Esperó 18 años un fallo por su hija discapacitada: “No es culpa de los jueces, es la inoperancia del sistema judicial”
Javier Fernández Cronenbold tiene una hija con parálisis cerebral, producto de una mala praxis al nacer; la Corte aumentó la indemnización
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Javier Fernández Cronenbold es un hombre paciente. A sus 50 años, es sereno en sus gestos, no levanta el tono de voz, pero lo que tiene de calmo lo tiene de tozudo, persistente. Solo así se entiende que haya podido esperar 18 años una sentencia en el caso donde reclama una indemnización porque su hija, hoy de 23 años, fue víctima de una mala praxis médica al nacer, que le provocó una parálisis cerebral.
Milagros está hoy en una silla de ruedas con sostén del tórax, se alimenta mediante un botón gástrico, no habla ni controla sus esfínteres, emite gemidos o sonidos guturales, realiza movimientos cefálicos sin propósito, no tiene control motor voluntario o respuesta a órdenes verbales y usa pañales. En su casa, una grúa que cuelga del techo ayuda a colocarla y sacarla de su silla.
Entiende, da a entender sus deseos, da y recibe el amor de su padre, su mamá Cata y sus tres hermanos de 16, 20 y 22 años. Mili es la mayor.

En 2007, sus padres demandaron al médico que la atendió, a la partera, a Swiss Medical Group SA y a la Clínica y Maternidad Suizo Argentina SA, además de a las aseguradoras de todos ellos, por los daños sufridos como consecuencia de la atención brindada por los médicos durante el parto.
La semana pasada, la Corte Suprema de Justicia resolvió aumentar la indemnización que había reducido un fallo de la Cámara Civil. Pasaron 18 años
−¿Qué pensás de los tiempos de todo este proceso?
−Es una locura. Cuando empecé esto, averigüé, buscábamos sentencias parecidas, que son juicios en otros países, que duran dos años o tres años. Pero nuestro sistema es así, porque acá no hay siquiera un caso de corrupción judicial en el medio, es así. Es la inoperancia del sistema judicial. No es ni siquiera culpa de los jueces. No tienen nada que ver, es que todo se puede apelar, siempre hay una chance de apelación de la apelación del recurso, la prueba de la prueba de la prueba y nunca se llega a un final. Es que es así.
−¿Si hubieras sabido que esto era así, habrías hecho lo mismo?
-Digo, si hay otra persona que tiene una situación así, le diría que haga lo mismo, pero le contaría todo lo que hay en el medio y todo lo que tiene que pasar, que aún no terminó.
Fernández Cronenbold cuenta a LA NACION: “Mili nació el 23 de enero del 2002, fue todo un embarazo totalmente normal, todo fantástico, todas las ecografías fantásticas. El día del parto tuvimos un monitoreo fetal a la 1 de la tarde. Ahora con el diario del lunes te digo que ya denotaba un sufrimiento fetal porque tenía una doble circular de cordón”.
“A las 7 de la tarde de ese día, Milagros nació por parto normal, pero le tendrían que haber hecho una cesárea de urgencia a las 3 de la tarde con su cuadro. O a las 5 de la tarde cuando llegó al médico. Con ese se acababa todo. Ahí con ese estudio, ya sabían por las pulsaciones del monitoreo fetal sobre la doble circular del cordón umbilical”, explica el ingeniero.
Milagros sobrevivió en esas condiciones a dos paros cardíacos luego del nacimiento. Uno en la propia sala de partos, de donde se la llevan y la reviven; y el otro esa misma tarde en neonatología, donde estuvo 23 días con respirador. La doble circular del cordón hizo que se estrujara y que no le llegara la sangre ni el oxígeno.
−¿Cómo fue la evolución posterior?
−Volvimos a ver al médico después y nos dice que estaba todo perfecto. Pero cuando contestan la demanda, cinco años después, ahí nos dicen que había una patología de la placenta. La inventan, por eso la sentencia de Cámara dice que hay dudas sobre el nexo causal de la parálisis, pero es un invento. La enfermedad la inventan en la contestación de demanda.
−¿Cómo se decidieron a demandar?
−Comenzó ahí una vida bastante compleja para nosotros ese año. Lo charlaba con amigos y me cayó la ficha de que algo tenía que averiguar. Al día siguiente llamo a un pariente que me deriva con su abogado, Héctor Iribarne, que es quien lleva nuestro caso. Esto fue cuando Mili todavía no había cumplido un año, en diciembre del 2002.
−¿Por qué tardaron 5 años en plantear la demanda?
−Teníamos una copia del monitoreo que no estaba en la historia clínica, sino que nos lo había dado el médico y buscábamos una copia de la historia clínica hasta que la conseguimos. Nuestro abogado, con el perito neurológico Ignacio Casas Parra, estudiaron el caso y nos dijeron: “Acá hay una mala praxis del tamaño de un elefante”. Y empezó el trabajo de armar el reclamo, bastante complejo porque hay infinidad de rubros a reclamar de cosas que no pasaban aún con Mili, pero que iban a pasar con los años y aún no se conocían.
−¿Y qué pasó?
-Tras un trabajo de investigación, la Justicia mandó allanar los cinco lugares donde podía estar la historia clínica original, la encontramos y ahí avanza la demanda en diciembre de 2007, con Mili de casi 5 años.
−¿Por qué diez años para recibir una respuesta del juez de primera instancia? ¿Negligencia o es así?
−Es un derrotero largo. Me lo habían advertido antes que esto iba a durar años. Esto dura años, años, años y años y encima todos los que están del otro lado juegan con eso, porque la dilución de los montos por el tema de los intereses es enorme. En cualquier sentencia civil de juicios muy viejos, cuando la indemnización se multiplica por tasa activa, se destroza, en comparación con el ajuste por inflación. Entonces, ellos también juegan con eso. De hecho, tuve algún acercamiento a través de un conocido en común y ellos sostenían que no iba a prosperar un juicio tan grande. Al final hubo dos o tres ofertas de arreglos irrisorios. Ahí está el poder medianamente aguantar el juicio, porque tengo otra fuente de ingreso, pero no todo el mundo tiene esa posibilidad. Y eso es lo que te da un poco de bronca.
Fernández Cronenbold es ingeniero y tiene una PYME que se dedica a fabricar equipamiento médico.
-No todo el mundo puede...
−Hay muchísima gente que está en la misma y no lo puede hacer porque le ofrecen dos pesos y tiene que agarrarlo porque no tienen otro remedio, ya que el costo de la discapacidad es altísimo. Todo es más caro, desde el vehículo que necesitás, la comida, los alimentos, las sillas. Algunas cosas tienen cobertura de la obra social, pero hay otras muchas que no y no entran en ninguna ecuación, como hacer un pasillo más grande o una habitación abajo, porque Mili no puede dormir arriba. Un montón de cosas.
−¿Y qué pasó ahí en el trámite del proceso? ¿Por qué demoró tanto?
−Hubo idas y vueltas, prueba, contraprueba, declaración, mediaciones, peritaje, otros del cuerpo médico forense, que esto, que lo otro. Traté de no meter a mi mujer en esto hasta que finalmente llegó diez años más tarde un fallo de primera instancia a favor. El fallo era bueno en un montón de cosas, le daban la culpabilidad absoluta.
−¿Te parece normal diez años?
-Cuando sale el fallo, yo me pongo contento, qué sé yo, a todo esto Mili ya tenía 15 y cumplía 16. En ese momento me dijeron: “Falta un montón, no te alegres”. Ahí entró el asunto en la Cámara Civil Sala K, que dicta una sentencia tres años después, con enormes injusticias. Le saca parte de la culpabilidad al médico y la partera y anula todo el lucro cesante de mi mujer, que no trabajó más desde que nació Mili. Solo para darle de comer estaba 6 o 7 horas por día.
−¿Qué pasó luego?
−El fallo de Cámara nos destrozó. Primero en términos económicos y nos dio mucha bronca. Tuvimos una charla con los abogados. Una abogada nos aconsejó no ir a la Corte porque nunca toman casos civiles. Pero bueno, fui a ver al estudio especializado en el recurso extraordinario, de Jorge Barbagelata y Pacífico Rodríguez Villar. Me pidieron estudiarlo un fin de semana. El lunes me dijeron: “Mira, son contados los casos en que la Corte toma un caso civil. Pero este tiene posibilidades porque en este la sentencia de Cámara es arbitraria y hay antecedentes similares”. Así empezamos con el tema en la Corte cuatro años, hasta el fallo que revoca el fallo de la Cámara que redujo la indemnización y manda a dictar una nueva sentencia mayor.
-Y pasaron 18 años y encima aún esto no terminó... ¿Tenés alguna expectativa porque se fijará un monto que puede ser otra vez recurrido?
−Entiendo que ahora deberíamos tener una nueva sentencia de Cámara en menor tiempo. Hay que ver si la Sala que tendrá que dictar la nueva sentencia lo hace pronto.
−¿Tenés alguna estimación de cuánto puede ser la indemnización?
-No, porque es un lío calcular los intereses, tengo una idea, no me va a salvar ni mucho menos. Lo único que me va a dar es cierta tranquilidad para mi hija, sobre todo para cuando yo no esté.
-¿Cómo pudieron mantener la entereza todo este tiempo con su esposa?
−Hay dos cosas. Una es que en todo lo que pude la mantuve afuera y otra cosa es que a terco no me van a ganar. Soy cabeza dura. Te vienen muchas trompadas encima que te las tenés que bancar. Hay situaciones que te dan ganas de mandar todo a la miércoles.
-Y mientras la situación con tu hija en tu casa...
−No hay dos chicos con parálisis que sean iguales, algunos pueden brindar cariño como Mili, otros no. Otros caminan y hay otros que corren maratones. Mili hace algunas terapias, está en un colegio especial, hace terapia ocupacional para mantener la movilidad de los dedos.



