Cómo es el Palacio del Pardo, la fortaleza de Francisco Franco donde se aloja Macri
El Presidente tiene a disposición 16 de las 200 estancias que alberga la primera planta de la mansión, asociada con una época oscura de la historia española
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MADRID.- Es un sitio silencioso, de proporciones majestuosas, anclado en un tiempo que la mayoría de los españoles prefiere olvidar. El Palacio Real del Pardo, donde el presidente Mauricio Macri se alojó hoy, acumula 500 años de historia, pero su nombre está ligado por siempre al dictador Francisco Franco, que lo eligió después de la Guerra Civil como residencia personal y sede de su gobierno.
A Macri la Corona le asignó 16 de las 200 estancias que alberga la primera planta del palacio. Y tendrá a disposición para encuentros con empresarios el Comedor Real, la sala donde Franco celebró entre 1939 y su muerte, en 1975, las reuniones del Consejo de Ministros.
Alrededor del Pardo gira la vida de una pequeña población al norte de Madrid, camino a la sierra, habitada desde el siglo XV por servidores de los reyes (después del dictador y ahora guardias civiles). No tiene ni un supermercado, carece de servicio de urgencias, de biblioteca, de clubes infantiles. En cambio, ofrece una amplia gama de restaurantes de estética setentista, especializados en platos de caza.
Desde la restauración monárquica, la asociación del Pardo con el franquismo hizo que tanto el rey Juan Carlos como los sucesivos gobiernos tomaran distancia del palacio. A principios de los 80 se decidió convertirlo en museo y reservarlo como residencia oficial para los dignatarios extranjeros que llegan a España en visita de Estado.
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Por cuestiones de seguridad y logística resulta ideal. Está un monte protegido a 15 kilómetros del centro de Madrid, pero lo suficientemente aislado para garantizar la privacidad de los invitados. En 10 minutos se puede acceder por autopista al Palacio de la Moncloa, sede del gobierno, y a la Zarzuela, la residencia oficial del rey.
Su pasado franquista
Dentro del Pardo conviven restos de la grandeza imperial española con el recuerdo intacto del paso de Franco. Del generalísimo quedan el lúgubre despacho donde solía encerrarse a pensar, la habitación donde dormía y hasta el baño tal como estaba en los años 70. En 2010 se decidió cerrarlo a las visitas del público, en virtud de una serie de medidas vinculadas a la memoria histórica. Se alegó que ya no había allí piezas de interés cultural, como la mano incorrupta de Santa Teresa, que Franco tuvo consigo al final de su vida.
El antiguo teatro de la Corte de Carlos III, una joya arquitectónica que aquel rey encargó al italiano Francesco Sabatini, persiste con el formato que le dio el dictador: una sala de cine. Allí se hacía proyectar las películas de moda antes de su estreno comercial en el país. De su disfrute o valoración moral dependía en muchos casos que pudieran verla el resto de los españoles.
Al recinto del palacio se ingresa por un portón enrejado que desde esta mañana está adornado con banderas argentinas al lado de las españolas. Una vez dentro del edificio puede apreciarse una fabulosa colección de tapices sobre cartones de Goya y frescos de Gaspar Becerra encargados por Felipe II en el siglo XVI.
En un lateral se levanta el oratorio que en 1885 fue la sala mortuoria del rey Alfonso XII. Franco la transformó en su capilla familiar: ahí se casó su hija Carmen y nacieron sus nietos.
Los jardines, desangelados en el crudo invierno del monte, fueron cerrados al público esta semana para no molestar a los invitados. Una discreta guardia de seguridad impide el paso, aunque no había curiosos a la vista en el momento en que Macri cruzó por el portal junto a su esposa, Juliana Awada, y su hija Antonia. Era la hora de la siesta.
El Presidente será el 85º mandatario extranjero que se instala en el Pardo. Ya lo hicieron casi todos sus antecesores de la era democrática: Raúl Alfonsín (1984), Carlos Menem (1990), Néstor Kirchner (2006) y Cristina Kirchner (2009).
El rey Felipe VI tuvo una atención con él, al alojarlo en el palacio los cinco días que estará en España. La norma es que lo haga sólo los días que dura la visita de Estado (en este caso de miércoles a viernes).
Además, estrenará con Macri un nuevo protocolo. La recepción oficial que hacía en el Pardo se muda mañana al Palacio Real de Madrid, más deslumbrante, céntrico y gran atracción turística de la capital.
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