José Nun: "La influencia de Cristina Kirchner en el peronismo va a desaparecer en el corto plazo"
El ex secretario de Cultura toma distancia de los intelectuales que acompañaron al kirchnerismo y afirma que el PJ es hoy "una cáscara vacía"
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A los 82 años, la identificación de José Nun con Néstor Kirchner es tan profunda como su distanciamiento de Cristina Kirchner . "La influencia de Cristina va a desaparecer en el corto plazo", pronostica el politólogo, que convivió con ambos como secretario de Cultura, entre 2004 y 2009.
En una entrevista con LA NACION, Nun reveló los desencuentros con el ex funcionario kirchnerista José López, con quien debía coordinar el programa Libros y Casas, para dotar de bibliotecas el fraguado plan de viviendas del Ministerio de Planificación.
Nun sostiene que el peronismo ha tenido una presencia dominante en más de la mitad de la historia argentina, si se cuenta que la Argentina existe como tal desde 1880. Y recuerda que Perón, en 1951, declaró que "los pueblos deben saber que el conductor no se hace ni por decreto ni por elecciones. Las masas se conducen por intuición y la intuición la da solamente Dios".
-¿El conductor en el peronismo es un elegido?
-Exactamente. Y ése es el papel que trataron de desempeñar Menem, Néstor Kirchner más recatadamente y Cristina, más sonoramente.
-¿Ahora hay una transición a la espera de otro elegido?
-La alternativa está en la gradual disgregación del peronismo. A los movimientos les suele ocurrir esto, sobre todo porque el peronismo nunca se definió como partido. El PJ es una cáscara vacía.
-¿Qué influencia conserva hoy Cristina Kirchner?
-Una influencia que va a desaparecer a corto plazo. No tiene en estos momentos dominio de la calle ni en el Poder Legislativo. El 30% de imagen positiva que le atribuyen a Cristina es de una debilidad extrema.
-¿Cristina no supo o no quiso construir un sucesor?
-Ni quiso ni supo, porque se considera ella la iluminada. Pero este tipo de movimientos no constituye sucesores. No se ocupó Mussolini de dejar un sucesor. Perón lo dice con todas las letras: los grandes líderes no se hacen: se nace. Ése fue el error de Néstor Kirchner. Yo fui el único funcionario que, antes de que se definieran las candidaturas de 2007, dije a LA NACION que Néstor era mejor candidato que Cristina. En los pasillos me querían matar.
-¿El PJ se debe una autocrítica por los errores y la corrupción del gobierno kirchnerista?
-Sí, pero no lo van a hacer, no está en los genes. ¿Cómo explicar que la Argentina tiene un nivel de atraso relativo en educación y salud inimaginable hace 30 o 40 años?
-¿Cómo evalúa el papel de los intelectuales en el kirchnerismo?
-En general, lamentable. Carta Abierta me parece una aberración. No tienen derecho a llamarse intelectuales. Estuvieron incluso dispuestos a avalar una tercera elección de Cristina Kirchner. Fueron los que trataron de empujarlo.
-¿Y quién lo frenó?
-Lo frenó la sociedad, porque no hubo posibilidad de implementarlo, pero ellos lo empujaron. Quisiera saber qué dejó para la historia Ricardo Forster con ese cargo rentado que tuvo con un nombre interminable. No hicieron nada.
-¿Usted intentó en la Secretaría de Cultura hacer algo diferente?
-Absolutamente. No solamente lo intenté, sino que lo logramos. Creamos el programa Libros y Casas, por el cual dotábamos de bibliotecas, con unos veinte libros, las viviendas que entregaba el Ministerio de Planificación. Tenía que pedirle a José López que me pasaran el listado de lugares donde se iban a hacer las casas para preparar las bibliotecas e imprimir los libros. En 2005, funcionó. Pero de repente nos avisaban que se había cancelado la inauguración de un barrio... y de otro. En un momento me vi con un millón de libros y las consiguientes bibliotecas, que finalmente repartí en villas y cárceles. Ahora sabemos que esos barrios no se inauguraban porque se robaban recursos.
-¿Se sintió desilusionado?
-Yo le había puesto dos condiciones a Néstor Kirchner para aceptar el cargo: presupuesto -me dieron todo lo que pudieron, pero igual era muy bajo- y que yo fuera el único que designara a mis funcionarios. Me dijo: "Totalmente de acuerdo". Cuando subió Cristina, me empezaron a llegar recomendados para que les diera cargos. Y yo me negaba. Y después me empezaron a mandar pesos pesados, conocidos por las buenas y malas razones, porque son buenos gestores y a la vez están sospechados de una corrupción indiscutible. Me negué y me fui.
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