Una mirada a las redes sociales
Sobre La cultura de la conectividad, de José van Dijck
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Facebook, Twitter, YouTube se han convertido en palabras del día a día, aunque no todos sepan de qué se trata. Ni siquiera está claro que quienes los usan cotidianamente entiendan realmente cómo funcionan y de qué modo afectan sus vidas. La cultura de la conectividad. Una historia crítica de las redes sociales, de la holandesa José van Dijck, profesora de la Universidad de Utrecht, ofrece un panorama esclarecedor de las “redes sociales”, como se ha dado en llamar a estas nuevas tecnologías que vinculan a individuos entre sí a través de sistemas altamente reglados –y extraordinariamente rentables, sobre todo por la venta de datos– de alcance global.
El nombre completo de Van Dijck es Johanna Francisca Theodora Maria. El “José”, con tilde y todo, es un apodo que se convirtió en su nombre académico, en una estilización que no es ajena a los campus estadounidenses, donde completó su formación. Con un doctorado en la Universidad de California en San Diego, donde investigó el debate público sobre tecnologías reproductivas, la trayectoria de Van Dijck deja en evidencia la complejidad del estudio de la comunicación en la actualidad, que requiere competencias disciplinarias variadas. Eso se refleja en el libro, cuyo marco teórico abreva en los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, al apoyarse en la teoría del actor-red de Bruno Latour, así como también en la economía política, a través de los trabajos de Manuel Castells.
La autora se concentra en la enciclopedia online Wikipedia (creada en 2001), la plataforma de contactos Facebook (2004), los sitios para compartir imágenes, Flickr (2004), y videos, YouTube (2005), y la plataforma de microblogging Twitter (2006). Su análisis es detallado, riguroso y, sí, crítico, como promete el subtítulo. Van Dijck muestra cómo las nuevas tecnologías lograron ser aceptadas como espacios de socialización horizontal, igualitarios y desinteresados, cuando en realidad, más tarde o más temprano, se convirtieron en medios fuertemente verticales orientados a la búsqueda de rentabilidad (la sola excepción, por ahora, es Wikipedia).
Uno de los hallazgos del libro es mostrar el éxito que han tenido los creadores de estos medios en presentarlos como generosos facilitadores de la vida social, en una brillante tarea de marketing basada en trucos léxicos que Van Dijck equipara al newspeak del 1984 de Orwell. Los “amigos” no son tales sino meramente “contactos”; el “me gusta” debería señalarse como una opción limitadísima y excluyente frente al innumerable abanico de emociones y pensamientos que una información puede suscitar; las afirmaciones sobre la “transparencia” de Facebook por parte de su creador Mark Zuckerberg debería clasificarse entre las tácticas engañosas de un vendedor astuto.
El simpático YouTube, que hizo posible acceder a imágenes y música de manera libre, y que contribuyó a hacer estallar, junto a Napster, el modelo de negocios de las grandes compañías discográficas, debería entenderse igualmente como parte de una genial estrategia de recaudación de su adquirente, Google, para “maximizar la capacidad de distribuir mensajes comerciales personalizados a un público masivo”.
En síntesis, una vez despejada la confusión sobre la verdadera naturaleza de las redes sociales, podríamos entenderlas, sostiene la autora, como un ejemplo específico de la dinámica de una globalización oligopólica en la que un puñado de empresas transnacionales controla buena parte de la economía mundial: del petróleo a las semillas, de los medicamentos a los supermercados, de los libros a las telecomunicaciones.
La holandesa también señala las dificultades de “salir” de las redes sociales, tanto en lo social –los amigos le reprochan al que cierra su Facebook tener que volver a los viejos medios para comunicarse– como desde lo tecnológico. Su posición, sin embargo, no es apocalíptica, para volver a la terminología de Umberto Eco. Más bien, siguiendo el consejo de Marshall McLuhan, tiene una mirada desapegada, de observadora perspicaz y expectante ante los nuevos desarrollos, consciente de que nos encontramos en una etapa de transición donde mucho está, todavía, por definirse.
LA CULTURA DE LA CONECTIVIDAD
Por José Van Dijck
Siglo XXI
Trad.: Hugo Salas
301 páginas
$ 356









