Una elección temporaria que se volvió definitiva
En 2013 tomamos una decisión que habíamos evaluado durante cierto tiempo: mudarnos a Punta del Este. Nos instalamos con mi mujer y mi hija pequeña Emma (2 años en ese momento) en una chacra en un barrio cerrado de La Barra. Al principio decidimos probar por un año, para ver qué sentíamos, y en ningún momento lo tomamos como definitivo. Fue una apuesta.
La idea era criar a nuestra hija en un entorno natural, y encontrarnos a nosotros mismos fuera de la zona de confort que otorga el vivir en un lugar conocido. Evolucionar.
Recuerdo que el primer invierno fue crudo, hacía frío, y no conocíamos mucha gente, salvo ciertos amigos con los que hemos pasado noches enteras reflexionando acerca de nuestra búsqueda, y que eran nuestro principal bastón. Extrañábamos a nuestra familia y a nuestro entorno, y creíamos que las visitas iban a llegar con más frecuencia, pero no era así. Tuvimos muchos momentos de introspección, lo cual nos ayudó a conocernos más como personas y como grupo familiar.
El tiempo fue pasando y cada vez notábamos más el cambio. La tranquilidad adquirida, dejar de pensar en temas de inseguridad, convivir y conectar con este hermoso entorno natural, el deporte. Una calidad de vida que te lleva a pensar más en las cosas básicas. Una buena comida, mates en la playa, observar la luna, disfrutar de las cosas pequeñas.
Tuvimos otro hijo, conocimos nuevos y buenos amigos, nos mudamos varias veces y fuimos buscando nuestro lugar. Debo decir que los últimos años estuvieron marcados por la llegada de mucha gente nueva a vivir aquí, lo cual hace que el movimiento que en su momento fue escaso y que provocaba cierta soledad, hoy no se sienta. También se ve la llegada de nuevas propuestas educativas, gastronómicas y eventos que modifican de manera positiva la vida aquí.
Cinco años después, ya tenemos un amor muy grande por esta ciudad, nos enseñó mucho y nos ayudó a fortalecernos. Y, para devolver un poco de todo lo que nos dio, apostamos por un emprendimiento que hoy estamos haciendo realidad: una empresa de jugos prensados en frío, Be Juice Factory, con sede productiva en Punta del Este, apostando a que cada día más gente elija este paraíso para vivir.
Emprendedor y nuevo habitante de Punta del Este
Agustín Kingsland