La comedia musical en la que actúa como protagonista agota entradas semana a semana; la actriz conversó con Hablemos de otra cosa sobre su exitoso presente
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Tras trece años, Elena Roger repite la cábala: misma obra, mismo teatro, mismo éxito. Piaf, en el Liceo, agota entradas semana a semana. “El Liceo es bellísimo, tiene mucha magia”, apunta la protagonista en el hall de la sala ni bien arranca una nueva edición de Hablemos de otra cosa. “Tiene muy buena vibra; es muy lindo trabajar acá”, continúa.
El periodista Pablo Sirvén, que conduce el programa de LN+, le recordó a la artista que se están cumpliendo 150 años de la inauguración de la sala y que fue restaurada por su propietario, el empresario teatral Carlos Rottemberg, para devolverle sus brillos originales. “Evita actuó en este teatro”, suma Elena otro apunte histórico. Precisamente, la cantante encarnó a la segunda esposa de Juan Domingo Perón, en la célebre ópera rock que la recrea, en Londres y en Nueva York. Le preguntamos por qué esa obra no llega a la Argentina y si le gustaría representarla aquí. “No sé si el argentino se bancaría esa crítica tan fuerte hacia la Argentina y el peronismo, aunque quizás ya estemos preparados para verla”, responde.
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-¿La harías de vuelta?
-Creo que no; ya estoy grande. Habría que ver. Si la traen y me llaman, lo veré.
Igual, su presente es a todo Piaf. A pesar de la crisis económica y los coletazos postpandemia, las entradas salen como pan caliente. “Creo que hay una gran empatía que siente el público con la obra”, argumenta. Y agrega: “Hay distintos factores que hacen que algo sea un éxito. La pandemia ayudó a valorar la obra”.
-¿Qué cambiaron en estos trece años, entre la primera temporada de Piaf y la actual?
- En trece años pasó la vida, tuve hijos, tengo un hogar, una pareja. Entiendo y me transitan las situaciones de otra manera. Solo dos actores no son del elenco original. Nos reencontramos y todos tenemos esta segunda oportunidad de abordar el personaje.
-¿Qué te da el teatro?
-El escenario es mi hogar. El teatro es un misterio. Con el teatro es más difícil hacer otra cosa porque es tremendo el desgaste. Soy muy detallista y si mi voz no está perfecta sufro un poco. La exigencia de cantar y estar en el escenario todos los días es muy fuerte. Pero disfruto mucho venir a hacer Piaf y desconectar de la casa. Los artistas lo que hacemos es reflejar la sociedad y hacer que la sociedad se despierte. Nos sanamos a nosotros y sanamos a la gente que nos ve. Uso la función para curarme.
Esta comedia musical, en su actual versión, también cambió un poco; está más reposada. “Es una obra que tiene muchísimo detalle y un engranaje perfecto”, apunta la cantante y actriz. “Cuando lo conocí a Jamie Lloyd [el director inglés de Piaf] -recuerda- éramos dos pichones haciendo Evita, en Londres”. Y esa juventud de ambos hizo que aquella primera versión fuera más veloz y esta sea más madura.
La presente temporada también es la revancha de aquella de 2009, muy corta porque no pasó mucho el tiempo para que se fueran a representarla a España. “Creo que cometimos el error de ir a Madrid; tendríamos que haber ido a Barcelona”, anota al recordar que en la capital española no tuvo el éxito colosal que supo cosechar aquí hace trece años y ahora mismo.
De más está decir que Elena Roger es fan absoluta de Edith Piaf, el “gorrión de París”, que de nacer en la calle, vagabundear y ser criada en un burdel pasó a ser aclamada en los principales escenarios mundiales. “La voz de Piaf, la interpretación y la elección del repertorio es muy interesante”, opina. Y suma apuntes curiosos de su biografía: “Edith Piaf era muy generosa. Vio a Atahualpa Yupanqui tocando en la calle y lo invitó a cantar. Se crio en un París de 1920 en medio de las guerras. Ella entraba en campos [de concentración nazis] a actuar con cinco músicos y salía con diez. Se jugaba la vida. Es hermosa; me gusta mucho transitar su vida”.
Durante la emisión del programa, se volvió a pasar el día en que Elena, adolescente y con sus compañeros del colegio, se ganó en Feliz domingo el viaje de egresados para toda su división en Bariloche. Es muy notable como el conductor de ese recordado ciclo, Silvio Soldán, la ponderaba entonces por lo bien que cantaba y le preguntaba si se iba a dedicar a eso. Pero en esos momentos no lo tenía todavía del todo claro. “Iba a estudiar ciencias económicas -rememoró-, porque me gustaban los números y era muy buena en matemáticas, mi papá era contador”. Pero pudo más la música y su talento. Ya estaba estudiando danza y canto y a un tío le llamó la atención su calidad vocal. “Mi padre estaba preocupado por cómo me iba a mantener siendo artista, pero nunca me lo dijo”, recuerda. Y agrega: “Pero yo me dije, acá me puedo morir de hambre con cualquier profesión; mejor elijo la que me gusta”.
Hablemos de otra cosa se emite los sábados, a las 22, por LN+
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