Las mujeres ocuparán un tercio de las bancas
Es por la aplicación de la ley de cupo
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Una particularidad sin antecedentes históricos inmediatos distinguirá al nuevo Senado que se conformará luego de estas elecciones: por lo menos un tercio de sus 72 bancas será ocupado por mujeres.
Por primera vez este cuerpo, de tradicional predominio masculino, deberá abrir sus puertas a la avanzada femenina como consecuencia de la aplicación de la ley de cupo, que dispone una representación mínima del 30 por ciento de mujeres en las candidaturas.
Si bien esta norma se aprobó en 1991, nunca pudo regir en el Senado porque sus miembros eran elegidos por las respectivas legislaturas provinciales. Y, a la luz de los resultados, esos cuerpos han privilegiado en forma sistemática a los candidatos varones.
Con el nuevo siglo, y reforma constitucional mediante, los votantes podrán elegir hoy por primera vez a los miembros del Senado en forma directa. Este mecanismo rigió desde 1993 para la conformación de la Cámara de Diputados.
Si bien se sobreentendía que la norma debía regir también para esta elección de senadores, mujeres de distintas banderas políticas no quisieron dar nada por supuesto. Inquietas ante ciertas lagunas que presentaba la ley de cupo -que podían ser aprovechadas contra ellas-, impulsaron el año último diversos proyectos de ley para garantizar la presencia femenina del 30 por ciento. Pero no tuvieron demasiado éxito.
Hasta que golpearon la puerta del propio presidente de la Nación. Y Fernando de la Rúa resolvió, en diciembre último, emitir un decreto por el que dejó de lado toda controversia y enfatizó la vigencia de la ley de cupo femenino para la elección de senadores.
De esta forma, cada uno de los partidos o alianzas políticas que hoy se presentan en elecciones llevan a una candidata, aunque la mayoría figure en el segundo lugar.
Una larga pelea
Las primeras legisladoras nacionales se incorporaron al Congreso a partir de 1952, cuando se instauró la ley de voto femenino. A quienes representaron a los territorios aún no provincializados se las llamó delegadas, y provenían de Chubut, Tierra del Fuego y Misiones.
Aquel año eran sólo 23 en la Cámara de Diputados y 6 en el Senado. En 1958 las representaciones se redujeron notablemente: sólo ingresaron en la Cámara baja 4 mujeres, todas de la Unión Cívica Radical Intransigente. En 1963 se registró el pico más bajo: sólo una mujer, entre un total de 257 miembros. Su nombre era Lidia Valente de Pérez Tort.
"La presencia de mujeres en el Parlamento significó una singular innovación en la práctica legislativa -recuerda Enrique Bugatti en su libro "Breve historia del Parlamento argentino"-. Obligó a hacer modificaciones imprescindibles en las dependencias del Congreso, e incluso los legisladores varones debieron cuidar su léxico, que por lo general libraron al apasionamiento de los debates."
Ahora los pasillos del Congreso están acostumbrados al paso de las mujeres. Y sus huellas se reflejan en los cientos de proyectos de inconfundible sesgo femenino que han sido presentados, como la penalización de delitos sexuales, la salud reproductiva, la violencia hacia la mujer. Temas que antes no eran siquiera considerados.
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