Wakeboarding
Un deporte ideal para trepar y mantenerse en la espuma de la ola
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Se inauguraba la década del 90 cuando el Delta del Plata se convirtió en escenario de los primeros ensayos sobre wakeboarding en la Argentina. Pero el origen de este deporte -aún poco convencional- debe buscarse todavía un poco más atrás en el tiempo y lejos de estas aguas.
En realidad, todo empezó en el verano de 1983, en California, y por casualidad. Cada deporte tiene su historia de azar -por algo es un juego- y la de esta disciplina, que cada vez gana más adeptos, comenzó en un día sin olas.
Desalentado por una seguidilla de días chatos, el surfista Tonny Finn se aventuró a ser remolcado en su tabla por una lancha. Así, tomado de un manillar, logró remontar el oleaje que producía la embarcación y aprendió a utilizarlo para impulsarse y hacer piruetas en el aire.
En el wakeboard se ensayan trucos propios del esquí náutico, el surf, el skateboard y el snowboard, todos deportes de tabla que comparten entre sí las nociones básicas sobre la distribución del peso y el equilibrio.
Con el paso del tiempo y las imposiciones de la moda, a aquellos primeros fanáticos locales que desembarcaban en el Delta se sumaron otros y otros más, hasta que en 1995 , finalmente, se logró formar la Asociación de Wakeboard Argentina (AWA). Entonces, los resultados no demoraron en llegar. Dos años después, el país debutó en el campeonato internacional y Cutún Martín junto a Gabriela Díaz treparon en el podio hasta consagrarse como subcampeones mundiales.
Este proceso de desarrollo y crecimiento del deporte se vio acompañado con el perfeccionamiento de la técnica. Incluso, se evidenció el ingreso al país de nuevos modelos de tablas simétricas y diseños equilibrados (es decir, de forma similar tanto en la punta como en la cola). Como es de suponer, con la importación de estos nuevos formatos mejoró también la aptitud para desplegar originales tricks. Según sus propios cultores, uno de los éxitos de la práctica se debe a que no requiere más infraestructura ni equipamiento que un tabla, una lancha y agua para navegar.
Igualmente, los wakeboardistas de última generación son remolcados por lanchas construidas especialmente para este fin, que presentan un casco plano y dos tanques de agua en la popa para sumar peso y, de esa manera, provocar olas suaves, redondeadas y limpias: "Perfectas para que la tabla no se trabe al deslizarse", dicen.
Es cierto. Este oleaje no puede compararse con el cabrilleo del mar. Pero, a propósito, los adictos aseguran que no importa. De esta forma, las olas son eternas y hasta pueden controlarse a voluntad.
Qué, cómo, cuándo, dónde
Aprender y practicar este deporte nacido en los Estados Unidos
Wake School. Informes, 4728-0031. Gabriela Díaz, subcampeona mundial y campeona nacional por tres años consecutivos, es la directora de la escuela que tiene base en el río San Antonio. Las clases se dictan todos los días, desde las 9 y hasta que cae el sol.
El precio es $ 50, incluye lancha, tabla y chaleco salvavidas. Las sesiones duran media hora, excepto los fines de semana que el tiempo de aprendizaje se reduce a veinte minutos.
Skimanía. Informes, 4747-2557.Uno de los primeros promotores del deporte tiene actualmente un negocio especializado en Libertador 15.209 y una escuela de wakeboard. El curso de iniciación, que se extiende durante cinco clases, cuesta $ 200, con todo el equipamiento incluido.
Cutún Martín. Informes, 4735-0321. El bicampeón argentino y tricampeón sudamericano enseña los secretos de esta disciplina en el Delta. Las prácticas cuestan $ 50, por media hora (dos tiradas de quince minutos), incluido el equipamiento.
Escuela de esquí acuático Jorge Renosto. Informes, 4542-3523/ 4400-0914. En el río San Antonio, diariamente -en horarios por convenir- se dictan clases de esquí y wakeboard. El precio de cada sesión es $ 35, si la lancha es del esquiador. Caso contrario, el encuentro cuesta $ 45, con vehículo e instructor de la escuela. En ambos casos, los aranceles incluyen equipamiento completo.





