en la calle y somos Brasil. Porque España se asocia con Francia, Alemania, para hacer la Unión Europea; México con los EE.UU. Y la media española y mexicana suben. Pero asociarse con Brasil es como brasilizar la Argentina.
-¿Y el peso de la industria y economía brasileña?
-Lo que hizo Brasil en los últimos 40 años es ser líder mundial en la producción de pobres y marginados; y el resultado es que viven al borde del estallido social. En España, el 20% más rico de la población es 4,5 veces más rico que el 20% más pobre; en los Estados Unidos, 9 veces; en la Argentina, 20; y en Brasil... 32 veces. No estoy contra los mercados comunes, pero Brasil nos tira para abajo. No me caben dudas de que nos iría mejor con Chile, que no le va tan mal por no estar en el Mercosur...
-¿Partió exclusivamente de vos el donar los 11 millones?
-Yo presenté la idea de Educ.ar en un panel de filantropía en una de las más prestigiosas convenciones informáticas, la PC Forum. Pero me preguntaron: "¿Es sólo esa idea lo que dona?" Como diciendo también: ¿dónde está la plata? Hice un cálculo rápido sobre costos y dije: "Sí, yo les voy a donar 10 millones de dólares para hacer los contenidos". Y lo publicó el Wall Street Journal. Al otro día lo llamé a Aíto y se lo dije. Después empezamos a pensar en cómo se podía vincular la idea con cada estudiante. De ahí la relación, 1 peso por estudiante.
-Muchos dudan de la eficacia de Internet y las tecnologías en el proceso educativo y de que dada la opción es mejor invertir en buenos maestros...
-Es verdad que Internet no está probada como herramienta educativa. Lo que sí está probado es que no hay trabajos buenos que se puedan hacer en la vida si uno no sabe usar computadoras. Personalmente, creo que el contacto humano con el profesor es indispensable e irreemplazable. Lo que sí reemplaza Internet es al libro de texto. Yo no creo que hagan falta libros de texto, que además acá son carísimos y son un fracaso total. En España se venden ocho libros de texto por cada alumno; aquí, cuatro alumnos compran un libro de texto. Y con esa plata se puede, en cambio, tener acceso a todos los libros de texto del mundo que hay en la Web...
-Algunos piensan que tu donación te allana el camino de un mercado a futuro para tus empresas...
-¡A mí no se me ocurre hacer negocios en la Argentina! No están dadas las condiciones; es mucho más fácil, redituable y seguro, hacerlos en Europa. Siempre me ha ido muy bien en los negocios, pero pienso que acá podría fracasar...
-¿Por qué?
-En el campo de las telecomunicaciones, lo que ha ocurrido es vergonzoso; se ha favorecido enormemente a Telecom y Telefónica, y a todos los que han luchado contra ambas compañías les ha ido pésimo. Entonces, en vez de venir y perder plata acá, prefiero regalarla, directamente.
-¿Cuál serían las condiciones necesarias para invertir en la Argentina?
-Un marco regulatorio igual al europeo, con redes abiertas donde todos los competidores tengan acceso a las redes. Pero, en líneas generales, el problema gravísimo de la Argentina es que tiene el ingreso muy mal distribuido. Con Menem lograron un récord insólito: duplicar el PBI y duplicar el número de pobres. Ni tratando se puede lograr una cosa así... Cuando yo voy a un país me fijo cómo vive el 30 por ciento más pobre de la población, y si los más pobres pueden comprar mis productos, todos pueden comprar mis productos. Otro problema muy grave para poder hacer negocios en el Mercosur es la falta de una moneda única y las barreras todavía existentes para el movimiento de la gente y de los productos.
-¿Y cómo ves la perspectiva argentina?
-No sé si hay voluntad política para hacer de la Argentina un país más atractivo para la inversión. Por ejemplo, acá la gente cree que paga muchos impuestos, y en Europa yo pago 48 por ciento. Las ventajas que tenemos de que voy en bicicleta por todos lados sin miedo a que me la roben se logran pagando muchos impuestos, entre otras cosas. Por otro lado, tampoco veo mucha conciencia social entre los ricos de que es bueno que los pobres estén mejor, porque son ellos los que les compran sus productos. Yo entiendo por qué un rico pudo votar a Menem, pero, ¿un pobre?
-De la falta de solidaridad de los empresarios, ¿podés dar un ejemplo?
-No, voy a contestar a la inversa. Con lo de Educ.ar hay que destacar la ola de interés y donaciones que estamos recibiendo del sector privado: Microsoft, Sun, Impsat, El Sitio, Booz Allen, McKinsey, entre muchas otras, están ofreciendo su ayuda.
Con visa de refugiado
Desde los 8 años, Martín Varsavsky se repartió día por medio entre la casa de su padre, el astrofísico Carlos Varsavsky, y la de su madre, una profesora de inglés residente en el barrio de Recoleta. De su abuela materna, la dueña de la galería de arte Galatea, mamó la habilidad para los negocios. "Era la única persona de la familia que estaba en business", cuenta.
Su padre, graduado en Harvard y formado en un campo hasta entonces inexistente en la Argentina, la radioastronomía, impulsó la instalación del primer radiotelescopio del hemisferio sur, en el parque Pereyra Iraola. "Y ésa fue su gran desgracia -sentencia Varsavsky-. Mi padre me contaba que a partir de ahí siempre lo sospecharon de ser un espía de la CIA."
En la Facultad de Ciencias Exactas, el cuerpo del profesor Varsavsky fue testigo del horror y la brutalidad de los bastones largos. En 1977, mientras escribía su revolucionaria teoría para cambiar la semana, con un subsidio de la Ford Foundation -demostró a través de un teorema que dividiendo la población en tres grupos, rotándolos, y achicando la semana a seis días, se podía trabajar cuatro días y descansar dos-, se vio forzado al exilio. El senador demócrata por Nueva York Daniel Patrick Moynahan les extendió visa de refugiados políticos a él y a sus dos hijos. Desde entonces, y en gratitud, Martín Varsavsky vota por los demócratas.
Egresado de las universidades de Nueva York y Columbia hace cinco años, dejó Manhattan para instalarse en Madrid. "España es la Argentina que a mí me hubiese gustado tener. Me encanta, porque hay una buena economía para trabajar y buenas relaciones interpersonales. Algo que siempre sentí que me faltaba en Nueva York."
La primera semilla
Por Fernando de la Rua (h.)
Esta idea nace con alma de cambio. El conocimiento y la información están teóricamente al alcance de todos, pero no todos pueden acceder a ellos. Los avances de la ciencia y la tecnología nos permiten hoy imaginar soluciones creativas.
Los países avanzan en el uso de Internet. Pero en los hechos, día tras día, muchos quedan excluidos de este nuevo fenómeno. A la conocida brecha entre ricos y pobres se suma la que separa a los conectados de los desconectados. Esta nueva enfermedad se llama digital divide, brecha digital. Eso es lo que debemos evitar.
Educ.ar nace para cambiar esta realidad, busca que todos tengamos no sólo el derecho, sino la real oportunidad de acceder a las mismas fuentes del conocimiento. Quienes gobiernan, o quienes estamos cerca de ellos, tenemos que imaginar cómo aplicar la tecnología para mejorar la vida de la gente. Educ.ar busca ese atajo.
Este portal, esta pantalla nueva que se abre al futuro, podrá ser usado por todas las escuelas del país, pobres y ricas, grandes o chicas, públicas o privadas. Se abre a todo el sistema universitario y a la formación profesional permanente, será de uso de docentes y alumnos, no discrimina, se propone democratizar el conocimiento.
El portal educativo se destina a todos los niveles, desde el más elemental hasta los estudios de doctorado. Cada cual, según sus conocimientos y necesidades, podrá entrar en el portal y beneficiarse de las siguientes formas: usando sistemas pedagógicos personalizados; accediendo a los contenidos esenciales de cada materia o disciplina; obteniendo toda la bibliografía de referencia, actualizada, sin límite alguno; interactuando con docentes y grupos de alumnos; recibiendo formación profesional permanente.
El portal permite que cada cual avance en conocimientos y capacidades hasta el nivel que decida. Hoy esto no es posible. Estamos limitados. No podemos alcanzar un saber superior al que nos da la escuela que nos toca o la Universidad que elegimos. Lo que esos establecimientos no tuvieran nos resultaba inaccesible.
Educ.ar es una herramienta que supera todas las barreras históricas del sistema educativo. Ahora, quienes lo decidan podrán avanzar en el saber que les importa, sin otro límite que su propia voluntad.
Martín Varsavsky tuvo la idea inicial y plantó la primera semilla. Su donación de 11.262.386 pesos, un peso por cada estudiante argentino, permitió que esta iniciativa empiece a gatear; ahora queremos que camine. Necesitamos de todos, de empresas que apuesten a la nueva generación, que se comprometan con el futuro, que apoyen una idea que abre las puertas a un nuevo país.
Sarmiento afirmaba que gobernar es educar. Hoy diremos que Educ.ar es gobernar. De nosotros depende construir un futuro mejor, una Argentina más cerca de su gente.
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