La Plata. Un polo literario heterodoxo
COMUNIDAD. Autores y editores locales dan forma a una trama de escrituras, lecturas e inspiraciones
"En La Plata, al igual que en otras ciudades como Tucumán, Córdoba, Rosario, Bahía Blanca y Mar del Plata, por nombrar algunas, proliferan escritores y editoriales -dice Carlos Ríos, escritor nacido en Santa Teresita que vive en La Plata-. Creo que la publicación en sellos locales acerca a quienes participan en la producción de un libro; la obra cobra una dimensión colectiva, a la vez sostenida por agrupamientos culturales que rompen la escena tradicional del libro, el autor y sus lectores. Los catálogos se expanden y se tornan híbridos, estimulados por encuentros y festivales." La dimensión a la que se refiere el autor de Manigua y Un día en el extranjero, entre otros libros, alcanzó en la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires una magnitud formidable.
Oriundo de Mar del Plata, Ulises Cremonte también vive y escribe en esa ciudad. Allí, sostiene, "se está generando una nueva ola de escritores, editoriales y espacios literarios que apuestan a una narración nueva, joven, desde la riqueza de la experiencia y de la propia biografía de los sujetos". Varias voces, nuevas y no tan nuevas, coinciden con el autor de Los eventuales: La Plata es ya un polo literario heterodoxo y pujante. Esteban López Brusa, autor de Guanaco y de la monumental Huevo o cigota, que tiene esa ciudad como escenario exclusivo, comenta: "Me parece que ha crecido el número de autores platenses que vienen construyendo su obra año a año. Todos forman parte de un colectivo que es menos una identidad que el fruto de estímulos disímiles y cada vez más consolidados. ¿Habrá algún día una literatura platense? Así pensado suena un poco provinciano, pero podemos suponer que los trabajos de los escritores de este último tiempo han ayudado a generar esa expectativa". López Brusa menciona dos títulos: "Virgen, de Gabriel Báñez (1951-2009), una preciosa novela que le dio un salto de calidad a la literatura de la ciudad, y El espectáculo del tiempo, de Juan José Becerra, un libro deslumbrante cuyo recorrido consagratorio aún está en curso".
¿Se consolida en La Plata un paisaje literario al que singularizan narradores, poetas, editoriales y lectores? "Para mí La Plata fue el lugar donde empecé a escribir, ahí escribí Bajar es lo peor y en mi narrativa es muy importante: es una ciudad que tiene el costado esotérico, con el trazado masón y la catedral incompleta y esos crímenes tremendos como el de Oriel Briant -dice Mariana Enriquez, que acaba de publicar Las cosas que perdimos en el fuego-. Es la ciudad joven y de callejear, por tamaño y composición; está llena de estudiantes. Viví ahí una adolescencia muy intensa a la que vuelvo con frecuencia en lo que escribo", agrega. La Plata, como señala Enriquez, es una ciudad adonde llegan estudiantes de varias provincias, con diferentes miradas y experiencias, lo que la convierte en un laboratorio donde se mezclan lenguajes, imaginarios y vivencias. "Suelen preguntarme por las desapariciones en mis cuentos, que con frecuencia se leen en relación con la dictadura; pero creo cada vez más que se relacionan con Miguel Bru, amigo de mis amigos, asesinado por la policía y cuyo cuerpo nunca apareció. Las marchas por Miguel, las razias y las marchas contra la ley de educación menemista en La Plata, además de la de la Noche de los Lápices que allá es enorme, fueron sin duda mi despertar político y parte de mi formación", dice Enríquez.
En Una misma noche, la novela de Leopoldo Brizuela, ganadora del premio Alfaguara 2012, la intriga personal, policial y política encarnada por el protagonista se desdobla en tiempos de la dictadura y en los años recientes, pero transcurre en el barrio de Tolosa. La Plata fue una de las ciudades más castigadas por el terrorismo de Estado y esas huellas perviven en las ficciones de los autores locales. En La casa de los conejos, la primera novela de Laura Alcoba, la hija de una militante montonera se refugia con su madre durante los meses previos al golpe de 1976. La casa, cuya fachada es un criadero de conejos, en realidad oculta una imprenta clandestina. La historia está basada en hechos reales y también se ambienta en La Plata. Para Miguel Dalmaroni -autor de La palabra justa. Literatura, crítica y memoria en la Argentina, 1960-2002 y coeditor con Victoria Torres de Golpes. Relatos y memorias de la dictadura-, "La Plata lleva siempre las firmas literarias de Horacio Castillo, Edgardo Vigo, Néstor Mux, Báñez, Brizuela. Los años y las preferencias me fueron dando la amistad y las novelas de López Brusa, Ríos, Becerra, los poemarios de Mario Arteca. Y los versos de Gustavo Caso Rosendi, Carlos Aprea, María Eugenia López. De los pibes de veintipico son extraordinarios los versos de Ana Rocío Jouli y las ?deliratas' en prosa de Julieta Novelli". A esos nombres se pueden sumar los de Carolina Bruck, Marina Arias, Paula Tomassoni, Anahí Mallol, Isabel de Gracia, José Ioskyn, Daniel Krupa y Franco Dall'Oeste, entre muchos otros.
Cofradía intergaláctica
"Se está dando, no diría un fenómeno, pero sí una explosión editorial, y esto incluye autores y sellos -dice el poeta Horacio Fiebelkorn-. Obedece a causas muy precisas. En principio, un impulso fuerte por producir una obra que interpele por afuera, o en contra, del discurso clásico liberal de la ciudad como un 'faro de cultura', cliché que hoy es pura fantasía nostálgica de las elites locales." Para el autor de Zona muerta, Elegías y El sueño de las antenas, lo que actualmente sucede en La Plata es que, además de producir obra, se la edita, se la difunde y se la hace visible más allá de la bendición de las editoriales grandes de la ciudad de Buenos Aires. "Se está generando una mística que hasta el momento sólo se percibía en el teatro independiente o en las bandas de rock. Los escritores de La Plata somos una cofradía intergaláctica", dice. Sobre el influjo de la ciudad en la escritura literaria, Fiebelkorn responde: "Ser oriundo de La Plata es ser mucho menos urbano que si uno es porteño, justamente porque La Plata no es una urbe, sino una capital de provincia".
Juan José Becerra, narrador y ensayista que vive en Gonnet, barrio satélite de La Plata, es rotundo: "No hay una literatura platense, como tampoco hay una literatura dublinesa, a la que se siempre se la confundió con la literatura joyceana. Cada autor es un mundo íntimo y formal que actúa al margen de su realidad civil. No se puede considerar a nadie escritor platense porque le toque tributar por servicios de ABL a la Municipalidad de La Plata. ?Pero si me apuran', como dijo David Viñas cuando se vio obligado a elegir entre Borges y Rodolfo Walsh, puedo recordar dos novelas donde cierta cepa platense es extraída por vías indirectas del modo en que se extrae oro dinamitando la montaña. Una es Huevo o cigota, de López Brusa, sobre las monstruosidades de la medianía cotidiana. La otra es Cultura, de Báñez, sobre los negocios del arte". Un joven autor de La Plata, Maximiliano Costagliola, cuya primera novela, El arponero del aire, fue editada en 2015 con los auspicios del Fondo Nacional de las Artes suscribe las opiniones del autor de Grasa: "La Plata se caracteriza por un diverso y fértil circuito cultural, que excede los contornos del circuito literario, distinguido más por la gran y disgregada reserva de escritores con la que cuenta que por la alguna forma de comunión entre ellos".
Aventuras de edición en La Plata
Desde 2013 existe un lugar que ha concentrado buena parte de la circulación literaria de la ciudad: Malisia. Es un grupo de editoriales -EME, Club Hem, Pixel- que, con un trabajo entusiasta, se ha transformado en un punto de referencia ineludible, con sede en El Espacio, en calle 6 y 59, corazón del circuito cultural de La Plata. Club Hem es una de esas nuevas editoriales de la escena platense que lleva ya varios años de producción. Apuesta ?dice Celeste Diéguez, una de las editoras junto con Agustina Magallanes, Francisco Magallanes y Leonel Arance? por un catálogo cuidado de poesía y narrativa integrado por autores de todo el país. "Trabajamos a partir de distintas voces puestas en diálogo: autores, prologuistas, editores, diseñadores, lectores; un dibujo mayor que trasciende la producción individual". Diéguez menciona otras dos editoriales de La Plata: Barba de Abejas, "una editorial exquisita, súper artesanal y de ediciones limitadas que lleva adelante el gran Eric Schierloh", y Mil Botellas, de narrativa.
Ramón Tarruella nació en Quilmes y vive en La Plata. Es docente, escritor y editor de Mil Botellas. Escribió dos libros sobre la ciudad de La Plata: Crónicas de una ciudad: historias de escritores vinculados a La Plata y de Mitos y leyendas de La Plata, además de varias novelas. "En los últimos años, cambió el panorama para buena parte de los escritores de la ciudad ?comenta?. Hoy es mucho más accesible editar en La Plata. Fueron varias las generaciones que debieron publicar en Buenos Aires: Brizuela, Becerra, Krupa, Schierloh, Arteca. Tal vez el desafío ahora es que se consolide un lector que lea a autores locales. En La Plata aún funciona un circuito endogámico, al que le cuesta romper las barreras de las recomendaciones y de las reseñas hechas por amigos."
En La Plata, como en otras ciudades de las provincias argentinas, los escritores se vuelven editores, y viceversa. Como dice Ríos -que junto con López Brusa estuvieron a cargo en los primeros años 2000 de Ediciones el Broche, donde publicaron textos breves de César Aira, María Martoccia y Patricia Suárez-, "las ansias de escribir siempre están muy cerca de editar. Todo esto se amplifica cuando los textos vienen de otros escritores". Otra trama crece al sur del Obelisco.