El lobby del clan Bush en la Argentina
Relaciones: la historia de los viajes a La Rioja, las llamadas al gobierno, la sociedad con Soldati y las presiones a Terragno y a Aráoz.
WASHINGTON.- Cuando estaba por lanzar su candidatura presidencial, George W. Bush, actual gobernador de Texas y postulante por el Partido Republicano a la Casa Blanca, llamó a Buenos Aires para reclutar a su sobrino como voluntario de la campaña.
"Me llamó a la Argentina y me dijo que necesitaba ayuda", contó George Prescott Bush, un joven de 23 años que es hijo del gobernador de Florida, Jeb Bush.
George Prescott Bush interrumpió por ese llamado, que ocurrió en noviembre último, una pasantía en la oficina del representante en la Argentina de Holland & Knight, una importante firma de abogados.
A las pocas semanas, George W. participó del primer debate de las primarias y sus familiares estaban prendidos a la televisión, salvo su padre, el ex presidente George Bush, quien se encontraba en Buenos Aires y llamó a su mujer Bárbara para preguntarle cómo había resultado todo.
La familia casi completa se encontraría a fines de enero último en el Estado de New Hampshire, para participar de un acto de campaña del gobernador de Texas. En el palco sólo faltaba uno de los hermanos, Neil, que fue el primer Bush que pisó la Argentina en busca de negocios.
Neil tiene un perfil muy bajo desde que protagonizó en 1990, cuando su padre aún era presidente de los Estados Unidos, un escándalo financiero que ocupó un gran espacio en los medios norteamericanos y que estuvo vinculado en parte con una inversión que su empresa petrolera -JNB Exploration- había hecho en el sector petrolero argentino.
Antes de dedicarse a la política, George W. también probó suerte con el negocio del petróleo, la actividad que le permitió amasar una gran fortuna a su padre. Fundó en Texas una empresa llamada Arbusto (Bush en español), con la que no tuvo mucha suerte.
Como se trata de hermanos con apellido célebre y relacionados todos en su momento con los intereses petroleros, el actual jefe de gabinete del gobierno argentino, Rodolfo Terragno, jura que le resulta imposible recordar ahora cuál de los Bush lo llamó por teléfono a fines de la década del 80 para hacer lobby en nombre de la empresa Enron. Duda si fue George W. o Neil.
Terragno, consultado por La Nación a raíz de un artículo que publicó la revista norteamericana Mother of Jones, confirmó que cuando era ministro de Obras y Servicios Públicos del gobierno de Raúl Alfonsín, recibió un llamado de un tal Bush.
También ratificó en un e-mail que envió la semana última a la corresponsalía del diario en Washington una serie de datos del artículo, algunos de ellos muy llamativos. Por ejemplo:
- "Es cierto que en 1988 un representante de la firma local Enron me presentó una propuesta, contenida en una sola página, para construir un gasoducto que debía partir de la provincia de Neuquén".
- "Es cierto que la propuesta exigía que el gas le fuera entregado por el gobierno argentino a un precio bajísimo".
- "Es cierto que el embajador de los Estados Unidos (Theodore Gildred) mencionó en una entrevista conmigo la importancia de que Enron desarrollara ciertas actividades en la Argentina".
- "Es cierto que un mensaje similar me fue transmitido mediante una llamada telefónica por un hijo del entonces vicepresidente de los Estados Unidos. No puedo precisar si se trataba de George W. o de Neil".
"No llores por Bush, Argentina"
El artículo de Mother of Jones, titulado "No llores por Bush, Argentina", cita a Terragno diciendo que poco después de las elecciones presidenciales que ganó Bush, George W. lo llamó, le dijo que había estado de campaña con su padre y le señaló que el acuerdo con Enron "sería muy favorable" para las relaciones bilaterales.
Louis Dubose, editor del semanario Texas Observer, coautor de una biografía sobre el gobernador de Texas y del artículo mencionado dijo a La Nación que Terragno había formulado esas declaraciones durante la última campaña electoral argentina, antes de asumir como jefe de gabinete.
Por entonces, George W. no había comenzado a recorrer el país como candidato a la presidencia de los Estados Unidos, y ahora cualquier testimonio que relacione en forma comercial al gobernador de Texas con la empresa Enron se puede transformar rápidamente en un tema conflictivo para su campaña.
En toda la carrera política del gobernador de Texas, ninguna otra empresa contribuyó a sus campañas tanto como Enron, que tiene sede en la ciudad de Houston.
El Centro para la Integridad Pública, una organización que recopila información sobre la financiación del sistema político, determinó que la corporación Enron contribuyó en total (con aportes de la compañía madre, subsidiarias y empleados) 550 mil dólares con 25 centavos a la carrera de George W.
El tema es tan sensible que cuando La Nación preguntó en las oficinas de campaña si el gobernador alguna vez viajó a la Argentina, la respuesta vino acompañada por una desmentida sobre los presuntos vínculos con Enron.
"George W. Bush nunca hizo lobby ante el gobierno argentino para ninguna compañía norteamericana, incluida Enron. Las informaciones de prensa en ese sentido son categóricamente falsas", dice un e-mail que la campaña envió a esta corresponsalía.
Pocos meses después de asumir la presidencia, Carlos Menem, amigo y compañero de golf del padre del actual candidato republicano, firmaría un decreto que incluyó a Enron en el régimen de promoción industrial y le concedió exenciones impositivas para que desarrollara un polo petroquímico en Neuquén.
La empresa eventualmente desistió del proyecto cuando bajó el precio del gas, pero el trámite del decreto generó un escándalo y una investigación judicial.
A mediados de febrero último, La Nación le preguntó a Menem en la ciudad de Austin, donde almorzó con George W. que venía de celebrar el triunfo en las internas que le garantizó la candidatura del Partido Republicano, si recordaba que algún Bush hubiera trabajado para Enron.
El ex presidente sugirió que había sido el hermano menor del gobernador, Neil, que no tenía un conflicto de interés porque no formó parte de los equipos de la campaña presidencial de su padre.
Neil, que nunca se dedicó a la política, fue el primer Bush que conoció a Menem. Jugaron un doble de tenis en La Rioja en junio de 1989, cuando Menem ya era presidente electo.
"El texano entrador"
En el restaurante del hotel Elevage, frente a una mesa con platos de comida árabe, Neil Bush divisó a los fotógrafos y contó: "Esta es la octava vez que vengo a la Argentina, conozco Bariloche y espero poder presenciar el show de las ballenas en Puerto Madryn".
La frase es de octubre de 1989. El padre de Neil, George Bush, ocupaba entonces la presidencia de los Estados Unidos.
"Neil me dijo que la Argentina es el único país donde su padre lo dejó trabajar en forma internacional porque era el único país en el cual tenía negocios antes de que él llegara a la presidencia", afirmó el empresario Patrick Collins al diario The Wall Street Journal.
Todo empezó a mediados de la década del 80. Neil con 30 años y su socio, el geólogo Jim Jubb, decidieron salir de Denver a buscar mercados que no fueran muy competitivos en el sector petrolero, porque eran dueños de una empresa pequeña que estaba dando sus primeros pasos.
El abril de 1985, el presidente Raúl Alfonsín había anunciado el llamado a un concurso para la explotación de 164 áreas petroleras, conocido como el Plan Houston. Neil y Jubb salieron a la búsqueda de un socio argentino para su empresa, JNB Exploration, y terminaron con la Compañía General de Combustibles (CGC), de Santiago Soldati.
En un diálogo telefónico con La Nación , Soldati dijo que había conocido a Neil en uno de los viajes que el entonces secretario de Energía, Conrado Storani, hizo a Denver para promocionar su plan. En sociedad con la empresa de quien era entonces el hijo del vicepresidente de Ronald Reagan, Soldati ganó un concurso para el yacimiento Santa Victoria, en Santiago del Estero.
"El gobierno argentino le concedió los derechos de exploración (a JNB Exploration) aunque la compañía no tenía ninguna experiencia internacional previa", dice un artículo de The New York Times de 1992. En ese momento, recuerda el artículo sobre los negocios de los familiares de Bush, el presidente de los Estados Unidos peleaba su reelección contra Bill Clinton.
La misma nota, que consigna que Bush nunca fue acusado de usar su cargo político para beneficiar a sus parientes, cuenta que JNB se quedó sin plata antes de que el primer pozo fuera perforado y Soldati aceptó asumir todos los costos de la exploración.
"En muchos círculos, nos hubieran demandado, porque había una obligación contractual", dijo Judd, que aún vive en la Argentina, al Wall Street Journal.
"Nadie regala nada en este mundo", replicó Soldati en su diálogo con La Nación , para sostener que no influyó en su decisión el hecho de que Neil fuera hijo del vicepresidente de los Estados Unidos.
Soldati, que describe a Neil como "un texano muy entrador que habla castellano", preservó la amistad, pero no tuvo suerte en el negocio: "Desgraciadamente, no encontramos petróleo", dijo.
Mil millones en rojo
Neil Bush tuvo que dejar de lado el proyecto de Santa Victoria cuando en los Estados Unidos estalló el escándalo por la quiebra de Silverado Banking, Savings & Loan Association.
La oficina de supervisión del Departamento del Tesoro investigó el caso y acusó a Neil de haber violado las normas que impiden a miembros de una institución financiera beneficiarse con los créditos que concede, entre otros cargos.
El directorio de Silverado, que Neil Bush integraba, había aprobado dos créditos por más de cien millones de dólares para dos magnates de Denver del negocio inmobiliario que, a su vez, le habían otorgado créditos a JNB Exploration por medio de instituciones bajo su control.
Una de las decisiones de Silverado fue aprobar una nota de crédito por 900 mil dólares para que Kenneth Good, vinculado con la exploración del yacimiento Santa Victoria, presentara a modo de aval ante el gobierno argentino.
El escándalo estalló porque Silverado quebró a un costo de mil millones de dólares para el gobierno norteamericano, cuando Bush ya era presidente y los demócratas empujaron una investigación en el Congreso que llevó a Neil a declarar ante la comisión bancaria.
La historia terminó con una imposición de una serie de restricciones para las operaciones bancarias de Neil Bush, que a esa altura ya estaba involucrado en otro proyecto petrolero en la Argentina.
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