Francisco: “En la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?”
En el libro “El pastor”, que presenta diálogos con los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, el Papa asegura que nunca fue militante ni simpatizante del peronismno y afirma que “es injusto” decir que no quiere venir a la Argentina; críticas a la dirigencia sindical
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La mirada del papa Francisco sobre la crisis argentina, los lazos históricos que se le atribuyen con el peronismo, el papel de los sindicatos y los vaivenes de su postergada visita a la Argentina son abordados por el propio pontífice en el libro “El pastor”. Allí se repasan los diez años que Jorge Bergoglio lleva en el Vaticano y los desafíos que enfrenta, a partir de conversaciones con los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, quienes presentan un análisis con perspectiva de su pontificado.
Los gestos, palabras y señales referidos a la Argentina –y a su compleja historia política- ocupan un lugar primordial. “Nunca estuve afiliado al partido peronista, ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira. Tampoco estuve afiliado a Guardia de Hierro. Pero, en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?”, desliza Francisco, al aceptar un nuevo diálogo con los autores del recordado libro “El jesuita”, que reflejaba el pensamiento del entonces cardenal Bergoglio, antes de ser elegido papa, sobre distintos temas que rodeaban a la Iglesia, al país y al mundo.
En el nuevo libro, editado por Penguin Random House, el Papa sostiene que “sigue vigente” el propósito de viajar a la Argentina. Y afirma: “Es injusto decir que no quiero ir”. Para los ansiosos, en ningún momento menciona a Cristina Kirchner ni al presidente Alberto Fernández.
Entre otras definiciones novedosas sobre la política argentina, Francisco dispara críticas a la actuación que en medio de la crisis exhiben representantes de la dirigencia sindical. “Los atropellos a la dignidad del trabajador y sus derechos no solo provienen de ciertos patrones, sino también de aquellos sindicatos que se enferman porque sus dirigentes van lentamente elevando su nivel de vida y olvidándose de sus representados. O porque crean funciones que quitan libertad y se convierten así en los segundos explotadores, por no hablar directamente del sindicalista corrupto, que es un explotador”, declaró el pontífice. Una mirada que lo aleja del sector gremial tradicional y lo acerca a los dirigentes de movimientos populares.
Dedicados a informar en medios de difusión masiva todo lo que acontece en torno de la actualidad religiosa –Rubin en el diario Clarín y Ambrogetti en medios internacionales, como la agencia ANSA-, ambos periodistas de dilatada y reconocida trayectoria plantean en “El pastor” temas que siguen alimentando debates en el Vaticano, a diez años del inicio del pontificado de Francisco, como la economía, el capitalismo, el mercado, el aborto, la defensa de la vida, el impacto por las reformas de la curia romana y el rechazo que sectores de la Iglesia conservan frente a personas que se declaran homosexuales.
“A quienes sufrieron el rechazo de la Iglesia, les haría saber que es rechazo de personas de la Iglesia”, dijo el pontífice, en línea con su famosa definición de julio de 2013: “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”.
El papa argentino revela en el libro que en el tronco familiar encuentra raíces que unen sus orígenes con el radicalismo. Su abuelo materno participó de la llamada Revolución del Parque, en 1890, que marcó el germen de la Unión Cívica Radical. A los 9 años, incluso, lo llevaron a un acto de la Unión Democrática, formada para enfrentar a Perón. Y revela que cuando tenía 14 o 15 años fue con su hermano a una unidad básica, porque en el colegio les habían encargado un trabajo sobre el peronismo, y saludaron a Eva Perón. “Eso fue todo”, sintetizó.
Francisco explicó que los vínculos que se le endilgan con el peronismo son “un lugar común” en nuestro país y estimó que las especulaciones surgieron cuando, siendo superior provincial de los jesuitas, debió poner la Universidad del Salvador en manos de laicos.
“Las propuestas fueron varias. Estudié el currículum de cada uno. Había un grupo de profesores que pertenecían a la agrupación peronista Guardia de Hierro. Eran fuertes, sabían moverse, conocían de política y cómo manejar las elecciones. Enseguida uno de ellos fue elegido presidente de la asociación civil que gestionaría la universidad. De todas maneras, llegué a un acuerdo con ese grupo y con otros para que la integración de las nuevas autoridades fuera plural y hubiera un equilibrio. No obstante, la participación de integrantes de Guardia de Hierro provocó que se comenzara a decir que yo era peronista. Pero no fue la única razón. También influyó que escribiera sobre la justicia social porque a la doctrina social de la Iglesia se la ligaba con el peronismo”, explicó.
“Pobrismo” y capitalismo
El pontífice argentino, que al ser elegido el 13 de marzo de 2013 recibió el abrazo de su amigo y cardenal brasileño Claudio Hummes y su profética frase “No te olvides de los pobres”, no rehúye los reproches de quienes hoy identifican el rumbo de la Iglesia con el “pobrismo”.
“En ninguna parte de la Biblia figura un mandamiento de producir pobreza. Sí es bienaventurado el pobre de espíritu, el que no está apegado a la riqueza. Pero de ninguna manera está mal producir riqueza para el bien de todos”, dice el Papa. Y agrega más: “Producir es un acto de justicia. Y para que esa justicia sea plena, debe ser distributiva”.
Desestima, en esa línea, una condena al capitalismo y al mercado. Y se muestra en favor “de lo que Juan Pablo II definía como economía social de mercado”. Al respecto, sostiene que “esto implica la presencia de una pata reguladora, que es el Estado, que debe mediar entre las partes” y que “es una mesa de tres patas: Estado, capital y trabajo”.
Para Francisco, el problema económico más acuciante en la actualidad es que prevalecen las finanzas. “En cierta forma, el capitalismo es algo casi del pasado. Por supuesto que una cosa es el ahorro, la inversión, tan importantes para producir y generar trabajo. Pero otra cosa es la especulación, que es en mi opinión como el sarampión del ahorro y la inversión”, define Francisco. En lenguaje religioso, el Papa sostiene que “el diablo entra por el bolsillo, la corrupción empieza por el dinero y con el dinero se compran conciencias”. Y, mirando al interior de la Iglesia, reveló: “Para decirlo de un modo llano, en el IOR (el banco vaticano) tuve que cortar cabezas”.
Como lo vienen transmitiendo los obispos argentinos, el Papa insiste en que la ayuda económica del Estado al desempleado “debe ser pasajera, para no afectar la cultura del trabajo. Además, tengamos en cuenta que el trabajo hace a la dignidad de las personas y una cosa es vivir de la caridad y otra es ganárselo con el propio esfuerzo”. Afirma que “la clase media está en extinción en muchos países”, al sostener que históricamente ese grupo social lo integran “el obrero que tiene trabajo y quiere que su hijo estudie”, una aspiración que se complica “cuando se frena la movilidad social”.
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