Apareció muerto Alfredo Yabrán; estupor e incredulidad generales
Uno de sus abogados, Pablo Argibay Molina, dijo que se suicidó en una estancia de Entre Ríos; dejó dos cartas en las que acusa a dos personalidades políticas y rescata a un juez; su rostro estaba irreconocible; durante la madrugada se le efectuó la autopsia.
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Alfredo Yabrán sorprendió ayer a todos los argentinos. En lugar de entregarse a la Justicia o de enviar un comunicado desde su supuesto exilio, apareció muerto de un escopetazo en la boca en una estancia de Entre Ríos.
A la medianoche, el abogado del empresario, Pablo Argibay Molina, dijo que Yabrán se suicidó, y que dejó dos cartas, fechadas anteayer, en las que responsabiliza de su situación "a dos personalidades políticas, pero dejó a salvo la honorabilidad del nombre de un magistrado", sin dar más precisiones.
Anoche, cuando el país no salía de su estupor e incredulidad, el ministro de Gobierno entrerriano, Faustino Schiavoni, reveló a La Nación que el cadáver de Yabrán tenía el rostro irreconocible por la deflagración, y que el cráneo presentaba al menos 32 impactos de perdigones.
En lo que el Gobierno calificó en principio como un presunto suicidio, Yabrán, de 53 años y dueño de una fortuna estimada en 600 millones de dólares, murió poco después del mediodía en la estancia San Ignacio, de su propiedad, situada a 30 km de Gualeguaychú.
Aunque al cierre de esta edición no había certificación oficial de que el cadáver encontrado allí perteneciera efectivamente a Yabrán -la autopsia comenzó en Concepción del Uruguay, a la medianoche-, la noticia fue el comentario obligado de la gente, y el imán alrededor del cual se polarizaron el Gobierno y la oposición. Nadie estuvo ajeno.
Cientos de lectores llamaron a La Nación , perplejos por el supuesto suicidio, y sus preguntas rondaban la posibilidad de que la ciudadanía estuviera ante un eventual montaje macabro: ¿es realmente Yabrán? Si el cadáver tenía un escopetazo en la cara, ¿cómo saben que era él?
José Felipe Yabrán, un hermano del muerto, reconoció el cuerpo. "El cadáver está irreconocible, pero creo que se trata de mi hermano", dijo a la jueza.
Cuando la policía llegó al comedor del casco de San Ignacio, el casero buscó la llave del dormitorio de Yabrán. En ese momento se escuchó un estallido. El hombre exclamó: "¡No tiren, que adentro está don Alfredo!" Los restos del empresario no serán velados. La inhumación se hará inmediatamente después de concluidos los trámites legales de rigor.
Yabrán no pudo sobrellevar su condición de prófugo: fuentes de la familia dijeron a La Nación que el lunes último hizo saber a su esposa, Cristina Pérez, que sufría "una depresión espantosa".
La fuente oficial más alta que había confirmado el suicidio fue el ministro de Justicia bonaerense, León Arslanian, pero con reparos.
En efecto, Arslanian dijo que la certeza total la darían los resultados de los peritajes técnicos: las pruebas dactiloscópicas y el examen de ADN.
Su deceso, en cambio, fue reconocido sin tardanza por el juez Macchi, quien dicto la exención de la acción penal que pesaba sobre Yabrán en la causa Cabezas.
La muerte del poderoso empresario se produjo minutos antes de que fuera detenido por una comisión policial que lo buscaba en la zona desde hacía varios días.
Yabrán permanecía prófugo desde el viernes último, cuando el juez que investiga el crimen de Cabezas libró una orden de captura internacional contra su persona, a raíz de la declaración de una testigo clave en la causa.
Silvia Belawsky, ex esposa del ex policía bonaerense Gustavo Prellezo, reveló al juez José Luis Macchi que aquél le confesó que el fotógrafo de la revista Noticias había sido asesinado porque "molestaba" a Yabrán.
El millonario era conocido por su rechazo hacia a los periodistas.
El director de la revista Noticias, Héctor D«Amico, relató ante la Justicia, en 1997, una expresión que adjudicó al empresario y que resume esa animadversión: "Sacarme una foto sería como pegarme un balazo en la frente".
El controvertido empresario era también una pieza clave en el ríspido enfrentamiento que mantienen el presidente Carlos Menem y el gobernador bonaerense Eduardo Duhalde por la sucesión presidencial, que debe resolverse el año próximo.
Mientras este último sostuvo desde pocos días después de cometido el crimen de Cabezas -el 25 de enero de 1997- que Yabrán sería el autor ideológico del terrible hecho, el Presidente lo consideró "un empresario normal" y lo hizo recibir en la Casa de Gobierno por su jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez.
Una jornada caliente
En tanto las primeras versiones sobre la muerte de Yabrán comenzaron a circular pasadas las 14.30 -el suicidio se habría producido, según la policía entrerriana, a las 13.10- el empresario prófugo era desde la mañana el protagonista de una jornada agitada.
El ministro del Interior, Carlos Corach, confirmó, al mediodía, que se había reforzado la seguridad en todos los pases fronterizos.
La medida, dijo el ministro político, obedecía a una eventual fuga de Yabrán al exterior y en prevención del ingreso de sospechosos iraníes que pudieran tomar represalias ante la ruptura de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y ese país islámico.
El secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma, a quien anoche el Gobierno habría pedido que viajara a Entre Ríos ( La Nación procuró comunicarse con el funcionario, pero sus teléfonos estaban desconectados), había asegurado que la Dirección Nacional de Migraciones enviaría al juez Macchi toda la documentación vinculada con las salidas del país de Yabrán durante los meses de abril y mayo, antes de que se ordenó su captura.
Toma salió así al cruce de acusaciones que, desde la oposición, hablaban de que el Gobierno retaceaba al magistrado de Dolores información referida al empresario hasta ese momento prófugo.
Siempre antes de conocerse la noticia del suicidio, la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados se aprestaba a pedir al Senado que suspendiera en sus funciones al juez federal de Dolores, Hernán Bernasconi.
Este último, a quien se investiga por su actuación en la causa de drogas contra el manager de Diego Maradona, Guillermo Cóppola, reclamó para sí la causa Cabezas, en lo que el sector duhaldista, la oposición y la prensa independiente entendieron como una maniobra para proteger a Alfredo Yabrán.
Por la mañana, también, el vocero de Yabrán, Wenceslao Bunge, había acusado al gobernador Duhalde de querer convertir al millonario "en la segunda víctima, después de José Luis Cabezas", de la maldita policía bonaerense.
Hay que recordar que poco después de que se encontró el cadáver carbonizado del periodista Cabezas en las cercanías de General Madariaga, una corriente investigativa pretendió adjudicar el crimen exclusivamente a la policía bonaerense, cuyos corruptos manejos, supuestamente, habría descubierto el fotógrafo de Noticias.
La hipótesis que se impondría, finalmente, sería la de que el asesinato habría sido ejecutado por una banda de policías y ladrones que actuó a instancias del enigmático empresario.
Todos hablan
A partir de las 15, y cuando la noticia de la muerte había invadido todos los ámbitos, la dirigencia política comenzó a tomar posiciones.
El presidente Carlos Menem rehusó formular comentarios, a pesar de que la noticia de la muerte de Yabrán hizo adelantar su regreso a esta ciudad desde La Rioja, donde participaba de los actos conmemorativos del 407º aniversario de la fundación de esa provincia.
En su nombre, el secretario de Medios de Comunicación, Raúl Delgado, descartó que el hecho hubiera causado impacto alguno en el ámbito del Poder Ejecutivo. "Es una cuestión policial y judicial", sostuvo.
El gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde, advirtió que lo sucedido "no debe coartar las investigaciones que se llevan adelante para esclarecer el crimen de Cabezas".
Otro archienemigo de Yabrán, además de Duhalde, fue el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, quien en su momento lo acusó de ser el jefe de la mafia en la Argentina.
Ayer, Cavallo pidió que se desmantelara "el sistema de impunidad del que participan miembros de la Justicia federal, de las fuerzas de seguridad y de los poderes Ejecutivo y Legislativo", sectores a los que relacionó directamente con "la organización criminal" de la que responsabilizó a Yabrán.
El vocero de empresario, Wenceslao Bunge, volvió a la carga al finalizar la jornada: "Hemos perdido a un argentino valioso, honesto y trabajador", dijo, y responsabilizó a Cavallo de haber encabezado "una campaña tenebrosa de persecución" contra el difunto.
La parábola que comenzó con la muerte de Cabezas no se cierra con la de Yabrán. Vuelve a empezar.





