Kohan: hombre de misiones especiales
Por Jorge Camarasa
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Hasta que el cadáver de Marcelo Cattáneo apareció anteayer colgando de una soga, Alberto Kohan fue un sobreviviente que apenas salió herido de algunas batallas.
Tal vez por ser geólogo soportó con pétrea impasibilidad que se lo vinculara a más de un escándalo y, sin embargo, nunca dejó de ser una suerte de socio vitalicio del club menemista. "Conozco el ochenta por ciento de lo que pasa por la cabeza de Menem", suele decir. Nacido en San Lorenzo, Santa Fe, hace 52 años, su padre fue un judío ortodoxo que votaba por Alfredo Palacios, y su madre, una católica practicante. Semejante amplitud confesional le permitió después elegir una esposa católica: se casó con Marta Silvia Franco. La ceremonia fue por la Iglesia, en la antigua capilla cordobesa de Agua de Oro.
En 1970 se había licenciado en Geología, y enseguida había conseguido empleo. Su primer trabajo fue en una empresa dedicada a la explotación de yacimientos de cuarzo, feldespato y mica.
En 1974 pasó de la esfera privada a la pública, y el tránsito le cambió la vida: a poco de asumir como jefe de Aguas Subterráneas, en La Rioja, conoció a Carlos Menem.
Al principio se encontraban en asados y recepciones; después, Kohan empezó a asesorarlo en cuestiones técnicas y, a poco andar, Menem lo nombró jefe de la Oficina de Cooperación Internacional, una suerte de cancillería provincial.
Después del golpe de 1976 la relación se enfrió por un tiempo, y el asesor se fue a Venezuela. El reencuentro sería después de 1983.
En julio de 1989, cuando Carlos Menem juró como presidente de la Nación, sintió que parte del logro se lo debía a Alberto Kohan.
Había sido uno de sus jefes de campaña, a veces su vocero oficioso (rigurosamente desmentido por Eduardo Menem) y hasta una suerte de contact man en ciertas esferas.
De su escritorio en la Casa de la Rioja, el geólogo que ya no ejercía asumió como secretario general de la Presidencia, y empezó a acercar contactos a su jefe.
En 1990 le presentó a Gaith Pharaon, un egipcio dueño del Banco de Crédito Comercial, quien tenía prisa por hacer en Buenos Aires un hotel cinco estrellas.
Kohan diría después: "A mí me lo había traído el embajador de Arabia Saudita. Era un inversor extranjero de los buenos. Se averiguaron sus antecedentes en el mundo y estaban todos perfectos".
Por la misma época, la revista Time calificaba al BCCI como "el más sucio de todos los bancos", lo vinculaba con la venta de armas y decía que "el más convencional de sus servicios es el lavado de dinero proveniente de las drogas". Sobre la cara más visible, escribía: "Es Gaith Pharaon".
En septiembre de 1991, Kohan, que quizá no había leído Time, iba a asistir con el egipcio al acto donde se puso la piedra fundamental del hotel.
Un mes antes había explicado a La Nación : "Nos habíamos visto algunas veces en Buenos Aires, y nos juntábamos cuando él sabía que yo estaba por algún lugar del mundo".
Eso ocurría con frecuencia, y hasta septiembre de 1990 Alberto Kohan acumuló más horas de vuelo que un comandante de Jumbo.
Ya había comenzado a viajar con Menem durante la campaña, y además de Medio Oriente habían estado en Europa. En Roma se habían entrevistado con Juan Pablo II, y el futuro Presidente había invitado al Papa a visitarlo en La Rioja.
Después, Kohan había viajado a Italia, España, Francia, los Estados Unidos, la Unión Soviética, Perú, Bolivia, Venezuela y hasta Sudáfrica. "Sólo el Presidente tiene conocimiento de mi misión", decía.
De titular a suplente
El tour se cortó abruptamente en septiembre de 1990, cuando fue designado ministro de Salud. Estuvo cuatro meses en el cargo, y en enero de 1991 lo dejó para pasar al banco de suplentes del menemismo. Allí estuvo los siguientes cuatro años, y en julio de 1995 volvió a la Secretaría General, donde aún está.
Es padre de cuatro hijos, miembro del Who is Who (según consta en su currículum, disponible en Internet), y autor de un libro titulado "Me llamo Alberto Kohan". Sin embargo, es en algunas de sus declaraciones donde mejor se delinea su perfil:
- "Nacionalizar la banca es una posibilidad" (abril de 1989).
- "Menem no se contradice. En realidad, lo que se produce es una adecuación del mensaje de acuerdo al cambio de los tiempos" (febrero de 1990).
- "A los presidentes los hacen los votos de la gente, no los artículos de la Constitución" (mayo de 1998).
- "El periodismo basura está molesto con la ley de reforma tributaria que promueve el Gobierno" (septiembre de 1998).
Además del caso BCCI, por el que tendrá que declarar el 20 del actual para explicar su afán por agilizar los trámites de Gaith Pharaon, Kohan también ha sido sobrevolado por el escándalo IBM-Banco Nación.
En este caso, las situaciones que lo salpicaron fueron dos. Una secretaria de Alfredo Aldaco, ex director del banco, declaró en la causa que Kohan se había entrevistado y hablado por teléfono varias veces con su jefe, que a su vez había admitido que recibió una coima de IBM por intermedio de Marcelo Cattáneo.
La otra cuestión es que éste era hermano de Juan Carlos, ex colaborador de Kohan, que lo había designado subsecretario de su área mientras era investigado judicialmente.
Ahora, con el recuerdo aún fresco de Marcelo Cattáneo pendiendo de una soga frente a la Costanera, Alberto Kohan tendrá que juntar fuerzas para absorber el golpe de una muerte que le pasa peligrosamente cerca.
Tal vez necesite volver a recordar una máxima de su admirado Vicente Leónides Saadi, que repite a menudo: "Un buen peronista nunca debe presentar su renuncia, y mucho menos permitir que se la acepten".
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