La Patria, un canal, y una herida abierta
El Gran Chaco Americano, que se extiende por Paraguay, una parte de Bolivia y el norte de la Argentina, es la segunda masa boscosa más importante de Sudamérica, solo superada por el Amazonas. En su versión semiárida, el Chaco se caracteriza por un déficit hídrico y altas temperaturas, además de sus emblemáticos montes de quebracho. Sin embargo, su riqueza no se limita a la flora; también alberga una abundante fauna y una rica cultura.
Esta región se ha ganado la triste distinción de ser una de las tres regiones con la mayor tasa de deforestación del mundo. En Santiago del Estero, casi completamente cubierta por este ecosistema se ha construido el denominado “Canal de la Patria”, un nombre que resulta irónico para una obra controversial y que comenzó a operar en 2023 con el noble objetivo de llevar agua a comunidades y sistemas productivos.
Con 250 kilómetros de extensión, este canal, construido con grandes cantidades de cemento y poco criterio, se ha convertido en una trampa mortal para la fauna silvestre y doméstica, y potencialmente, para los seres humanos. En un entorno natural donde el agua es un recurso vital, este canal no solo actúa como una barrera artificial que interrumpe el flujo genético de las especies, sino que también se convierte en un atractivo irresistible para los animales. Una vez que alcanzan su lecho, les resulta casi imposible escapar, lo que los lleva a una muerte segura por ahogamiento.
A pesar de las innumerables denuncias, pedidos de informes, y la difusión en medios, así como la declaración de la Defensoría del Pueblo de la Nación, las autoridades han permanecido prácticamente indiferentes ante este proceso de “defaunación” masivo e implacable. Este fenómeno afecta a especies amenazadas de extinción, como el Oso Hormiguero Gigante, un símbolo de la fauna sudamericana que, en otros lugares, atrae a turistas deseosos de conectar con la naturaleza.
La inacción de las autoridades ha llevado a tres organizaciones de la sociedad civil -Aves Argentinas, Fundación Vida Silvestre y FARN- a presentar una demanda por daño ambiental de incidencia colectiva ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Esta demanda subraya que el problema trasciende las fronteras políticas de una provincia, convirtiéndose en un desafío regional e interjurisdiccional, dado el movimiento de la fauna afectada y su impacto en grandes corredores biológicos entre provincias.
Las soluciones a este problema no son sencillas ni baratas, pero existen; opciones como el entubamiento, la instalación de mallas metálicas a lo largo del canal y la creación de pasa faunas son necesarias. El costo ambiental a mediano y largo plazo supera cualquier inversión en infraestructura, por grande que sea. Hoy el mundo reclama y necesita soluciones estructurales, arquitectónicas que desde su concepción y fundamento estén en armonía con la biodiversidad y el ambiente.
No hay argumentos válidos que justifiquen esta atrocidad. La desidia se manifiesta en su forma más cruel. Esperamos que la justicia ilumine este oscuro panorama y actúe con la responsabilidad que la situación exige. En un país donde las necesidades son apremiantes, es evidente que lo que se presenta como progreso puede ser, en realidad, una devastación imperdonable. En una región en donde, además, la deforestación revela su rostro más atroz: el de una sociedad que aún no ha logrado satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos más vulnerables, y donde ha quedado claro que derribar el monte no es progresar.
Director ejecutivo de Aves Argentinas








