El canciller muestra una ambivalencia preocupante
Héctor Timerman siempre sorprende con algún matiz poco diplomático. Reconocer haber estado en la marcha en París en calidad personal y no como enviado del Gobierno es una señal cuando menos confusa, que agrega un condimento adicional a una serie de escepticismos oficiales en lo que hace a la lucha contra el terrorismo internacional. Las ambivalencias incluyen, entre otras, intervenciones irónicas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la amenaza que representa el integrismo islámico. El conjunto de esas actitudes no fortalecen la credibilidad. Son también preocupantes al haber sido la Argentina víctima del terrorismo en dos ocasiones dramáticas y por mantenerse vivo el aberrante memorándum de entendimiento con Irán.
Asimismo, sorprende la repentina preocupación del canciller por el drama que atraviesa Nigeria con Boko Haram, cuando nunca antes se ha efectuado una condena a pesar de que los secuestros terroristas, en particular de niñas, llevan años. Lo mismo se podría decir por la falta de pronunciamientos ante los atentados en Australia o Paquistán.
Es evidente que tras el traspié diplomático se ha visto obligado a efectuar aclaraciones. Quizá se debió haber concentrado en las razones por las cuales la participación argentina no tuvo carácter oficial habiendo mediado una invitación formal del Quay d'Orsay. Es lamentable que no haya dado respuestas. En ausencia de argumentos razonables, ha recurrido a ataques personales o contra los medios de comunicación. Sin embargo, ni uno ni otro son los responsables de la falta de una política exterior clara en temas candentes de la realidad internacional ni sobre gruesas equivocaciones en la conducción de las relaciones exteriores. Tampoco por la falta de profesionalismo.
Esperemos que en el plazo que media para las elecciones, Timerman mantenga prudencia y evite seguir apartando a la Argentina de posiciones diplomáticas tradicionales, en particular en lo que hace a valores para el fortalecimiento de la paz y la seguridad. El interés nacional aconsejaría, por lo menos, mayor cautela.
El autor fue vicecanciller
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