Grabois expondrá mañana en un encuentro de movimientos populares que organiza el Vaticano
Será en videoconferencia y versará sobre el impacto del Covid en los trabajadores más humildes y descartados; el papa Francisco, que se recupera de una operación, no asistirá, pero sí participará en otra sesión en septiembre
ROMA.- El abogado y dirigente social Juan Grabois, que es uno de los treinta miembros del directorio del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, “ministerio” social del Vaticano, será uno de los oradores mañana del IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, plataforma construida en torno de la invitación del papa Francisco a que estas organizaciones trabajen en favor de los descartados y sean protagonistas de un proceso de cambio, se informó hoy.
Desde que comenzaron a realizarse este tipo de encuentros, en 2014, Grabois, de 38 años y líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), es uno de los organizadores.
El primer Encuentro tuvo lugar en octubre de 2014, cuando el Papa por primera vez reunió en el Vaticano a un centenar de representantes de movimientos populares de los cinco continentes y le dio voz a su clamor por alcanzar las tres “T”: techo, tierra y trabajo.
En julio de 2015 tuvo lugar el II Encuentro en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, cuando el Papa pronunció uno de los discursos más fuertes de su pontificado, en el que llamó a un cambio de estructuras y a luchar para superar las “graves situaciones de injusticia que sufren los excluidos en todo el mundo”. Entonces fustigó la “dictadura del dinero”, que volvió a definir como “el estiércol del diablo” y al sistema económico actual, “que degrada y mata” y llamó a la unión de la Patria Grande latinoamericana.
El III Encuentro se realizó de nuevo en el Vaticano, en noviembre de 2016, cuando el Papa, al margen de valorar el compromiso de los Movimientos Populares y pedirles meterse en política, “una de las formas más altas de caridad”, les advirtió de dos riesgos. Encorsetarse, apartarse de las grandes discusiones, para no ser reducidos a un protagonismo secundario; y un segundo riesgo, la corrupción. Contra ello, el antídoto es vivir la vocación de servicio con humildad y austeridad «moral, en el modo de vivir, en cómo llevo adelante mi vida, mi familia», predicando con el ejemplo al servicio del prójimo como «la mejor forma de promover el bien común y el proyecto-puente de las 3-T».
El VI Encuentro Mundial, que debido a la pandemia de coronavirus se realizará íntegramente en Internet, en formato de videoconferencia, tendrá dos partes diferenciadas. La primera será mañana a partir de las 14 hora de Roma (las 9 de la Argentina) y con la presencia del cardenal cardenal ghanés Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; mientras que la segunda tendrá lugar en septiembre y participará el papa Francisco, que en este momento se encuentra internado en el hospital Gemelli de esta capital, recuperándose de una operación programada al colon.
La sesión de mañana, que durará tres horas y reunirá representantes de movimientos populares de todos el planeta, de distintas religiones y culturas, se centrará en el impacto del Covid en los trabajadores más humildes y descartados. Grabois disertará sobre “¿Qué desnuda el/la COVID? Un mundo con COVID”, según el programa difundidos por el Vaticano.
No será el único argentino: antes que él tomará la palabra el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, “canciller” de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que hablará sobre “Pandemia Covid 19: resultado de la lógica del capitalismo actual”.
El IV Encuentro culminará con la sesión de septiembre: “Será la ocasión de compartir el trabajo y las luchas de los movimientos populares durante la pandemia, dialogar con el papa Francisco las conclusiones de los diálogos realizados por los movimientos populares, y escuchar su mensaje”.
Al principio de la pandemia, en medio de cuarentenas y restricciones en todo el mundo, en abril del año pasado, en una carta a los Movimientos Populares el Papa señaló que “tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y cristiana: ningún trabajador sin derechos”.
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