Coronavirus y economía: la Argentina sobre el filo de la navaja
Nadie cuestiona que el aislamiento social es necesario para contener la pandemia y evitar que el sistema de salud colapse. Pero el impacto económico y social de la lucha contra el virus puede ser demasiado costoso. El desafío es encontrar un equilibrio entre el control de la epidemia y la mitigación de la recesión que se avecina.
La actividad económica se resume en flujos de actividades de las unidades productivas que generan ingresos -ventas que a su vez permiten solventar sus costos de producción- y egresos-retribuciones al capital y al trabajo que facilitan a su vez el consumo y la inversión. Cuando aparece una restricción a la oferta de trabajo (cuarentena) el nivel de actividad se ve automáticamente afectado impactando sobre los ingresos y egresos de la economía. En rounds sucesivos, la caída de la demanda profundiza la caída de la producción lo que a su vez deprime la demanda y así sucesivamente. Mientras las pandemias suelen tener ciclos cortos, el freno en la actividad que implican, pone en riesgo la supervivencia económica de empresas e individuos. Como la pandemia es sistémica los procesos de contracción económica se retroalimentan y, en la región, se potencian por el deterioro de los términos de intercambio y las salidas de capitales.
El Gobierno ha respondido en tiempo y forma instrumentando una cuarentena como mecanismo de aislamiento social. Las primeras estimaciones arrojan una caída del PBI del 2% anual -adicional a la caída prevista anteriormente. Aún con políticas anticíclicas, y a la luz de lo que está ocurriendo en el mundo, el impacto económico será bastante mayor; estará agravado por debilidades estructurales. Por un lado, la informalidad, el pobre acceso a la salud, educación, agua potable, cloacas, y conectividad para vastos segmentos de la población dificultan la tarea sanitaria y elevan el costo económico de la cuarentena. Por el otro, el desequilibrio fiscal, la falta de moneda, el bajo nivel de reservas y la ausencia de crédito externo reducen el potencial anti cíclico del estado.
Para mitigar el impacto económico, el Gobierno ha propuesto un amplio esquema de asistencia fiscal y financiera. Este incluye la distribución de una suma fija para 3,6 millones de personas, aumentos de la AUH y las jubilaciones mínimas, ampliación del programa Repro, suspensiones de aportes patronales, distribución de alimentos y asistencia financiera, etc. Las medidas son valiosas y oportunas pero en escala (aproximadamente 2% del PBI) insuficientes. En EE.UU., por ejemplo, el Congreso adoptó un paquete de asistencia fiscal equivalente al 10% del PBI y la Reserva Federal anunció un programa de asistencia financiera equivalente a 5% del PBI.
Ante la incertidumbre y magnitud del desafío, la Argentina tiene la ventaja de experiencias recientes: cuarentenas rigurosas (Singapur, Hong King, China); testeos sistemáticos con criterio estadístico; tecnologías que permiten trazabilidad de los contagios (Corea del Sur e Israel); disciplina comunitaria (Japón y Hong Kong); veloz ampliación de capacidades hospitalarias. China y otros países están experimentando estrategias de levantamiento de cuarentenas en forma selectiva y gradual. Hay estrategias de aislamiento vertical para los contagiados o con alta probabilidad de contagio (su identificación requiere testeos masivos y/o muestras representativas) y para la población más vulnerable (jubilados o personas en condición de riesgo). Cuanto más rápida sea la transición hacia un aislamiento social selectivo, menor será el perjuicio económico y social. Se podría empezar con vuelta al trabajo parcial (¿30% de los empleados?) de los trabajadores no vulnerables que hayan cumplido estrictamente la cuarentena y no manifiesten síntomas (idealmente cuyo test haya dado negativo) siempre que las condiciones laborales y de transporte público permitan mantener distancia física entre las personas, y prohibiendo actos, conferencias y concentraciones de gente.
Cuanto más rápida sea la transición hacia un aislamiento social selectivo, menor será el perjuicio económico y social. Se podría empezar con vuelta al trabajo parcial (¿30% de los empleados?) de los trabajadores no vulnerables que hayan cumplido estrictamente la cuarentena y no manifiesten síntomas (idealmente cuyo test haya dado negativo) siempre que las condiciones laborales y de transporte público permitan mantener distancia física entre las personas, y prohibiendo actos, conferencias y concentraciones de gente
La pandemia del coronavirus tiene un ciclo previsiblemente corto. Esto implica que el esfuerzo fiscal se debe concentrar en el corto plazo. El fondeo de este gasto extraordinario requiere cambios en la composición del gasto y en el financiamiento de emergencia. Las inversiones en infraestructura fuera del ámbito sanitario serán postergadas mientras que habrá más tolerancia para la licuación de otros gastos por efecto de la inflación o bien por recortes de partidas no críticas en el estadio de emergencia. En cuanto al servicio de deuda cabe o bien una negociación rápida con quita y reperfilamiento (escenario improbable si la oferta es hostil), o bien una moratoria acordada bilateralmente (es decir evitando el default) con postergación de la negociación. En ambos casos se producirá un alivio en el servicio de la deuda.
En cuanto al financiamiento externo, el Gobierno está recurriendo a los entes multilaterales para financiar programas de emergencia (sanitaria y apoyo a empresas), recibir asistencia técnica y acceso a insumos importados difíciles de obtener (respiradores). Ante la fuerte caída del valor de las exportaciones, también es esperable asistencia adicional del FMI para todos los países; en cualquier caso, el gobierno argentino podría solicitar acceso al desembolso del saldo de la línea acordada. En el corto plazo no obstante, la emisión monetaria será la principal fuente de fondeo –complementado en menor escala con bonos que absorban los excedentes de ahorros de unidades superavitarias. Existe un margen transitorio para emisión no inflacionaria debido a la preferencia por la liquidez en un contexto de alta incertidumbre y la credibilidad del gobierno. Dicha credibilidad depende, aparte de la prudencia en la emisión, de su capacidad de gestión de la crisis sanitaria, de la distribución del peso del ajuste entre el sector privado y el sector público, del compromiso de absorción de liquidez excedente en el futuro, y de la forma que conduzca la asistencia económica– evitando desabastecimiento, quiebras y protegiendo a los más vulnerables.
La Argentina transita por el filo de una navaja que separa la tragedia sanitaria del colapso empresario y social. La flexibilización parcial y gradual de la cuarentena es fundamental para atenuar su impacto económico negativo. La flexibilización requiere avances en materia de testeos, tratamientos, trazabilidad, instalaciones hospitalarias y prevención. En lo económico hay espacio y necesidad de enfoques heterodoxos, incluyendo una posible postergación de la negociación de la deuda y una política monetaria expansiva para evitar el colapso de la producción y el empleo.
El autor es doctor en Economía (Universidad de Oxford). Fue economista líder del Banco Mundial y Gerente de Análisis Financiero del BCRA