El equipazo formado por el diseñador Pablo Ledesma y el arquitecto Martín Lhez convirtió un tinglado en el fondo de una casa en un espacio que retoma la idea del galpón de campo en cancherísima clave actual.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/UUBA4CYUFJHD3J4CZVZBCFFUUA.jpg)
Los dueños de casa les dieron vía libre al diseñador y restaurador Pablo Ledesma y al arquitecto Martín Lhez para diseñar el quincho con el estilo y los materiales que quisieran. La dupla optó por usar chapa patinada para recubrir las paredes y el cielo raso, lo que le dio al ambiente un carácter único y aire de antaño.
Ángulo a ángulo, descubrimos este genial refugio que se volvió centro de la vida familiar.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/OLYRDZYSJBCKRFNMXSBXONVB4A.jpg)
“La base para construir el quincho fue un tinglado al fondo del jardín. Lo único que había era un techo y una chimenea. Conservamos ambos”, detalla Pablo Ledesma, agregando que: “Conseguimos un lote de chapa que fue casi milagroso: nuestra idea era pintarlo de negro, pero éste ya tenía una pátina espectacular que dejamos tal cual”.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/MMX6RTXNLNEY5AJQVNSOYEBCK4.jpg)
En el centro de la escena se dispuso una gran mesa hecha con tablones de lapacho gris (Pablo Ledesma) combinada con sillas de hierro que los dueños de casa ya tenían. Y con la misma madera se realizaron los muebles con mesada y espacio de guardado a cada lado de la chimenea.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/AOGR2MDQBFDODCG2OR3TBGRGPY.jpg)
El quincho también tiene un baño, que se construyó a nuevo y se forró como una caja con tablones de lapacho gris, idénticos a los usados en los muebles. Se completó con una bacha antigua, repasador de flecos ($110, Claudia Adorno), un espejo forrado en chapa galvanizada y un caballete como apoyo.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/MT2IH3NE2BA4XKCN2NAJWBALGU.jpg)
“Es increíble cuánto disfrutamos de este lugar. Al principio lo usábamos sólo para los asados, pero a mis hijos les gustó tanto que ahora lo usan hasta para sentarse a estudiar”, nos cuenta Soledad, dueña de casa, y no nos sorprende.
Acogedor, el espacio se dejó totalmente abierto al jardín, sin cerramientos, lo que le da un plus que mezcla el adentro con el afuera. Y para los días fríos de invierno, basta con el calor del hogar para regular la temperatura.
El quincho, detalle a detalle
• El espacio era una obra que los anteriores dueños de la casa habían planteado y abandonado a mitad de camino. Lo único concretado era la instalación de agua.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/MHRW6PO3ORBS3DMXIYLVNQMVVE.jpg)
• Además de la zona de comedor, se construyeron un depósito y un toilette (que vimos arriba). El acceso es a través de dos puertas de rancho gemelas, que tienen picaportes de hierro oxidado y están pintadas con esmalte blanco brillante.
• Contra la pared exterior del baño se dispuso una ducha de jardín para usar en verano. Con el tiempo, ese sector se cubrirá de jazmines trepadores.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/ZSYIUDKFMVGINHQ7IL7AKCGM6M.jpg)
• A tono con el estilo, la instalación eléctrica se hizo con caños a la vista, cajas de luz industriales y plafones de pared diseñados por Pablo Ledesma.
• Usando la misma madera de lapacho para recubrir la mesa, realizar los muebles de cocina y revestir el baño, se cohesionaron los sectores con rústica calidez