Máximo, eje de una fuerte influencia
A su alrededor se repite, habitualmente, el ritual que imponía ante los otros su padre, Néstor Kirchner: ministros, gobernadores, funcionarios y dirigentes políticos ahora veneran a Máximo. En cada acto en que aparece, todos se acercan al hijo presidencial para saludarlo, quedarse un rato charlando con él o bien compartir un cigarrillo, vicio que no abandonó a pesar de la constante queja de la Presidenta.
Desde la muerte del ex presidente, Máximo se convirtió en un eje de fuerte influencia en Cristina Kirchner, que se siente cómoda con él. "La distancia en las generaciones hace que Máximo nos haga ver cosas que muchas veces pasamos por alto", cuenta un amigo familiar que conoce bien la relación madre-hijo.
Poco quedó de aquel chico rebelde que, según contó Cristina Kirchner en su autobiografía, se provocaba vómitos cuando lo retaba porque rompía, a propósito, sus anteojos para el estrabismo. Ahora, ambos tienen una relación de confidentes y la Presidenta lo escucha más que a sus funcionarios. El joven, de 34 años, fue el creador de la agrupación La Cámpora , en Río Gallegos, proyecto que después expandió a todo el país. Su amistad con Juan Cabandié, desde que sus padres conocieron al hoy legislador porteño e hijo de desaparecidos, lo vinculó con otros jóvenes, como Andrés Larroque, Eduardo de Pedro y Mariano Recalde, las cabezas más visibles de la organización. Ellos son de los pocos privilegiados que entran en la quinta de Olivos, gracias a Máximo.
El joven tejió junto a Cristina cada detalle del cierre de las listas en todo el país y hoy es un hombre clave para llegar hasta la Presidenta. De perfil bajísimo, su padre lo tentó varias veces para que jugara en la política grande, pero él siempre se negó.
Todos, actuales funcionarios y muchos ex colaboradores de los ocho años de gobiernos kirchneristas, lo consideran un "cuadro político" y dueño de una aguda mirada que lo llevó a criticar medidas de sus propios padres. En los últimos tiempos, él fue el que llamó a la Presidenta enfurecido por los muertos en el parque Indoamericano. Ser el hijo presidencial no le cambió tanto la vida personal. Se mueve siempre como uno más, va a las marchas con las columnas de La Cámpora y es un habitué en la popular de Racing.
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