Hace cuatro años, Lucía Di Bello, mamá de mellizas, empezó a sentir lo que era tener verdaderos "miedos de madre". Sus pequeñas hijas empezaban a caminar y a moverse de forma autónoma y cada vez que veían una pileta o cualquier otro espejo de agua se tiraban de cabeza. Tal era su temor a que las chicas, fanáticas del agua, se cayeran accidentalmente y se ahogaran que empezó a buscar soluciones. La primera, obviamente, era enseñarles a nadar. Pero sabía que con eso solo no solucionaba el problema de fondo. Tenía que haber algo más. En medio de esa búsqueda llegó hasta los cursos Infant Swimming Resource (más conocidos como ISR), un novedoso método de autosalvataje para niños desde los 6 meses hasta los 6 años, y comprendió que eso era lo que necesitaba.
"El problema era que se daban en Rosario y La Plata, pero no existían en la ciudad de Buenos Aires. Con las nenas chiquitas, me decidí a viajar a Rosario a hacer el instructorado en ISR con la primera persona que trajo el método a la Argentina. Es un curso intensivo de siete semanas. Fue difícil porque tuve que dejar a mis hijas acá. Pero estaba decidida a hacerlo".
Lucía no solo dejó a sus hijas, sino también un trabajo en el área de recursos humanos de una empresa para aprender y enseñar la técnica ISR, que despierta, especialmente en esta época del año, mucho interés. No es casualidad: cada vez más, los padres buscan herramientas para lidiar con sus miedos. Los cursos que previenen accidentes o invitan a pasar a la acción (como los de RCP) son furor, y están llenos de mujeres y hombres con hijos que buscan saber cómo actuar ante una emergencia.
Muchos atribuyen al furor por estos cursos a una sociedad "más concientizada" que busca pasar a la acción. Y si bien esto es cierto, hay quienes también atribuyen este mayor interés a un estado de creciente ansiedad social. "Estamos en un momento donde tenemos miedo a todo. Y esto muchas veces lleva a la gente a querer controlar algo, o sentir que puede hacerlo. Es muy válido saber hacer RCP, pero todo este auge sin duda está muy ligado a la fantasía de control", sostiene la psicóloga Beatriz Goldberg, especialista en crisis individual y de pareja y autora de numerosos libros.
Di Bello, que es instructora certificada en ISR Colegiales, cuenta que todo el tiempo recibe padres angustiados por situaciones que vivieron ellos o conocidos con sus hijos en piletas. "El ahogamiento es la principal causa de muerte accidental en niños pequeños. Y no tiene que ver necesariamente con padres irresponsables –plantea–. Siempre decimos que este método no reemplaza de ninguna manera la supervisión de un adulto. Pero un accidente, sea cual sea, ocurre en segundos, y muchas veces no es por descuido. Te diste vuelta a mirar a tu otro hijo y pasó. Los chicos son sumamente curiosos y el agua es siempre un atractivo para ellos. Por eso es importante la prevención, que los chicos aprendan la técnica hasta tener la ayuda de un adulto. Este año, a partir de octubre, la agenda explota, hay lista de espera".
La metodología ISR consiste en clases individuales de 10 minutos todos los días durante 6 a 8 semanas. "Vamos de a poquito. Hay hay chicos muy acuáticos que les copa el tema y otros que no quieren saber nada con meter la cabeza abajo del agua. Pero con todo el amor del mundo y la contención, les hacemos meter la cabeza abajo y en el hacer se dan cuenta que pueden, que no pasa nada. Y está bueno aclarar que no son clases de natación, acá los niños aprender a ser independientes en el agua".
Flotar, darse vuelta, nadar. Flotar, darse vuelta, nadar. Y así hasta llegar al borde. Esa simple secuencia que se repite es la base del método de autosalvataje que en las últimas clases incluso se hace con los chicos con ropa. "El 80% de los accidentes ocurre fuera de temporada, con los chicos vestidos. La ropa pesa, el pañal pesa mucho más... por eso parte importante de la técnica es que los chicos puedan hacerla vestidos", explica Di Bello.
Paula Martorell es mamá de Francisca, de dos años, y Felicitas, de 4. Su hija más grande hizo el curso de ISR cuando tenía dos años. La más chica, lo está terminando ahora. "Es por un tema de seguridad. Que sepan qué hacer si se caen al agua es una tranquilidad tanto para ellas como para mí –asegura–. Estoy mucho en contacto con el agua, navego de toda la vida, y mis hermanas tienen piletas en sus casas. Por supuesto nunca las dejo de mirar, pero ISR es una herramienta que les da tiempo para saber qué hacer y a vos, si la perdiste de vista, tener la tranquilidad de que si se cayó a la pileta está flotando y no el fondo".
Más allá de la seguridad, Paula destaca también la confianza que logran los chicos cuando aprenden el método. "Como madre muchas veces les trasmitís un montón de miedos. No hagas esto, no hagas lo otro... Yo creo que lo mejor que podés hacer es que tus hijos ganen confianza. Es increíble lo bien que se sienten cuando logran hacerlo. Si bien es un esfuerzo llevarla todos los días, vale la pena. Es una herramienta que les sirve para toda la vida".
Además de tomar el curso de ISR, Di Bello asegura que muchos padres le consultan por lugares donde realizar talleres de RCP y primeros auxilios. "Como padres hay muchas variables que no controlamos. Acá muchos aprenden sobre prevención, yo hago mucho hincapié en eso. Y una cosa lleva a la otra: muchos se interesan por hacer cursos de resucitación porque empiezan a tomar conciencia de la importancia de hacerlo".
Nora Zonis es pediatra, mamá de tres hijos de 10, 8 y 4 años y miembro del grupo Crianza en Acción. Desde hace cinco años dicta talleres de RCP y primeros socorros para padres y la comunidad en general. Decidió especializarse luego de trabajar 15 años como médica de emergencias, tanto en el ámbito público como privado. Dos hechos marcaron el rumbo de esta decisión. El primero fue un bebé de 6 meses que llegó en paro cardiorrespiratorio tras haber sufrido una muerte súbita. Los padres entraron desesperados diciendo que no habían sabido que hacer, fue irreversible. El otro, un bebé que no respondía, no respiraba, y apenas empezó a hacerle las compresiones cardíacas reaccionó, se recuperó y anduvo muy bien.
"Me prometí llevar herramientas para que los que criamos a los niños y estemos frente a alguna situación crítica podamos ponernos en acción desde otro lugar. De las consultas pediátricas que llegan a las guardias muchísimas tienen que ver con traumatismos y lesiones externas, mal llamadas accidentes, relacionados con la exposición de chicos a situaciones de riesgo –plantea–. La gran mayoría de estas situaciones se producen en presencia de un adulto. Siendo mamá me di cuenta de que aunque uno intente hacer todo lo posible para prevenir el riesgo, muchas veces las cosas suceden y es importante que nosotros como adultos presentes en el lugar empecemos a actuar desde el momento en que las cosas pasan, teniendo la posibilidad de hacer lo mejor posible para el otro".
De lo frecuente a lo crítico
Aunque saber hacer RCP es una de las herramientas claves en primeros auxilios y de las solicitadas, los cursos que Zonis dicta abarcan muchas más áreas que las de las compresiones cardíacas, que solo se utilizan en casos extremos. "Los padres que llegan a los talleres buscan sobre todo aprender cómo resolver situaciones frecuentes como traumatismos, atragantamientos, quemaduras e intoxicaciones. Pero por otro lado también quieren saber cómo actuar si están frente a una situación crítica para poder actuar de la manera más eficiente posible y no perder tiempo de ayudar al otro".
En este sentido, la oferta de cursos en los que se enseñan primeros auxilios es enorme, así como la concurrencia. En la Fundación Cardiológica Argentina los cursos para particulares e instituciones se multiplicaron en los últimos meses. Y es tanta la demanda, que varias instituciones médicas los empezaron a ofrecer a domicilio. Una de ellas es Vittal: el programa Getapp en Casa surgió a pedido de los propios asociados. Consiste en recibir la capacitación en su domicilio (puede ser el SUM de un edificio también) para todo el grupo familiar de hasta 7 personas, es decir, que se pueden incluir abuelos, niñeras, amigos y vecinos.
"Es un taller teórico-práctico. Hoy claramente existe una tendencia al saber, a no improvisar. Mucha gente que vivió situaciones traumáticas, ve la parálisis de la gente y eso los motiva a tomar estos cursos. La divulgación es rápida y en estos casos la concientización llegó para quedarse", sostiene Sergio Cappiello, jefe médico de Vittal, que recomienda siempre hacer los cursos con profesionales e instituciones de trayectoria comprobada. "Hay quienes ven un video de RCP en Youtube y creen que saben la técnica y no es así", advierte.
Un instructor llega con todos los materiales (notebook, cañón para proyectar imágenes y muñecos) y dicta el curso para todo el grupo familiar, incluso niños. "Hoy en medicina se discute a partir de qué edad se puede recibir capacitación en primeros auxilios y RCP. Yo diría que a cualquier edad se puede transmitir conocimientos. Un niño de 9 años puede no tener la fuerza necesaria para hacer las compresiones cardíacas, pero sí la capacidad de transmitirlo. Por eso es importante que también participen de los talleres, sostiene Cappiello.
Zonis coincide: "Para poder hacer la reanimación cardiopulmonar se necesita tener cierta fuerza y los estudios muestran que recién a partir de los 12 años un 20% de los niños podrían acercarse a la fuerza necesaria y recién a los 14 años el 50% se acerca a la de un adulto para realizar las maniobras de reanimación –advierte la especialista–.Dicho esto, la activación de un servicio de emergencia puede estar a cargo de un chico pequeño tranquilamente y muchas veces si hay un solo adulto en presencia de un chico y se descompone, es el niño el que va a tener que llamar al servicio de emergencias. Eso lo puede hacer desde muy chiquito por eso me parece importante transmitirles cómo actuar ante una emergencia".
Pero para Zonis, una de las ventajas más importantes es ir formándolos en responsabilidad ciudadana . "Si uno va inculcando estos conceptos de ayudar, adaptados al desarrollo madurativo de cada edad, forma una responsabilidad social. Cómo activar un servicio de emergencia o dónde colocar las manos para hacer reanimación, promueve que el niño vaya incorporando la información a medida que va creciendo, como algo natural, y con el tiempo va a ir mejorando esa habilidad y haciendo las cosas con la fuerza óptima", asegura la especialista y agrega que todas las técnicas que se enseñan en los cursos de RCP y primeros auxilios están pensadas para que cualquier persona las pueda realizar.
Defensa personal
Sin dudas, otro de los temores más frecuentes de todo padre es que su hijo sea víctima de algún hecho de inseguridad o de hechos contra la integridad sexual. En este sentido, las disciplinas orientales, así como técnicas específicas de autodefensa, también están en alza. Siempre haciendo hincapié en se trata de defenderse de un ataque y no de atacar, el Krav Maga, una técnica israelí, se ha popularizado en Europa (no sin polémica) en un método de defensa para los niños que sufren bullying. En Argentina también está presente, con asociaciones e institutos que lo enseñan, aunque no están dirigidas a niños (sí van mujeres que buscan sentirse protegidas).
En todo caso, lo que muchos niños y adolescentes practican actualmente son artes marciales como práctica deportiva. Pero algunos padres, además de destacar la cuestión de la actividad física, ven con buenos ojos que su hijo o hija tenga herramientas para defenderse en caso de que sea necesario.
Rubén Barbera, papá de Santiago, de 14 años, cuenta por ejemplo que su hijo empezó a hacer taekwondo por una cuestión social, para sumar amigos. "No lo hace para defenderse, sino porque le gusta cada vez más. Pero uno como adulto lo celebra porque hoy está un poco difícil todo –reconoce–. Como padres nos trae mucha paz porque recibe enseñanzas de defensa y también de disciplina. En estos tiempos es muy necesario que aprendan esas cosas que lo edifiquen por dentro y por fuera".
Más allá de las motivaciones detrás de estos cursos, Goldberg sostiene que el control sobre situaciones críticas da seguridad a los padres. "Los talleres que enseñan a salvarse y cuidarse te permiten sentir que podes hacer algo –plantea–. Es una variable que se puede controlar entre un montón de otras que no. Uno tiene la seguridad de que llegado el caso, puede actuar, y eso en medio de tanta incertidumbre, genera un poco de tranquilidad".
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