La Justicia identificó al odio en el discurso político como la causa del intento de asesinato a Cristina Kirchner
Es la conclusión del fallo de los jueces Namer, Grünberg y Fornari; destacaron que algunos prefieren creer en un “autoatentado” para no enfrentar el problema como sociedad
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La Justicia concluyó que los discursos de odio fueron la principal causa del intento de asesinato de Cristina Kirchner, por el cual fueron condenados Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte, y aseguró que una parte de los argentinos prefieren descreer de la evidencia y hablar de un “autoatentado” para no enfrentar esta realidad.
Los jueces Sabrina Namer, Adrián Grünberg e Ignacio Fornari condenaron a 10 años de prisión a Sabag Montiel por el intento de asesinato a Cristina Kirchner, en septiembre de 2022. Su entonces novia, Uliarte, recibió ocho años. Sabag tenía una condena previa por tenencia de pornografía infantil, por lo que su pena fue unificada en 14 años.
La jueza Namer fue la que lideró los fundamentos de la sentencia de 544 páginas. Allí expresó que el ataque no ocurrió en el vacío, sino que fue la consecuencia directa de un clima de violencia política y discursos de odio que funcionaron como una “causal necesaria” para que los imputados -luego condenados- pasaran del dicho al hecho.
El fallo advirtió que la construcción de un “enemigo común” a través de redes sociales y medios de comunicación generó un escenario donde la eliminación física del adversario político pasó a ser vista por los condenados como un acto de justicia o heroísmo.

Sin embargo, el tribunal trazó una línea divisoria: aunque reconoció que existió hostilidad basada en el género de la víctima, determinó que el móvil principal de los atacantes fue el odio político y no la violencia de género, con lo que descartó la agravante de femicidio.
La jueza Namer reflexionó: “Es llamativo que pese a los videos que dan cuenta del hecho, la confesión de Sabag Montiel y lo que arrojó el juicio, que fue reproducido en su totalidad por medios de difusión masiva, hasta el día de hoy, mucha gente piense que el hecho no existió o que fue un autoatentado planeado por la propia víctima”.
“Por lo increíble que resulta para muchos, corresponde que, sin perjuicio de las consecuencias jurídicas que el caso tenga para quienes en este juicio están juzgados como sus responsables, desde las instituciones democráticas se pongan de relieve aspectos que nos desafían como sociedad”, dijo Namer.
Namer explicó que el juicio versó sobre “matar a una mujer política con ideas que gustan a muchos y disgustan a otros tantos. De ser mujer y política en una sociedad machista y dividida políticamente”.
La jueza evaluó que el juicio trató “de las instituciones democráticas. De la grieta. De los medios de comunicación y las redes sociales. De la cultura de la cancelación. De la necesidad de sobresalir o ser reconocido por pares y de la necesidad de fama; de la tristeza y la desesperanza que afloró todavía más luego de la pandemia del Covid 19. De los ‘rotos’. Del desafío a las autoridades y el descreimiento en la política y en las instituciones; de los cambios en la estructura social que expuesta con brutalidad en algunos testigos y testimonios, en más de una oportunidad nos descolocó en el debate”.
Pero advirtió que, por sobre todo, el juicio “habló de un tiro que no salió, y pudo haber salido. Que no salió por obra del destino, de Dios, de la mala suerte, de un mal plan, de lo que sea”.
“Que pudo haber salido de un arma apta para el disparo, cargada con municiones aptas y que fue gatillada a centímetros de la cabeza de la víctima, ante los ojos de militantes que la adoraban y opositores que la odiaban; y de una sociedad que es incrédula ante un resultado que no ocurrió, pero que no se sabe cómo hubiese reaccionado si hubiese ocurrido”, agregó.
Sabag Montiel se imaginó una desestabilización institucional, una guerra civil y el profundo enojo de un sector de la sociedad, dijo Namer, y afirmó: “Claramente nada hubiese sido igual para nadie si el tiro hubiese salido, pero como sociedad no podemos hacer de cuenta que no pasó nada ni podemos dejar de reflexionar acerca de por qué y cómo se llegó a una situación en la que una persona pudo haber perdido la vida y en la que la paz social pudo haber pendido de un hilo”.
“El odio en el discurso público fue una causal necesaria para que el hecho tuviera lugar”, dijo la jueza y mencionó “la construcción de un enemigo común a través de un discurso de odio deja a la deriva la posibilidad de que se pase al acto fácilmente; que cualquiera puede transformarse en enemigo y que la intolerancia a la posición política del otro puede transformarse en la intolerancia a su raza, religión, pensamiento, orientación sexual, etc.; que la cultura de la cancelación por el desagrado de las ideas distintas puede llevar a la muerte del otro”.
Por eso, rescató a la “democracia como modelo institucional regulador del conflicto y la diferencia de opiniones e intereses”, y advirtió que el respeto por el otro empieza a “romperse desde la habilitación del discurso de odio como legitimante de la eliminación de quién es o piensa diferente”.
“He allí el enorme riesgo que enfrentamos si no reconocemos en este aberrante hecho histórico un llamado de atención que todos los niveles institucionales, y sobre todo quienes ocupamos lugares de toma de decisiones, debemos reconocer y atender para prevenir su reiteración”, advirtió.

El juez Grünberg sumó su propia reflexión, calificando el fenómeno como de “incomprensión absoluta” del otro. Citando al filósofo José Pablo Feinmann, argumentó que una vez que el otro es ubicado en la dimensión de “enemigo”, la única actitud posible es la violencia. Grünberg alertó sobre la indudable influencia que tuvieron los mensajes de odio en la determinación homicida de los condenados.
Uno de los puntos más inquietantes del fallo es el análisis de la agrupación de extrema derecha Revolución Federal con el caso.
El tribunal dio por acreditado que Sabag Montiel y Uliarte participaron activamente de la “Marcha de las Antorchas” organizada por este grupo el 18 de agosto de 2022, donde se lanzaron antorchas encendidas contra la Casa Rosada. Uliarte incluso tenía fotos de esa jornada en su celular.
El fallo resalta que el 25 de agosto de 2022, días antes del ataque, Jonathan Morel (líder de Revolución Federal) dijo en un Twitter Space que, si no fuera conocido, se infiltraría entre los militantes cantando la marcha peronista para “pasar a la historia”.
La sentencia subraya que el plan ejecutado por Sabag Montiel fue “casi calcado” de las palabras de Morel: el atacante efectivamente intentó mimetizarse con los simpatizantes kirchneristas para acercarse a la víctima.
Aunque los jueces aclararon que no hay pruebas directas de que los imputados escucharan esa transmisión específica, destacan que el plan puesto en práctica pocos días después siguió exactamente esa lógica.
Los jueces concluyeron que Sabag Montiel quería matar a Cristina Kirchner porque la consideraba responsable de la inflación, la corrupción y de su propio declive económico, donde pasó de tener un buen pasar a vender copos de azúcar.
Para el tribunal, no se probó que quisiera matarla por ser mujer o para disciplinar al género femenino. El fallo sostiene que atribuir el ataque exclusivamente al género “soslaya las complejidades multicausales” de un hecho motivado por el fanatismo político y el odio ideológico.
Por su parte, Fornari se limitó a validar la reconstrucción de los hechos y la calificación legal desarrollada en el voto principal.
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