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Desde los tiempos más remotos, los seres humanos recurrimos a las plantas para aliviar dolores, curar heridas o inducir el sueño. Eran, generalmente, las personas más ancianas de las comunidades quienes atesoraban esos conocimientos y compartían su sabiduría con la tribu. Ellas abrieron camino y mucha información llegó hasta nuestros días, aunque también gran parte de ese caudal de conocimiento quedó en el pasado, eclipsado por el avance de la química y la farmacéutica.

Aloe vera para las quemaduras, bardana (Arctium lappa) para depurar el organismo, equinácea (Echinacea purpúrea) para la digestión y carqueja (Baccharis Articulata) para proteger el hígado: los usos medicinales del reino vegetal son muchísimos e, incluso, una misma especie puede atesorar varias propiedades. Para aprovechar y extraer lo mejor de cada una, es importante conocer las distintas formas de consumirlas o aplicarlas. Algunas plantas pueden reparar la piel con solo ponerla en contacto directo con ella, como la pulpa del aloe; hay otras que se digieren crudas o que deben pasar por un proceso de preparación para que produzca su efecto.
Infusiones
Se coloca la hierba en una tetera o una taza y se cubre con agua recién hervida (no hervirlas juntas, ya que en ese caso se pueden perderse valiosos aceites volátiles). Cubrir con una tapa y dejar reposar de 5 a 10 minutos. Cantidad: 1 cucharadita de hierba seca o 2 de hierba fresca por taza de agua.
Cocimientos o decocción
Sumergir la planta en agua fría y calentarla hasta que hierva. Aplicar este método para las partes más duras de las planta (raíces, corteza o ramas). Colocar la hierba en una cacerola, cubrir con agua fría y cocinar a fuego lento durante 20 a 30 minutos.

Maceraciones
A menudo, el calor elimina los principales principios activos de las plantas. Para evitarlo, se recurre a la maceración en frío. El procedimiento consiste en colocar 25 gramos de planta seca en un recipiente y cubrir con 1/2 litro de agua fría. Dejar reposar toda la noche y colar. Un ejemplo: la maceración de menta y lemongras, consumida en forma de trago refrescante.

Jarabes
Se preparan combinando infusiones concentradas (2 cucharaditas de hierba seca por taza de agua) o cocimientos con miel o azúcar. Estos componentes, además de conservar los ingredientes activos, calman las mucosas, lo que los convierte en un vehículo para combatir la tos o la irritación de garganta. Procedimiento: verter la infusión o cocimiento (500 ml) en una ollita y añadir la miel o el azúcar (500 g). Calentar hasta que se hayan disuelto por completo. Dejar enfriar. El eucalipto medicinal, el tomillo y el jengibre son excelentes tónicos respiratorios indicados para preparar jarabes.
Ensaladas
Se prepara la planta fresca sola o en combinación con otras en una ensalada.
Jugo
Se extrae el jugo de la planta fresca.
Si queremos sacarles el máximo provecho a las plantas, es importante utilizarlas de forma segura y responsable. Esto significa que aunque las cantidades recomendadas en las recetas parezcan pequeñas, son suficientes para lograr una acción terapéutica.
Paso a paso: decocción aromática
- En agua fría incorporar hojas de salvia y romero.
- Agregar cascaritas de naranja y llevar a ebullición. Dejar reposar unos minutos.
- Colar y servir.
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