
Menem llevó al Japón su deseo de luchar por otra reelección
Si bien el Presidente lo relativiza, en la comitiva hablan de nuevos intentos.
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TOKIO.- Sirve cualquier argumento. La vigencia del plan económico y su buena imagen en el exterior, el enfrentamiento con Eduardo Duhalde en el peronismo, el contundente triunfo de Fernando de la Rúa en las elecciones internas abiertas de la Alianza y hasta la reverente bienvenida que le tributó ayer por la mañana (anoche en la Argentina) la familia imperial del Japón a Carlos Menem.
Alguien que no es otro que el Presidente volvió a bajar la bandera y cada uno de los suyos ya ocupa su lugar en la segunda carrera de la reelección. La primera fue suspendida por el propio Menem, en julio último, luego de que Duhalde lo amenazó con una consulta popular en Buenos Aires. Entonces, se había comprometido a no insistir en postularse, un imposible con rango constitucional.
"Quizá no quieran una reforma constitucional el año próximo, porque tal vez tengan miedo" de que vuelva a ganar Menem, dijo el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, a La Nación . En realidad, había sido consultado sobre el proyecto para eliminar el voto obligatorio, para lo que es necesario volver a convocar a una convención reformadora, como la que permitió al Presidente postularse a la reelección en 1995.
A su vez, el sindicalista Antonio Cassia, que integra la comitiva, confirmó que el menemismo estaba esperando el desenlace de la pelea en la Alianza para retomar el proyecto reeleccionista. "Este es el mejor momento", aseguró. Confirmó que al Presidente sus seguidores le anunciaron que volverán a trabajar por la reelección y que no los desautorizó.
Cassia, que dice lo que Menem debe callar, asegura que el menemismo recuperará el instrumento partidario que llegaron a crear en el congreso del PJ que hegemonizó ese sector y que Duhalde impugnó ante la Justicia. "Cuando ese congreso sea convalidado por los jueces, vamos a aplicar la decisión que se tomó allí, que es la de realizar todas las acciones necesarias para lograr que Menem pueda ser candidato."
A Cassia lo entusiasma hasta el triunfo de De la Rúa: "Es mucho más fácil negociar con el radicalismo", dijo.
Sin tregua
El avión presidencial, que partió el domingo último en medio de los festejos por la consagración del candidato de la oposición, aterrizó en Tokio en la tarde de ayer (la madrugada del mismo día en Buenos Aires) impulsado por una insoslayable corriente reeleccionista.
Menem se obstina en encabezar la pelea con la oposición. Una manera implícita de presentarse como el mejor candidato. "De la Rúa no gobierna el país, gobierna Carlos Menem. Por eso la estabilidad está asegurada", disparó desde la pista del aeropuerto de Haneda.
El Presidente tardó apenas cinco minutos en alterar el estricto protocolo japonés. Desvió sus pasos, se acercó a los periodistas y atacó sin rodeos a los socios de la Alianza. Del radicalismo dijo que "no sabe gobernar" y del Frepaso, que "demostró que no tiene ningún tipo de experiencia". Y les dedicó una frase con la expectativa de que le respondan: "Ahora, eligen los candidatos a dedo", por la definición pendiente para designar al compañero de fórmula de De la Rúa.
"Esos carteles están hace como 100 años", se atajó cuando lo consultaron por la reaparición de los afiches con la leyenda Menem 99, el lunes último.
Pero la decisión está tomada. Y la cumple cada uno desde su lugar en el Gobierno y en el menemismo.
No obstante, Kohan aclaró que Menem propuso la iniciativa del voto no obligatorio para el 2000, para "evitar suspicacias". Boquense al fin, aseguró que en la celebración del campeonato hubo más gente que en los festejos de la Alianza.
Y también cayó sobre el principal adversario de su jefe en el PJ. "Hay que informarse mejor para decir que el Presidente está mal informado", le replicó a Duhalde, que había dicho que Menem desconocía que el sufragio voluntario obligaba a otro cambio de la Constitución.
Protocolo y fútbol
TOKIO (De un enviado especial).- Carlos Menem, a toda sonrisa, no pareció sentirse incómodo en el amable y ceremonioso ambiente imperial con el que se abrió este miércoles, en la mañana (anoche en Buenos Aires), su visita de Estado al Japón.
Como Bill Clinton y el chino Jiang Zemin, en las últimas dos semanas las puertas del Palacio Imperial, casi inaccesible para los japoneses, se abrieron para que un mandatario extranjero recorriera sus corredores acompañado por el emperador Akihito.
La bienvenida transcurrió en el patio del Palacio de Akasaka, la residencia de Menem en el Japón y el habitual destino de los huéspedes del emperador. Una revista de tropas bajo la lluvia, los himnos y gestos de cortesía, todo en un programa ajustado.
Minutos después, a las 21.45 hora argentina, Akihito y Menem se trasladaron al Palacio Imperial (rodeado de un inmenso parque), donde dialogaron durante media hora. Nada de política. La charla giró sobre los cien años de relaciones bilaterales, el motivo central de la visita.
Menem volvió a sonreír cuando el emperador le entregó como regalo una foto autografiada de la familia imperial en un marco de plata.
Poco después del mediodía en el Japón (la madrugada de hoy en la Argentina), Menem defendía el plan económico que lo hizo famoso en el mundo en un almuerzo al que asistían varias de las primeras figuras del empresariado nipón.
Tras el encuentro con la familia imperial, Zulema Menem tenía previsto entrevistarse con el presidente de Toyota, Hiroschi Okuda. Pero la agenda le impidió dialogar con el máximo responsable de la gigantesca corporación que produce los automóviles que vende en su concesionaria Núñez Autos, de la Capital.
Sin embargo, todavía existe la posibilidad de que Okuda reciba a la hija de Menem durante la visita de pasado mañana a la planta de Toyota, en Nagoya. Junto a su padre, Zulemita descendió del avión presidencial en la tarde del martes (la madrugada del mismo día en la Argentina) luciendo un conjunto negro, de lana y seda. El avión llegó al aeropuerto de Haneda (construido sobre terrenos ganados al mar) con una hora de demora, lo que impidió que la ceremonia de recepción incluyera salvas de cañón.
Luego, el Presidente se trasladó al Estadio Nacional, donde presenció la final de la Copa Intercontinental (de lo que se informa en la sección Deportes). Después del partido, nada mejor que una buena comida. Menem degustó platos japoneses en el restaurante que Robert De Niro tiene en Tokio.
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