Rocío Bayarri (27) y Santiago Silva García (33) se enamoraron durante la temporada 2019 de Cuestión de Peso; En pocos día nacerá Amberly, su primera hija
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Tras años de hacer dietas que empezaban el lunes y terminaban, inevitablemente, el martes, Rocío Bayarri llegó el 14 de febrero de 2019, con 24 años y 107.4 kg, al set de grabación de Cuestión de Peso. Santiago Silva García, el participante que se sentaba a su lado, había ingresado al programa unos meses antes, con 142 kg y varios problemas de salud producto de la obesidad. Pero para ese entonces ya había comenzado a bajar de peso.
Era un contexto poco ideal para enamorarse. Ambos atravesaban un momento bisagra en sus vidas, de mucho sacrificio -con dietas y rutinas deportivas exigentes-, y con una exposición mediática constante. Pero los dos encontraron en el otro el apoyo que necesitaban para cumplir su objetivo: bajar de peso de una manera sana y no “rebotar”, una tarea que, según afirman, exige una constancia y un esfuerzo diario.
“Estaba enloquecido con ella. Me parecía una mujer hermosa, simpática, divertida. Tenía todo lo que yo buscaba en ese momento. No solo yo, todo el canal estaba impactado con ella”, cuenta Santiago desde el living del monoambiente que comparte con Rocío, en Colegiales. Los dos ya están recuperados. En noviembre, si no es antes, nacerá su primera hija, Amberly, cuyas pertenencias ya están colocadas prolijamente en el el departamento. A un lado de su cama, la cuna ya tiene las sábanas puestas, y en el placard ya está doblada toda la ropa de recién nacido.
“Tenemos pocos años como pareja, pero mucho horario compartido desde el principio”, cuenta él, taxista y actor amateur. “El programa ocupaba todo el día, de lunes a viernes —agrega ella—. Empezaba a las siete de la mañana, cuando desayunábamos en la clínica, y terminaba a las 19 o 20. Y nosotros pasábamos todo el día juntos. Él me hacía reír, me decía cosas lindas. A la noche, me acompañaba a la parada de colectivo para que me volviera a casa“. Desde que Rocío apareció en Cuestión de Peso, distintas marcas de ropa argentinas y extranjeras la empezaron a contratar como modelo curvy. Hoy se dedica tiempo completo a eso.
La pareja, que no tardó mucho en mostrarse como tal en el programa, no solo compartía tiempo y pantalla, también una infancia y una adolescencia marcadas por la discriminación, lo que hoy se conoce como “gordofobia”.
“Me sentía el tipo más feo del mundo”
“Antes pensaba que tenía que ser gracioso para llamar la atención. Entraba a un lugar y ya empezaba a hacer chistes, imitaciones. Y cuando lo analicé con la psicóloga en la clínica Dr. Cormillot, durante el tratamiento que nos pagaba el programa, fui entendiendo por qué me desenvolvía en ese rol: quería ponerme una careta o ocultarme a mí mismo. Pensaba que tenía que ser gracioso, divertido para contrarrestar todo lo demás. Me sentía el tipo más feo del mundo”, cuenta.
Santiago fue “el gordito del grupo” desde primer grado, el año en que empezó a engordar, hasta los 33, cuando entró a Cuestión de Peso y pasó, en ocho meses, de pesar 142 kg a pesar 98 kg. Para el momento en que ingresó al programa, ya no solo se agitaba al subir escaleras, sino que, además, sufría de apneas del sueño y reflujo.
“Viste como es...el gordo siempre vive de dieta. El domingo dice mañana empiezo, el lunes se levanta, come dos tostadas, al mediodía, una ensalada. A la tarde se pone de mal humor y se clava cinco hamburguesas. Realmente necesitaba el programa. Bajar de peso te cambia la vida, el autoestima, la manera de desenvolverte socialmente. Cuando te cambia el cuerpo, te cambia todo”, dice.
Rocío: “Me metía a la pileta con remera”
En el caso de Rocío, además de la imposibilidad de cumplir las dietas y las rutinas de gimnasio, se sumaba la vergüenza. “Si estaba con amigas, me metía a la pileta con la remera. Tuve dos parejas anteriores y me acuerdo que me daba vergüenza que vieran mi físico. Cuando me puse de novia con Santi, todavía tenía la costumbre de decir ‘mirá para otro lado’ antes de cambiarme la remera. Eso se me fue yendo, y ahora ya no me pasa más”, cuenta. La joven llegó a pesar 130 kg. Cuando salió del programa, pesaba 77, peso que logró mantener hasta que quedó embarazada.
-¿El hecho de estar juntos, los ayudó a bajar de peso y a mantenerse?
-Rocío: Recontra. Al principio, yo lo miraba todo el tiempo a él, que ya había bajado bastante. Íbamos al gym, veía como corría en la cinta y pensaba: ¿en algún momento voy a poder correr así? ¿Y voy a bajar esa cantidad de peso? Eso te incentiva más. Al estar juntos, los dos nos potenciamos muchísimo. Como pasamos por el mismo proceso, nos entendemos muy bien.
-Debe ser difícil lo que viene después del alta, el mantenimiento del peso, ¿no?
-Rocío: Sí, y además unos meses después empezó la pandemia, y lo hizo más difícil. Hablamos todo el tiempo del tema comida, peso. Lo tenemos que hablar porque es parte de nuestra vida. Ninguno de los dos se operó —dice, en referencia a la cirugía de cinturón gástrico—. Tenemos que hablar todos los días sobre qué vamos a comer. Si no lo hablas, te empezás a dejar, más ahora con el embarazo.
Así llegó #Rocío a su alta 🎊✨ ¡La participante de #CDP2019 bajó 30 kilos en menos de 5 meses! Mirá todas las repercusiones 👇 https://t.co/AB31bpfiJW pic.twitter.com/YL1qKFSVeG
— Cuestion de Peso (@cuestiondepeso) July 5, 2019
-Santiago: Todo gira en torno a eso. Nosotros comemos muy sano y nos seguimos dando el permitido semanal de los martes, como hacíamos cuando estábamos en el programa. Durante la pandemia, muchas marcas de comida nos empezaron a enviar el permitido semanal para que los promocionamos en las redes.
La balanza es para ellos un objeto fundamental de la casa. Se pesan de manera regular para procurar no excederse. Ellos son plenamente conscientes del escenario en el que se encuentran, y Santiago lo resume así: “La obesidad es una enfermedad que te acompaña hasta el último día de tu vida. Eso lo tenemos claro. No engordar es un trabajo de todos los días. Es como la relación: hay que regarla día a día”.
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