Sin estereotipos
Modelo internacional, amigo de príncipes y, sobre todo, loco por los caballos, le falta algo para tener una vida completa: construir la mejor caballeriza del mundo. En eso está
Una casa muy Ralph Lauren en su adorado General Rodríguez, pero que conserva el sello propio. Mesa rústica con pilas de libros de diseño, esculturas, mucho lino y hojas verdes asomando entre papel y vidrio. Hay fotografías de Steven Klein (la fabulosa serie de Madonna y los caballos) y una obra abstracta del protagonista de esta entrevista. Nacho Figueras es inquieto, curioso, sensible. Ama los caballos y el arte. Polo y familia, dice. Pero es bastante más que eso.
El cuento de hadas, en una tarde húmeda como pocas, continúa con la llegada de su esposa, Delfina Blaquier (fotógrafa, modelo para ocasiones extremadamente especiales), que, comenta, viene de una obra. No explica mucho; invita café. Los cuatro chiquitos de melena dorada juegan con la border collie llamada María.
Junto con el viento que adelanta una tormenta impresionante, Nacho sí comienza a hablar de la obra que le quita el sueño.
¿Se mudan?
¡No! [risas] Es mucho más interesante, digamos que es el gran proyecto de mi vida. Más allá de mi contrato con Ralph Lauren –con quien ya firmé por dos años más, y van quince– y por supuesto el polo, mi pasión es la cría de caballos. Le dedico mucho tiempo. Lo hago en un campo de 25 de Mayo, mi pueblo natal. Ahí nacen los caballos y es donde está la doma. Pero ahora estoy construyendo acá al lado, en General Rodriguez, una gran caballeriza. Va a estar terminada en marzo. Será mi sueño cumplido porque realmente es impresionante, algo único.
¿Qué tiene de especial?
Yo siempre vi mi cría como una colección de sangre, de obras de arte. Y sentí la necesidad de construir un museo donde exponer esas queridas obras. Digo, sin ningún pudor, que haré la mejor caballeriza del mundo. Hablo de un tema estético, de diseño. Me lo está realizando el estudio de Juan José Ramos, pero la inspiración es muy Mies van der Rohe, un arquitecto que admiro profundamente. El techo, por ejemplo, estará cubierto con pasto. Hay una fuente, una escultura. Estoy muy entusiasmado.
¿Tenés alma coleccionista? Te gusta el arte.
Sí. Con Delfi viajamos mucho y hemos comprado obra interesante. Uno ve, aprende. Aunque me encanta leer, soy autodidacta total en el tema del arte. Pinto porque pinto, nunca pensé en exponer. Hago pintura expresionista, pero sin ninguna pretensión. Antes lo hacía en un cuarto especial, pero se fue agrandando la familia, así que me quedé sin taller. Cuando tengo ganas agarro las cosas y trabajo en mi habitación. Me gusta mucho, es uno de mis cables a tierra.
Igual se te nota tranquilo…
Sí, no me gusta enojarme. Siempre digo que el que se enoja, pierde. Tampoco es que desconozco la bronca; sólo que prefiero pensar antes de decir algo fuerte. Trato de no engancharme con lo desagradable. Realmente me considero un tipo positivo. Y eso que hubo épocas en que no todo fue color de rosas. Delfi es testigo. Crecimos juntos. Todo se fue dando paso a paso. A mí me emociona la familia que formamos.
¿Siguen viajando sin parar? Ahora, con cuatro chicos, debe complicarse un poco.
Antes lo hacíamos ocho meses al año y ahora entre dos y tres. Es lógico. Hilario, el más grande, ya tiene catorce años. Y Alba, la beba, necesita su espacio. En el medio quedan Aurora y Artemio, con edades más intermedias. Pero claro, está el tema de los colegios. Ahora que estuvimos en los Hamptons, llevamos una maestra. Pero nos vamos adaptando. La realidad es que estoy harto de los aeropuertos. Hacemos viajes más cortos, por los chicos, y terminamos muertos. Ahora, en noviembre, nos vamos con mi mujer a Dubai. Sólo cuatro días; dejamos a los abuelos comandando la casa. Medio una locura, pero es así. Voy como embajador de la fundación del príncipe Harry.
Es a beneficio de los chiquitos huérfanos de Sudáfrica, ¿no?
Lesotho. En realidad es otro país, pero queda dentro de Sudáfrica. Es el único país en el mundo que está emplazado dentro de otra nación. Para mí es un honor ser su embajador, jugar para juntar fondos. La causa es hermosa. Se construyen escuelas y centros fabulosos para asistirlos. Él [Harry] está muy involucrado, lo hace desde el corazón.
¿Sos consciente de que algunos podrán decir, ¿por qué no organiza lo mismo en Formosa? ¿ Por qué ir tan lejos para hacer solidaridad?
Absolutamente. Claro que lo dicen. Y no me importa por una simple razón: hago mucho en mi país. Yo estoy absolutamente orgulloso de ser argentino y me enorgullece colaborar con Help Argentina, que hace escuelas en el Norte. No es de buen gusto estar explicando todo lo que hago, sólo digo que siempre estoy atento a las necesidades de las diferentes fundaciones. Pero no por eso voy a dejar de participar de algo que me parece interesante en otros países. ¿Por qué? ¿Porque es Harry? A más de uno, si lo conociera, se le caerían las medias.
¡Necesitamos detalles!
Es que es un chico increíble, una persona espectacular. Tiene un carisma único, se compromete muchísimo con los grandes temas. Heredó de su madre esa pasión por ayudar.
¿Y su hermano?
También. Lo que pasa es que tiene una agenda más cargada y lleva sobre sus hombros la impresionante responsabilidad de saber que será el rey de Inglaterra. Es mucho más difícil de lo que la gente cree. A ese nivel, el saber que jamás podrás ser anónimo, aunque sea unos minutos, debe ser una cruz.
¿Te molesta que te presenten como modelo?
Yo no soy modelo. Tres veces al año continúo el ritual de hacer algunas fotos para Ralph Lauren. Obviamente es algo muy importante; esas fotos recorren absolutamente todo el mundo. Por lo tanto se me ve mucho y pareciera que me dedico a esto. Pero ni siquiera considero que tenga una carrera como tal. Lo que sí tengo es un gran compromiso con la marca. Lo de Ralph comenzó con una foto (nos presentó el fotógrafo Bruce Weber) en Nueva York, en 1999. Y terminamos con una amistad. Hace un tiempo nos juntamos con su hijo, David, y últimamente con Jerry, su hermano, que es el jefe de diseño de hombres. Hicimos la línea Black Watch, que es el nombre del equipo de polo con el que juego en los Estados Unidos.
¿Te involucrás en el tema diseño?
No. Es una línea de ropa con el nombre del equipo, algo muy específico. Son buzos, alguna campera, gorras, camisetas. Se vende en todos los Polo Stores y en las grandes tiendas por departamentos, como Bloomingdale’s. El tema del diseño me encanta, y lógicamente estoy bastante empapado en eso. Con Delfina mantenemos una linda relación amistosa con números uno como Valentino, Donna Karan, Marc Jacobs… La moda siempre está. Pero la realidad es que ahora no tengo tiempo para nada. Mi carrera de polista y mi relación con las marcas está aún muy vigente.
Hace un tiempo hablaste de política y hasta te mostraste esperanzado.
Es importante estar al tanto; yo no concibo vivir en un país –aunque viaje constantemente– sin involucrarme, sin tener un pensamiento. Hay que estar consciente de lo que pasa, leer. Me importa y no soy de los que creen que está todo imposible. Tenemos un país espectacular que no cambio por ningún otro del mundo. Pudiendo estar en cualquier otro lugar yo elegí esta tierra para criar a mis hijos. Me gusta y confío en la gente. Estamos en democracia, hay muchos jóvenes que quieren hacer política. Por supuesto, existen millones de problemas, pero no tengo malos pensamientos. Creo en el trabajo y en la buena estrella del país.
¿Tenés un costado urbano? ¿Cuánto hace que no caminás por el Centro?
Te sorprenderías. A mí me encantan las ciudades porque valoro mucho la arquitectura. Soy feliz en Nueva York, París. Y Buenos Aires es espectacular, una de las capitales más hermosas del mundo. Todos lo dicen y es así.
¿Un lugar en el mundo, al que siempre volvés, para disfrutar de tu plato favorito?
Bueno... Me encanta el Cipriani del downtown en Nueva York. Siempre voy por el branzino (en estas tierras, lubina), un pescado riquísimo que preparan muy bien.
¿Acompañás con Bellini? ¿Tomás alcohol?
Poco. Aunque soy embajador de Veuve Clicquot y me encanta la marca. También cada tanto me tomo un fernet con cola. Eso también me gusta.
¡Van a llamarte! Adolfo Cambiaso hizo una publicidad muy popular de una gaseosa, junto a un futbolista, un actor y un ex corredor de autos.
Sí. Igual yo no lo haría.
Alguna vez hablaste de descontracturar el polo. ¿A qué te referís?
Lo digo a nivel mundial. En Buenos Aires tenemos la suerte de contar con un estadio en medio de la ciudad, y más o menos todos conocen algo, incluso a los jugadores. Pero en general a nivel mundial falta mucho. Con el polo se pueden hacer grandes cosas, muchas ligadas a la solidaridad.
Hace un tiempo, la Vogue australiana te presentó, junto con tu mujer, como una de las parejas más glamorosas del mundo. Titularon los new romantics. Muchos los imaginan viviendo en constante estado de glamour…
Y bueno, tiene que ver con estereotipos, con lo que uno vende. Es normal. La realidad es la que pueden retratar ahora. Mi mujer de entre casa, volviendo de una obra en construcción, los chicos con la pelota, el mayor que ya juega al polo, el dentista, los abuelos que nos ayudan con los chicos cuando hay que viajar, los amigos, los asados, el salmón al horno que hice ayer en el campo. Pero nos hacen mucho ese tipo de notas. Tiene que ver con lo que decía. Además, Delfina es divina, tiene un poder estético especial. Gustó mucho el corto que hicimos para uno de los perfumes de la saga Lauren. Fue un corto filmado por Weber en el campo de la familia de Delfina. Ella a caballo, vestido al viento… Creo que nuestra imagen de familia, que es real, también vende bien.
Decías hace poco que, más allá de eso, vos sos el tipo de las alpargatas. Igual, siempre alpargatas con estilo…
El estilo es estar cómodo con uno mismo. Hay miles de definiciones de la palabra, pero estoy convencido de que es encontrarle la vuelta a lo que sos. No sólo debe estar ligado a la personalidad, sino también al lugar donde vivís. Se podrá usar la campera de cuero, pero si vivís en Río de Janeiro, no te va a andar para nada esa moda. Calculo que tampoco un canadiense usaría mucha sandalia por más que se pongan de moda. Lo forzado quita estilo. Me parece que la onda está en encontrarse. Hay gente que con una bombacha de campo y camisa arremangada está supercanchera, pero porque lo usó toda la vida. Si en cambio quiere debutar con ese estilo un tipo que vivió cincuenta años en traje y corbata, tal vez quede raro. Mick Jagger, a su edad, tiene estilo con chupines. Porque siempre los usó y eso es él. Otros quedarían disfrazados.
Tuviste una participación en la serie norteamericana Gossip Girl. ¿Hay planes de seguir por ese camino?
No, para nada. No hay planes, pero todo puede darse. Así como no se planeó aquello, pueden suceder otras cosas. La pasé bien; son cosas que van apareciendo en el camino.
Pareciera que siempre te dejás sorprender. ¿Sos militante de esa palabra que ahora llevaron al podio, me refiero al ahora famoso fluir?
No sé. ¡Soy piscis! La verdad es que soy un trabajador, un tipo curioso que va para adelante, que se entusiasma y hace. Ahora estoy por abrir un restaurante, acá en General Rodríguez, junto con Facundo y Polito Pieres. Se va a llamar Tack Room. Me parece que el lugar necesitaba un punto de encuentro de los más jóvenes. Siento que debo devolverle a Rodríguez algo de lo tanto que le aporta al polo. Y bueno, así como surgió esto, surgen tantas cosas. No soy de quedarme quieto ni mucho menos miedoso. No analizo si las condiciones del país dan o no para hacer tal cosa. Yo confío y avanzo. Por suerte tengo la mejor compañera a mi lado, que me apoya en todo. Delfina me ayuda mucho en los momentos en los que debo tomar decisiones. Es el ochenta por ciento de todo lo que me pasó.
Confirmada tu vocación por sólo mirar lo bueno: terminamos la nota y no hablamos de tu accidente.
Fue terrible, lo peor que me pasó. Me fracturé la clavícula jugando al polo, en Inglaterra. Fueron tres meses con muletas en los que tuve que desacelerar; bajé ocho cambios de golpe. Algunos me dijeron: te pudiste haber matado. Pero a mí nunca me paralizó ese pensamiento. También podría haber salido ileso de esa caída. Pasó lo que tenía que pasar y me lo banqué con actitud. La verdad es que no me enrosco demasiado con las cosas. No soy de diván. Todo lo resuelvo en la cancha, que es la vida misma.
1977
Nace el 4 de marzo en 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires
1994
Comienza su carrera profesional como polista, en París
2000
Protagoniza la campaña del perfume Polo junto con Penélope Cruz
2005
Se casa con Delfina Blaquier, con quien tiene cuatro hijos: Hilario, Aurora, Artemio y Alba
El futuro
¿Cómo te imaginás exactamente dentro de un año?
Ya disfrutando de mi caballeriza, ese museo que albergará mi colección de sangres, como digo de mis caballos. Hace unos seis o siete años que comenzó el proyecto en mi cabeza, así que estaré feliz de haberlo concretado.
Producción : Anita Escalada. Asistente de producción: Agostina Curcio. Asistente de fotografía: Lucas Pérez Alonso. Agradecimiento: Remates Breuer Moreno, Libertad 1650