
Menos turistas en un popular balneario
En Ñandubaysal lo atribuyen a Botnia
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GUALEGUAYCHU (De un enviado especial).- El coqueto balneario Ñandubaysal, a 20 kilómetros de esta ciudad, sigue ahí, con sus aguas serenas y poco profundas, con la tranquilidad que se respira a cada paso.
Pero el miedo parece haberse apropiado del lugar: la imponente chimenea humeante de la papelera de Botnia, a unos 7 kilómetros de esas playas, ya ha provocado una merma palpable en la asistencia de público y es el motor principal del peligro de contaminación que muchos creen sentir en la piel.
"Hay un 15 por ciento menos de gente que el año pasado. Y si esto sigue así, por ahí el año que viene no estamos", afirma, preocupado, José Veronesi, dueño de un terreno y de varios locales de alimentos y artículos regionales del balneario.
"La gente pregunta si este lugar está contaminado antes de entrar. Y muchos no vienen por las dudas", asegura Veronesi.
La merma en la presencia de público fue confirmada por el intendente Juan José Bahillo, aunque su visión es más optimista. "No van tanto allí, pero se han volcado a las playas sobre el río Gualeguaychú", dice el intendente, en defensa de las playas públicas (el Ñandubaysal es un emprendimiento privado).
El fantasma de la contaminación real es, además, motivo de discusión. "En mi auto apareció una sustancia pegajosa que no se va con nada. No puede venir de otro lado", dice Veronesi, y muestra los vidrios de su camioneta, impregnados con esa extraña mezcla.
"No tenemos un caso grave comprobable, pero se recibieron varias denuncias con irritación en la garganta y los ojos de vecinos de esta ciudad", dice Bahillo.
Para el intendente, "lo importante es que la gente sigue viniendo a Gualeguaychú. No hay merma de reservas hoteleras, ni en los participantes del carnaval. Los números son similares a los del año último", afirma.
De todos modos, el intendente ya trabaja, junto con la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, en un plan de emergencia ambiental en caso de accidentes o incidentes graves durante el primer año de puesta en marcha de la productora de celulosa. Al plan, ya acordado con anterioridad, sólo le falta la aprobación de los detalles finales antes de ponerse en marcha.
"La idea es llevar tranquilidad a la población", asegura, sabedor de que la angustia por el futuro ya ha comenzado a mezclarse entre los 90.000 habitantes de esta ciudad.




