"Uno, dos, tres, cuatro, rulo y la traigo, rulo y la llevo", dice Juan Aurelio García mientras abraza a su compañera de baile Elba Natalia Sottile. Nito y Elba, como son conocidos artísticamente, son la leyenda viva del tango : tienen más de ochenta años, hace 42 años que bailan juntos, son maestros de esta danza en todo el mundo y como si esto fuera poco también son pareja en la vida. Como cada 11 de diciembre, en el Día Nacional del Tango, ellos le rinden su merecido homenaje. "El tango es nuestra vida", expresan los dos al unísono.
Nito nació en 1936 en Bragado, en la provincia de Buenos Aires, y se crió en Avellaneda, uno de los barrios más tangueros de Buenos Aires. En su casa se filmó la clásica película Pelota de trapo y por su parecido a un personaje de la revista Rico Tipo (que usaba sombrero, pañuelo y era bailarín) en el barrio lo apodaron "Juan Mondiola". Su acercamiento con el tango comenzó desde muy pequeño y por herencia familiar: uno de sus tíos era el mejor cantante de tango de la localidad de "General O'Brien", hoy llamado Eduardo O'Brien, mientras el otro el mejor bailarín. Todos los veranos cuando Nito estaba de vacaciones se iba a practicar con ellos al pueblo.
En 1953, cuando tenía tan solo diecisiete años, después de dos años de intensa preparación, se presentó a su primer concurso de milonga y lo ganó. Luego llegaron más galardones. Desde 1955 hasta 1965 ganó quince competiciones una tras otra. "Me apasionaba y también me generaba mucha adrenalina. Al principio era un hobbie, pero luego empezamos a hacer exhibiciones por todos los barrios. Los primeros concursos los gané junto a mi hermana porque antes era muy difícil poder bailar con una mujer que no fuera de la familia. Solíamos aprender entre hombres, éramos unos 20 o 30 muchachos que nos juntábamos en el club de barrio a practicar. Luego, los sábados bailábamos en la milonga con las chicas" explica García a LA NACION.
Por ese entonces, ya se había convertido en bailarín de tango profesional y se consagró como figura principal de la orquesta de Osvaldo Pugliese en el show de tango Cielo de barrilete en el Teatro Marconi y Dado Rojo. A los treinta y seis años se casó, pero quince días después de haber contraído matrimonio, su mujer y su madre fallecieron en un accidente de tránsito. Nito se aferró aún más al tango. En Zavalía, un pequeño pueblo a menos de 30 kilómetros de O'Brien, Elba Sottile vivió una situación similar: perdió a su marido en un accidente de tránsito y se quedó sola con una hija de tres años y otra de nueve. La vida les iba a dar otra oportunidad.
La llegada de Elba
Nito y Elba se conocieron en un baile. Él vestía un traje celeste, sobresalía entre los demás caballeros. Ella tenía su pelo rubio impecable y un vestido elegante. Cruzaron miradas, pero no se hablaron. "La cabeceé toda la noche para sacarla a bailar, pero ella no me dio ni la hora", recuerda Nito, entre risas. Ella agrega: "Me había llamado mucho la atención lo pintón que estaba vestido, pero por ese entonces no tenía ganas de conocer a nadie", admite. Entre idas y vueltas, se perdieron el rastro durante cinco años. Y cuando se volvieron a encontrar, él no la dejó ir. A los cinco meses de noviazgo se casaron, se fueron a vivir a Junín y desde allí no se separaron más.
Elba no sabía bailar tango y Nito fue su primer y único maestro. "Al principio no me animaba a bailar en público porque era muy tímida. Practicábamos en casa y él me tenía mucha paciencia. Me decía: 'Escuchá la música y mové los pies', pero a mí me costaba. En un año, aprendí a bailar y él me invitó a inscribirnos a nuestro primer concurso de tango en La Pampa. Al principio lo dudé, pero tomé coraje y salimos a la pista. Nos fue tan bien que ganamos el concurso de milonga", recuerda Sottile.
En 1970 la dupla de baile Nito y Elba se volvió inseparable: recorrieron milongas por todos los pueblos de Buenos Aires, ganaron premios nacionales como el prestigioso Lobo del Mar por su destacada contribución a las artes y también internacionales con el galardón Master Artist of Dance de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, entre muchos otros. Además, se presentaron en la Esquina de Carlos Gardel, en Tango Porteño y desplegaron toda su elegancia bailando el tango "Oro y Gris" de Mariano Mores.
El interés por el tango comenzó a crecer en el mundo y muchos tenían ansias de aprender a bailar. Así fue como en 1991 les surgió la propuesta de viajar a Estados Unidos como maestros. Ambos admiten que: "les gusta más enseñar a sus alumnos que bailar e ir a la milonga". Durante las giras internacionales llegan a dar hasta tres clases por día y también algunas particulares. Desde que comenzaron con sus viajes recorrieron más de treinta países y fueron a festivales de tango por todo el mundo. Desde Alemania, España, Japón, Rusia, Malasia y hasta Hawaii, por tan solo nombrar algunos. El año entrante se preparan para ir a Londres al Festival de Tango y luego visitarán Roma, Cagliari, Suiza, San Petersburgo, Génova, Catania y Grecia. Para luego concurrir al festival de Viena, el de Israel y en julio al de San Francisco.
Lenguaje universal
Sus pasos son conocidos en todos los continentes y no importa cuál sea el idioma, su baile es siempre ovacionado. Son una pareja de ochenta años, que baila como si tuviera cuarenta. "En el tango hay que sentir y todo éxito de la pareja de baile está en transmitir, en dejarle algo al espectador. Nosotros vivimos el tango y quizás este sea nuestro secreto para mantenernos jóvenes",opina Elba. Ellos bailan tango salón fantasía. Según explica Nito: "Es tango salón porque bailamos en el eje y fantasía porque también hacemos cosas raras como el enrosque o la aguja. Improvisamos mucho".
En su casa se respira aire tanguero. Desde que se levantan encienden la radio para escuchar la 2x4 (Fm 92,7), también suelen escuchar discos y hace poco se compraron un parlante para bailar sus temas favoritos como "Yunta de oro" de Osvaldo Pugliese. En todas las paredes hay premios y distinciones que cosecharon por sus años de trayectoria. También hay fotos de recuerdos de sus giras, caricaturas y un póster gigante de ellos bailando.
El vestidor de Nito merece una mención aparte: tiene más de 60 trajes, 200 camisas, de distintos colores y diseños, la misma cantidad de corbatas y hasta 60 pares de zapatos. "El tango es elegancia, por eso no importa cuál sea la ocasión siempre hay que ir bien vestido. La vestimenta forma parte de los códigos. Es muy importante la corbata, el moño, el traje y también los zapatos. Reconozco que soy un poco extravagante, pero me encantan los trajes de colores", dice Nito mientras sostiene una caja con su colección de relojes. "También me gusta coleccionar gemelos y anillos. Tengo uno de cada país que visito y muchos son regalos". Elba también es súper coqueta y desde que incursionó en las pistas es su propia diseñadora: cose y borda sus vestidos. "Todo el trabajo es artesanal, me apasiona bordar a mano y muchas de las producciones las terminé en los viajes. Combino siempre el vestido con los zapatos y también me fijo que queda bien con la vestimenta de Nito", dice mientras toma una de sus prendas preferidas.
Ambos tienen gran vitalidad y una rutina semanal bien armada. Los lunes dan clases a las ocho y media de la noche en el Tacuari Tango. Elba se encarga de enseñarle a los principiantes, mientras que Nito del nivel intermedio y avanzado. Como buenos amantes de la milonga los jueves suelen frecuentar El salón Marabú, donde a partir de las doce de la noche se arma baile con orquesta de tango incluida. "Nos encanta también sentarnos y ver bailar a las parejas. Nito se da cuenta enseguida del talento", dice Elba. Los viernes o sábados van a Club Grisel donde se arman lindas milongas. El referente de Nito en la pista siempre fue Orlando Paiva, mientras que para Elba su pareja es su gran inspiración. "Lo admiro mucho a Nito, me gusta verlo bailar. Coloca muy bien los pies y gira muy prolijo", dice.
De fondo se oye el tango "Recuerdo" de Osvaldo Pugliese y Jorge Maciel, es el favorito de la pareja. Él marca el paso, ella con su elegancia y mirada cómplice lo comprende más que nadie. Ellos son Nito y Elba.
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