Sexo a diario. Chau al touch and go
Bastó un virus invisible para que en menos de dos meses desapareciera casi toda nuestra vida anterior. Mientras media humanidad sigue confiando en que cuando pase la pandemia las cosas volverán a su lugar, incluso las que estaban mal, otros en cambio vemos cómo la onda expansiva del Covid19 va derribando lentamente aquello que parecía quedar en pie. En la próxima realidad lo que más extrañaremos serán sin dudas las expresiones de cariño, el contacto físico con lo seres queridos y por querer. Gestos tan viscerales como abrazar, besar y acariciar están empezando a perder significación, y no hay alcohol en gel que alcance para impedirlo.
Si bien durante el confinamiento las redes sociales y aplicaciones multiplicaron el número de usuarios (Tinder registra un 30% de perfiles nuevos) aumentando exponencialmente el volumen de likes y chateos, el presentimiento es que para los solteros se terminó el sexo casual. Asumámoslo: la pandemia marcará un antes y un después en la intimidad de quienes no tienen pareja estable y recurren a citas esporádicas, lo que conocimos como touch and go. El cortejo virtual que floreció en el encierro estuvo muy bien porque calmó la ansiedad y demostró cuánto podemos ampliar nuestro campo de placer en la distancia, pero el goce que provoca la conexión corporal sigue siendo irremplazable para la mayoría. Por el momento lo único seguro es que nadie sabe cuándo podremos volver a recibir a un extraño en nuestra cama sin vivirlo como un acto suicida. De besarse, ni hablar.
Más vínculo emocional, autoerotismo y menos sexo express, vaticinan los sexólogos reunidos en una reciente investigación sobre el impacto de la cuarentena realizada por la Academia Internacional de Sexología Médica en varios países de habla hispana y portuguesa. Aunque las conclusiones están en proceso y cualquiera puede aportar información respondiendo una encuesta (ver aquí) , la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, Francisca Molero, anticipa que la vida privada experimentará una profunda transformación ahora que el miedo, la incertidumbre y la preocupación impactaron en la frecuencia de las relaciones y en la satisfacción en general. Los encuentros ocasionales que facilitaban las plataformas disminuirán al menos a mediano plazo, aclara en un artículo publicado por ABC. Mientras dure el pánico al contagio y no haya vacunas a la vista cualquier vínculo espontáneo deberá poner en pausa la presión y la urgencia por concretar, enfocándose más en el intercambio previo, que tampoco garantiza nada, salvo la posibilidad de conocerse mejor y decidir si la atracción intelectual es suficiente como para arriesgar el pellejo bajo las sábanas. Claro, habrá quienes se crean inmortales y vuelvan al deporte apenas relajen del todo las medidas dispuestas por el gobierno, pero bastan unos cuántos de esos desaprensivos para que el resto mantenga la cautela.
Nunca fue más fácil tener relaciones como en la última década. La tecnología acabó ahorrándonos a tal punto el trabajo de la conquista que hombres y mujeres perdimos la paciencia y los modales ( ghosting, envíos de fotos de genitales etc.) al extremo de confundir histeria con flirteo romántico. Viéndolo en perspectiva el Covid-19, en cierto modo, vino a hacernos un enorme favor: ahora no queda otra que volver al modelo del slow dating, e ir de a poco. Deshacernos de las aplicaciones y conectar con las personas que nos rodean. Al fin de cuentas, el amor sigue.
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